Aquel querido pa-pa-pa-paam
En la 'Quinta' de Beethoven que se escuch¨® en el Auditori de Barcelona est¨¢n las cuatro notas m¨¢s famosas de la historia de la m¨²sica
Doble debut en la ciudad propiciado por el ciclo Orquestres internacionals a l'Auditori organizado por la agencia Iberc¨¤mera: el de la soprano canadiense Measha Brueggergosman y el del director fin¨¦s Jukka-Pekka Saraste, dos figuras que cotizan al alza. En el escenario, adem¨¢s, la Orquesta Sinf¨®nica de la Radio de Colonia WDR, una de las muchas buenas orquestas alemanas, pero no la mejor.
Orquesta Sinf¨®nica de la Radio de Colonia WDR
Measha Brueggergosman, soprano
Jukka-Pekka Saraste, director
Obras de Sibelius, Strauss y Beethoven
Temporada de conciertos de Iberc¨¢mera.
Auditori. Barcelona, 19 de noviembre.
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Se empez¨® con Las ninfas del mar de Jan Sibelius, un peque?o poema sinf¨®nico datado en 1914. Una vez escuchado, qued¨® claro que la ninfa de mar es claramente menos sabrosa e interesante que la de r¨ªo -la n¨¢yade- o la de bosque, ampliamente glosadas por la literatura la pintura y la m¨²sica desde tiempos inmemoriales.
Se sigui¨® con Richard Strauss. Cuando un anciano de 84 a?os que ha dedicado su vida a componer canciones y canciones gordas (¨®peras) titula una partitura Cuatro ¨²ltimas canciones, es para tom¨¢rselo en serio, m¨¢xime si la ¨²ltima, titulada significativamente En el atardecer, termina con el verso Ist das etwa der Tod? (?Es esto acaso la muerte?). Las Cuatro ¨²ltimas canciones son una pieza ¨²nica, memorable; se cantan y se interpretan con un intenso recogimiento. Hay que hacer pasar la voz sobre la orquesta, cierto, pero hay que buscar siempre la intimidad. Measha Brueggergosman, una soprano de voz importante, las cant¨® desde fuera, como si no fueran las "cuatro ¨²ltimas canciones" de alguien. La orquesta tambi¨¦n se mantuvo fuera de la partitura.
En la segunda parte vino una interpretaci¨®n m¨¢s de la sinfon¨ªa de las sinfon¨ªas, la Quinta de Beethoven, la del "pa-pa-pa-paam", las cuatro notas m¨¢s famosas de la historia de la m¨²sica.
Esta obra perfecta que te agarra desde el principio y no te suelta hasta el final y que todo el mundo deber¨ªa escuchar, con car¨¢cter preventivo, al menos una vez al a?o, recibi¨® una buena interpretaci¨®n por parte de la orquesta alemana, con una cuerda grave imponente que respiraba con profundidad. Fue una interpretaci¨®n "a la antigua", es decir, sin instrumentos de ¨¦poca ni criterios historicistas y con cien m¨²sicos sobre el escenario d¨¢ndole alegremente al viejo y querido "pa-pa-pa-paam".
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