Contra la impunidad
"Lo bien cierto es que, en punto a la corrupci¨®n que ha prosperado por estos pagos, tanto el trabajo de la polic¨ªa como el de la justicia, ha sido manifiestamente mejorable"
Como es bien sabido y padecido, el Pa¨ªs Valenciano ha venido siendo hasta fechas muy recientes un generoso proveedor de esc¨¢ndalos pol¨ªtico-econ¨®micos que han merecido amplias coberturas medi¨¢ticas, ya fuera por la audacia del desm¨¢n, el desparpajo de los protagonistas, la cuant¨ªa de la rapi?a o la concurrencia de todas estas circunstancias. Recu¨¦rdense los afamados casos Brugal, G¨¹rtel, Urdangarin, Emarsa, Cooperaci¨®n y Carlos Fabra, el decano de todos ellos, as¨ª como otros muy numerosos de menor relieve publicitario urdidos en torno al urbanismo y las complicidades municipales. Tanta bulla ilegal y a menudo desvergonzada ha acabado convirti¨¦ndonos ¡ªdigo de la Comunidad¡ª en un emporio de implicados que esperan su lugar en el banquillo y una sentencia que se demora con gravosas consecuencias para el saneamiento de la vida p¨²blica y del malversado prestigio de la pol¨ªtica.
No vamos a demorarnos en considerar la lentitud cong¨¦nita de la justicia, que por lo general responde a causas razonables, como son la naturaleza compleja y delicada de su funci¨®n, as¨ª como la eventual escasez de medios materiales y personales. Aunque, evidentemente, no siempre es as¨ª. En ocasiones ¡ªpocas¡ª su eficiencia resulta sorprendente mientras que en otras ¡ªlas m¨¢s¡ª se ralentiza hasta extremos indignantes o punibles, como si desde alguna instancia se arbitrase su celeridad o modorra. Pensemos en la desmedida morosidad que marca los procesos en que anda enredado quien fuera presidente de la Diputaci¨®n de Castell¨®n. Pasan los a?os y por las causas que le ata?en desfilan jueces y fiscales sin que se produzca el obligado fallo, lo que no deja de ser motivo de rechifla y descr¨¦dito de los juzgadores y de la misma justicia.
Algo semejante, aunque no tan exagerado, acontece con esa numerosa tropa de justiciables implicados en los referidos y aludidos casos de corrupci¨®n. Es asombroso que despu¨¦s del tiempo transcurrido y los presuntos delitos divulgados, incluso con pelos y se?ales, solo un individuo aparentemente secundario ¡ªdecimos de Augusto C¨¦sar Tauroni¡ª haya pisado o permanezca en el trullo. Un juez con quinquenios de oficio opinaba que la pausada o cachazuda acci¨®n judicial se deb¨ªa en buena parte a la deficiente investigaci¨®n de la polic¨ªa, una laguna especialmente relevante ¡ªdec¨ªa¡ª en un r¨¦gimen legal tan garantista como el vigente, donde la acusaci¨®n, adem¨¢s de bien atada, ha de observar minuciosamente los requisitos procesales para que el procesado no se escurra por las fisuras del procedimiento. Hay letrados que son verdaderos artistas en el aprovechamiento de tales formalidades.
Un criterio que contrasta con el del dirigente del Sindicato Unificado de Polic¨ªa Jos¨¦ Manuel S¨¢nchez Fornet, para quien la justicia, sumariamente dicho, se frena cuando tiene que investigar a los pol¨ªticos. Se frena o en ocasiones se derrite, a?adimos, como se ha podido constatar en algunos episodios judiciales valencianos sombreados por la prevaricaci¨®n e incluso la complacencia de algunos miembros del jurado. Lo bien cierto es que, en punto a la corrupci¨®n que ha prosperado por estos pagos, tanto el trabajo de la polic¨ªa como el de la justicia, ha sido manifiestamente mejorable, por describirlo sin la menor insidia. Si a ello le a?adimos la laxitud, ineptitud o complicidad del PP gobernante se comprende el clima de impunidad que en el marco de esta autonom¨ªa ha favorecido a tanto sinverg¨¹enza.
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