?Hacen falta elecciones anticipadas?

Una de las pocas cosas en las que el Estatut d¡¯Autonomia de la Comunidad Valenciana aprobado en 2006, por lo general fallido y bastante decepcionante, introdujo alguna novedad con un m¨ªnimo de relieve y sustancialidad es que, por fin, atribuy¨® al Presidente de la Generalitat la capacidad para disolver nuestras Cortes y convocar elecciones.

Esta era una capacidad que ten¨ªan reconocida desde hace a?os en muchas comunidades aut¨®nomas y que es esencial para dotar de un m¨ªnimo de car¨¢cter propio a las din¨¢micas pol¨ªticas auton¨®micas. Como se comprender¨¢, que los tiempos en que se llama a la ciudadan¨ªa a decidir qui¨¦nes son sus representantes sean marcados siempre por una instancia central superior y se deban acompasar para que se realicen comicios a la vez en comunidades aut¨®nomas y Ayuntamientos, con independencia de cu¨¢les puedan ser las circunstancias (incluyendo p¨¦rdidas de mayor¨ªas pol¨ªticas de apoyo al Gobierno de turno), revela hasta qu¨¦ punto se tiene por poco seria y poco relevante la pol¨ªtica auton¨®mica. Que en el Pa¨ªs Valenciano hayamos tardado tanto en tener a nuestra disposici¨®n esta posibilidad es significativo. Pero casi tanto o m¨¢s lo es el hecho de que el marco mental que nos dice que eso de convocar elecciones por nuestra cuenta es inconcebible (propio s¨®lo de andaluces, gallegos, catalanes o vascos) siga plenamente instalado en las cabezas de todos.

De otro modo no se explica que no haya un debate muy profundo sobre la necesidad, que cada d¨ªa resulta m¨¢s evidente, de que los valencianos nos pronunciemos sobre lo que se nos viene encima. A estas alturas parece ya claro, de hecho, que junto a recortes de intensidad creciente y salvaje en Sanidad y Educaci¨®n, en la l¨ªnea de lo que comentamos hace ya a?os en este espacio, vamos a tener un ¡°redimensionamiento¡± (es decir, m¨¢s tijera) de gran envergadura en lo que se refiere al per¨ªmetro de nuestra Administraci¨®n auton¨®mica. Y pocas dudas pueden albergarse, dado el grav¨ªsimo estado de nuestras finanzas p¨²blicas y de sus negras perspectivas de futuro (no hay visos de mejor¨ªa, sino al rev¨¦s) debido a los problemas de financiaci¨®n de los que hemos hablado desde hace tiempo tantas veces, respecto de que la din¨¢mica va a desembocar en el cuestionamiento mismo de la autonom¨ªa de que nos dotamos hace 30 a?os. Parece, la verdad, un c¨²mulo de consideraciones suficientemente relevante como para que los ciudadanos sean llamados a votar dado que hace apenas a?o y medio, por incre¨ªble que parezca, ninguno de estos temas fue objeto del m¨¢s m¨ªnimo debate.

Las cosas, ahora, al menos se ven con claridad. No hay dinero para mantener el tinglado en sus perfiles actuales. Para que lo haya habr¨ªa, saliendo de la crisis o no, que modificar sustancialmente la relaci¨®n de la Comunidad Valenciana con Espa?a y el modelo de financiaci¨®n. Y, si no se hace, las alternativas son las que son: recortes enormes o recentralizaci¨®n. As¨ª pues, quiz¨¢s sea un buen momento para preguntarnos, como valencianos, cu¨¢l de estas diferentes alternativas queremos. M¨¢s que nada porque, si no, tarde o temprano (y parece que no estamos hablando de a?os sino de meses) estas decisiones van a estar, s¨ª o s¨ª, encima de la mesa. Que sea un Gobierno con la muy limitada legitimidad del actual Consell quien decida por nosotros puede ser desastroso desde muchos puntos de vista.

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