Mucha cara
La realidad se confunde con su r¨¦plica o su ficci¨®n, lo s¨®lido se disuelve y el significado resulta asombroso
Hay d¨ªas en que no sabes qu¨¦ decir, qu¨¦ cara poner. No sabes qu¨¦ comentar. Observas con dificultad acontecimientos que te abochornan. La realidad se confunde con su r¨¦plica o su ficci¨®n, lo s¨®lido se disuelve y el significado resulta asombroso. Por ejemplo, Sonia Castedo, la alcaldesa de Alicante, est¨¢ imputada: entra sonriente en los juzgados. Cualquiera de nosotros ir¨ªa cariacontecido. En efecto, no sabr¨ªa qu¨¦ cara poner. Pues no: ella, no.
Somos espectadores de una farsa muy dram¨¢tica. O somos marionetas. No hay un director que vele o vigile, pero te sientes zarandeado por alguna instancia o entidad suprema. Ahora parece que quien mov¨ªa los hilos era El Emperador, Gao Ping. No s¨¦ qu¨¦ cara poner tras pagar mis impuestos. El resultado no alienta, desde luego: nos desconciertan el crimen y las granjer¨ªas il¨ªcitas.
?Qu¨¦ tenemos en Espa?a? Una Monarqu¨ªa de futuro incierto y con adl¨¢teres de conductas poco ¨ªntegras. Menudo rostro. Tenemos un Gobierno debilitado, sometido a los vaivenes financieros y a los dictados europeos, que marcha a trompicones, haciendo desplantes. Tenemos un mercado de especulaci¨®n y poca producci¨®n, con negociantes avispados, muy vivos. Menuda cara. Tenemos una clase pol¨ªtica que peligrosamente pierde prestigio y legitimidad y una clase media que angustiosamente se contrae, se empobrece. A ver qu¨¦ cara se te queda.
Todo muda, salvo los partidos pol¨ªticos, que se aferran al funcionamiento at¨¢vico. El liderazgo, aunque mermado, a¨²n es el b¨¢lsamo de Fierabr¨¢s; la obediencia jer¨¢rquica, aunque deteriore y paralice, frena la iniciativa de los mejores militantes; la ideolog¨ªa, proclamada e invocada, se diluye. Y la organizaci¨®n es un armaz¨®n inm¨®vil. Echemos un vistazo a la Comunidad Valenciana.
El Partido Popular gana porque a¨²n no pierde, pero su futuro judicial no conforta: por la suma de sumarios y de presuntos caraduras. Los socialistas, que son estructura del Estado, precisan un servicio de urgencias para rehacer el cuerpo totalmente quebrantado. Tienen el rostro desfigurado. En Valencia, el PSPV corre el riesgo de desvanecerse. ?Para cu¨¢ndo una organizaci¨®n que premie la cualidad y el talento? ?Para cu¨¢ndo una refundaci¨®n? En fin. ?Y los restantes partidos? De circunscripci¨®n local, crecen con lentitud desesperante en un juego de suma cero que solo resta votos chiquititos a la izquierda tradicional.
Mientras tanto, los ciudadanos ven menguar sus haberes, sus salarios, ven achicarse sus patrimonios, ven a sus hijos sin trabajo y sin recursos, ven unos derechos acortados y ven podredumbres y mafias y abusos que les ofenden. El panorama es ciertamente desolador: no hay indicios que alivien o futuros prometedores. Por eso nos preguntamos: ?Cada uno recibir¨¢ su merecido?
Nos hemos habituado a los folletines, a las historias que tienen consumaci¨®n, cierre. Nos hemos acostumbrado a los desenlaces reparadores. Por eso, casi preferimos un final horroroso a un horror sin final. Cuidado. Cuidado con las aventuras o la malaventura de los plebiscitos, de los populismos. Tras las unanimidades y las ilusiones vienen los cirujanos de hierro: regresan otra vez los caraduras y los sinverg¨¹enzas.
Permanezcamos atentos a la pantalla. A ver qu¨¦ cara ponemos.
http://blogs.elpais.com/presente-continuo/
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