Morir con arte
Los cementerios son reclamos tur¨ªsticos en muchas ciudades europeas. Pero no en Madrid. Por eso joyas como el de San Isidro se han lanzado a hacer visitas guiadas.
No desentonar¨¢ con sombrero de copa y sombrilla. Visitar la necr¨®polis de San Isidro supone pasear entre lo m¨¢s selecto de la sociedad madrile?a del siglo XIX. Banqueros, marqueses y artistas ocupan las tumbas. Por eso no sorprende que Almudena Moreno, responsable de la llamada Sacramental de San Isidro, venga tan elegantemente vestida, pieles incluidas: ¡°Aqu¨ª no se enterraba a cualquiera: hab¨ªa que entrar muy recomendado. Hoy ya se ha abierto al p¨²blico general¡±, expone la solemnidad del camposanto.
Con motivo del d¨ªa de los difuntos, el cementerio organiza visitas desde el 27 de octubre al 4 de noviembre guiadas por una historiadora que repasa los panteones y ¨¢ngeles l¨¢nguidos m¨¢s destacados del enclave, un discreto mont¨ªculo al sur del Manzanares ¡ªel cerro de las ?nimas¡ª convertido en reserva de la arquitectura rom¨¢ntica de mayor calidad. El hoy considerado cementerio m¨¢s antiguo de Madrid naci¨® en 1811 como resultado de una c¨¦dula de Carlos III que obligaba a sepultar los cad¨¢veres fuera de la ciudad para limitar las epidemias. Comenz¨® por enterrar a miembros de la cofrad¨ªa del santo, pero se fue abriendo a personalidades de la nobleza y la alt¨ªsima burgues¨ªa. All¨ª descansa una parte considerable de los que han tenido poder y ganas para construir Madrid tal como es. En ¨¦l se encuentran los restos del marqu¨¦s de Salamanca. Por si quieren presentarles sus respetos, tambi¨¦n existe una zona en la que comparten espacio muchos de los grandes constructores espa?oles. Notablemente, el se?or Ban¨²s ¡ªpromotor del puerto con su nombre y del Valle de los Ca¨ªdos¡ª mora bajo un alto pin¨¢culo neog¨®tico.
Turismo funerario
- Las visitas guiadas al cementerio de San Isidro se desarrollan entre el 27 de octubre y el 4 de noviembre. Arrancan de su puerta principal a las 11.30 (paseo de la Ermita, s/n). Reservas en el correo electr¨®nico info@cementeriodesanisidro.com. Entre 6 y 4 euros por persona.
- Incluyendo la Almudena, hay 14 cementerios municipales en Madrid, todos gestionados por la Empresa Mixta de Servicios Funerarios de Madrid. "No hacemos ninguna visita guiada, y menos el d¨ªa de los difuntos, que no se puede ni andar de la cantidad de gente que viene", explican desde la empresa. Sin embargo, en la semana de la arquitectura (primerade octubre) la Junta Municipal de Ciudad Lineal ofrece un itinerario por la Almudena.
- Donde s¨ª cuentan con visita es en el cementerio de los Ingleses. Ser¨¢ el martes 30 a las 10.30. Parte de la calle del Comandante Fontanes, 7, junto a la entrada del camposanto, y la coordina el centro sociocultural Eduardo Chillida (913 33 91 41). La necr¨®polis la financi¨® la Embajada brit¨¢nica para compatriotas que, al no ser cat¨®licos, no pod¨ªan ser enterrados en los de la Almudena ni San Isidro. Alberga tumbas de la familia alemana Loewe, de los franceses Lhardy y de Thomas Price, creador del circo hom¨®nimo.
- La lista de monumentos funerarios en Madrid incluye la iglesia de San Sebasti¨¢n (Atocha, 39), San Francisco el Grande (San Buenaventura, 1) y el Pante¨®n de Hombres Ilustres (Juli¨¢n Gayarre, 3).
Los nueve patios del cementerio se disponen en terrazas. El m¨¢s nuevo permite a¨²n enterramientos, en los dem¨¢s, al ser Bien de Inter¨¦s Cultural, no se pueden realizar modificaciones (¡°hasta los cipreses est¨¢n protegidos¡±, explica Moreno, que amablemente nos hace de gu¨ªa), aunque las familias propietarias de los nichos s¨ª que pueden retirar cuerpos y sustituirlos por m¨¢s j¨®venes.
¡°Nosotros queremos una visita elegante, nada de morbo¡±, explica Almudena con una voz ligeramente ronca que le da toda la autoridad del mundo. No quiere saber nada de zombis ni historias de Halloween y se resiste a contar an¨¦cdotas de los enterrados. Solo da algunos detalles sobre el pante¨®n del doctor Velasco, un caballero con unas ideas muy discutibles de lo que un padre debe hacer con el cad¨¢ver de su hija. El periodista ve varias criptas abiertas y pregunta mezquinamente por ellas, pero no hay forma: ¡°Es para evitar que se condense humedad¡±, responde Almudena, decidida a no dejar un resquicio al misterio.
Los cementerios generan nostalgia: la ret¨®rica del ¡°polvo eres¡±, el ubi sunt¡ Todas esas cosas que recorren la mente del lector de un diario al leer informaciones sobre la sanidad y la educaci¨®n p¨²blicas. En San Isidro quieren romper ese manto tr¨¢gico y promocionar sus instalaciones como museo al aire libre y rinc¨®n para el paseo y la contemplaci¨®n. Argumentos art¨ªsticos no faltan. Todos los estilos de la arquitectura decimon¨®nica se concentran en sus calles: neocl¨¢sico, neorrom¨¢nico, neog¨®tico, neobarroco, bizantino, ecl¨¦ctico...
Una metr¨®poli funeraria
Con 49.000 cuerpos, se trata de una ciudad de los muertos patricios levantada por los mismos arquitectos que transformaron el oscuro Madrid medieval en una poblaci¨®n ajardinada y de ensanches luminosos: Vel¨¢zquez Bosco, el marqu¨¦s de Cubas, Ortiz de Villajos, Arturo M¨¦lida, Segundo de Lema, Repull¨¦s... Las grandes familias quisieron culminar su obra terrenal contratando una demostraci¨®n de poder¨ªo. Muchas veces, mientras trabajaban en obras en el Madrid de los vivos, los arquitectos experimentaban con soluciones m¨¢s osadas en casa de los ausentes. El resultado son un pu?ado de construcciones tan peculiares como el pante¨®n de los marqueses de Amboage, atravesado por un pararrayos y con un tejado cer¨¢mico.
El proyecto de promocionar San Isidro no es un arranque visionario. Las necr¨®polis de numerosas capitales son un reclamo tur¨ªstico. Ah¨ª est¨¢n los fabulosos cementerios parisinos (el cimeti¨¨re des chiens, para mascotas, es una de las debilidades de los versados en la materia), el Staglieno en G¨¦nova o el jud¨ªo de Praga. La Uni¨®n Europea se ocup¨® de reunir los m¨¢s conocidos y algunas joyas para paladares selectos (el colorido y extravagante Vesel de Sapata, Rumania) en una ruta de turismo funerario que incluye ejemplos espa?oles como Granada, Barcelona, o la Almudena de Madrid. ¡°La verdad es que se nos pas¨® lo de la ruta¡±, confiesa Moreno.¡°Pero cuando me enter¨¦, decid¨ª que hay que abrirse al mundo¡±.
En San Isidro no hay inquilinos medi¨¢ticos. No se ven l¨¢pidas autografiadas con besos de l¨¢piz de labios, no hay mate caliente como sobre la tumba de Cort¨¢zar en Montparnasse. Sin embargo no faltan ni los toreros (el Frascuelo) ni personajes populares de historia tr¨¢gica, como la cupletista La Fornarina, lavandera en el Manzanares hasta que salt¨® a la fama, int¨¦rprete de Clavelitos y estrella prematuramente fallecida. El camposanto tambi¨¦n ha permitido convivencias felices e inesperadas, como la de ¡ªa muchos metros de distancia¡ª la duquesa de Alba y Pepita Tud¨®. Dos mujeres, la noble y la amante de Godoy, a las que distintas versiones les atribuyen el posado de las majas desnuda y vestida de Goya. El propio pintor estuvo enterrado en San Isidro unos a?os antes de su traslado a San Antonio de la Florida.
¡°Mantener todo este patrimonio es muy complicado¡±, se lamenta Moreno. El cementerio se ocupa de las zonas comunes, pero no de los mausoleos. ¡°Muchas familias ni saben que tienen esto, y otras ya se han extinguido¡±. El aspecto del cementerio en algunos tramos es deslavazado. La decrepitud amplifica el efecto rom¨¢ntico, pero en algunos tramos es demasiado evidente. Esculturas decapitadas, vegetaci¨®n selv¨¢tica devorando algunas l¨¢pidas... Todo contribuye a convertir la morada de los se?ores madrile?os en un monumento al olvido y la decadencia. Un gran conjunto escultural de Agust¨ªn Querol es quiz¨¢s el ejemplo m¨¢s llamativos. La pieza es espectacular, pero est¨¢ muy da?ada porque la piedra caliza resiste mal el tiempo. ¡°La familia creo que ya ni existe¡±, cuenta Almudena. ¡°Yo tengo guardadas un par de cabezas para restaurarla alg¨²n d¨ªa¡±, cuenta midiendo de reojo el nivel de morbo que la afirmaci¨®n produce en el redactor. En medio de las figuras sin rostro por la humedad, solo sobreviven los rasgos de una mujer con un beb¨¦ en los brazos, a salvo de la erosi¨®n por el milagroso paraguas protector del ala de un ¨¢ngel.
Las subvenciones p¨²blicas han servido para restaurar alguna zona, pero esa posibilidad ya ni se contempla. El futuro de espacios de este tipo tampoco es luminosos. ¡°Es una pena que estos sitios ya no se repitan¡±, abunda Almudena. ¡°Las nuevas generaciones son m¨¢s pr¨¢cticas y recurren a la incineraci¨®n. Todo se ha encarecido mucho, a pesar de que aqu¨ª haya nichos a perpetuidad a partir de 1.000 euros¡±.
El paseo contin¨²a entre curiosidades como un sarc¨®fago que unos ¨¢ngeles suspenden por cadenas en su ascensi¨®n hacia el cielo, o piezas con la serena belleza del ?ngela de Monteverde en el pante¨®n de la familia La G¨¢ndara. Preocupados por la afluencia, en el cementerio viven estos d¨ªas pendientes del parte meteorol¨®gico, conscientes de que un poco de lluvia dar¨¢ prestancia esc¨¦nica al paseo, pero demasiada significar¨¢ que los se?ores se van a quedar con sus mejores galas esperando a las visitas mientras se enfr¨ªa el t¨¦.
Al acercarnos al pante¨®n de los duques de Denia salen proyectadas de su interior un par de piedras. ?Al fin el elemento sobrenatural? En absoluto: las ha lanzado desde dentro la se?ora que se ocupa de limpiarlo. La m¨²sica de su radio suena mientras Almudena muestra en el interior del mausoleo el Cristo fusilado esculpido por Mariano Benlliure: una figura en m¨¢rmol que se llev¨® un tiro en el pecho cuando durante la Guerra Civil el cementerio fue escenario de batallas y gran parte de las piezas de bronce se robaron para fundirse.
La se?ora de la limpieza es parte de las cinco familias que viven en el recinto. Ellas son responsables de los destellos de vida que lo pueblan, como los gatos que corretean entre las tumbas. ¡°Se encargan de vigilar y de que no entre gente a hacer tonter¨ªas: aqu¨ª queremos visitantes sean respetuosos¡±, cuenta Almudena en el patio quinto, uno de los puntos m¨¢s altos del paseo y due?o de unas fastuosas vistas de Madrid, con el estadio Vicente Calder¨®n a solo unos metros de distancia.
La visita llega a su fin. La anfitriona se despide en la puerta, junto a la ermita. Antes de salir al tr¨¢fico, volvemos la cabeza atr¨¢s una ¨²ltima vez para despedirnos de los se?ores con la esperanza de que, la pr¨®xima vez que nos veamos, a todos nos vayan un poco mejor las cosas.
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