M¨¦todo Liddell
Ang¨¦lica Liddell ofrece en 'Ping Pang Qiu' un docudrama perform¨¢tico de denuncia sobre China
Si est¨¢ usted muy solo, tanto que le sobra tiempo; si ya no es capaz de vivir como una persona normal, si la desesperanza le puede, m¨¢rquese un objetivo y c¨²mplalo. La disciplina no es cara. Pruebe, por ejemplo, a aprender chino. A Ang¨¦lica Liddell le est¨¢ funcionando. Vi¨¦ndola bailar a ritmo de cha-cha-cha al final de este nuevo espect¨¢culo, Ping Pang Qiu, si no supi¨¦ramos nada de ella, de la insatisfacci¨®n, la depresi¨®n, la rabia, la impotencia que la caracterizan y que son el motor de sus trabajos, dir¨ªamos que es una mujer feliz.
?Contra la tristeza permanente, horarios y rutinas, o la tarea colosal de llegar a memorizar los 4.000 caracteres chinos necesarios para poder leer en ese idioma: esta condena autoimpuesta, nos dice, la ha llevado a establecer una relaci¨®n de amor con China. ¡°Porque China dej¨® de existir hace 45 a?os¡±. Y ese deseo por lo imposible, a explicarnos, acompa?ada en escena por otros tres int¨¦rpretes y un perro, lo que fue la Revoluci¨®n Cultural china de los a?os sesenta. El Libro Rojo de Mao, los guardias rojos y su uso del terror, los abusos a maestros y educadores, los suicidios de la poblaci¨®n, los asesinatos que el r¨¦gimen hac¨ªa pasar por suicidios, las deportaciones, la hipocres¨ªa pol¨ªtica en la relaci¨®n diplom¨¢tica entre China y los Estados Unidos durante la d¨¦cada de los setenta, los severos c¨®digos de conducta, etc¨¦tera. La denuncia del exterminio del mundo de la expresi¨®n, en definitiva.
Ping Pang Qiu es algo as¨ª como un docudrama perform¨¢tico que se ampara en un acto de amor. De ah¨ª que Orfeo ed Euridice de Gluck sea su banda sonora. Un v¨ªdeo con im¨¢genes de tanques en Tiananmen y acciones varias apoyan una narraci¨®n tremendamente did¨¢ctica, tanto que cae en lo ingenuo. Tiene un momento bonito, cuando ella misma sigue los pasos de los manifestantes de Tiananamen con la ¨®pera de fondo y arma una peque?a coreograf¨ªa. Dice, sin embargo, al acabar la escena, que el momento bonito de verdad no nos lo puede ofrecer porque la int¨¦rprete china que deb¨ªa protagonizarlo se raj¨® del proyecto por miedo a las represalias. Lo que nos faltaba. Como dijo un amigo a la salida, lo de la china solo se aguanta si es un cuento, si es un artificio que nos hace pasar por real para incidir en la libertad de expresi¨®n. La denuncia por la denuncia, sin elaboraci¨®n art¨ªstica, se queda en eso, en denuncia. Es de esperar que la reciente Premio Nacional de Literatura Dram¨¢tica haya ido un poco m¨¢s all¨¢ en su ¨²ltimo trabajo.
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