La patronal toma el mando
"El caso es que ahora que los empresarios se ponen en su sitio, el presidente de la Generalitat abandona el suyo. No hay manera"
Hubo un tiempo (todav¨ªa demasiado reciente) en el que las organizaciones empresariales valencianas fueron una reata obediente de la Generalitat, un eco subyugado de las consignas del Consell gobernado por el PP. Si hasta la llegada de Eduardo Zaplana al Palau, Cierval y el PP conformaban un todo (la patronal no fue solo la oposici¨®n al Consell de Joan Lerma, sino la que recompuso a la derecha en el PP tras el naufragio de UCD, situ¨® a uno de los suyos ¡ªPedro Agramunt¡ª al frente y luego propici¨® el pacto del pollo con Lizondo y Zaplana para deshacer el empate electoral de 1995), a partir de ese momento las principales organizaciones empresariales valencianas se rindieron al presupuesto y quedaron reducidas al fondo del conducto reglamentario, a meras ejecutoras de consignas y directrices.
Ese fue, sin duda, un gran m¨¦rito de Zaplana, que cerr¨® la boca a los empresarios llen¨¢ndosela con trozos de pastel. Pero tambi¨¦n fue el descr¨¦dito de la clase empresarial valenciana (tan emprendedora, tan decisiva en la construcci¨®n de nuestra identidad econ¨®mica), que anul¨® su activismo y se desentendi¨® del compromiso c¨ªvico para reducirse a una pat¨¦tica caricatura golosa de s¨ª misma. En esos a?os los empresarios hicieron negocios f¨¢ciles y dispararon sus niveles de colesterol, pero a cambio fueron ¨¢rido de relleno y agitadores de pompones en los desfiles de la reina de la cabalgata. S¨ªntomas, sin duda, no solo de su agotamiento sino de que ni la Transici¨®n ni la modernidad hab¨ªan logrado penetrar en esas organizaciones.
Por suerte, llegaron los puntos de inflexi¨®n, como la llegada de Jos¨¦ Vicente Gonz¨¢lez a la Confederaci¨®n Empresarial Valenciana, que instaur¨® la equidistancia pol¨ªtica. Y su posterior acceso a la presidencia de Cierval, que ha terminado sacando a la patronal de debajo de la solapa de la Generalitat, la ha centrado en lo que es intr¨ªnsecamente suyo y ha avivado su responsabilidad c¨ªvica respecto del impacto econ¨®mico de las inversiones de las Administraciones.
Y ahora, tras el impulso hacia la sensatez que le dio Francisco Pons a la Asociaci¨®n Valenciana de Empresarios (AVE), su sustituto, Vicente Boluda, da un salto cualitativo en este selecto e influyente lobby para pulverizar definitivamente la tradicional imagen de los empresarios yendo a remolque de la Generalitat. AVE adelanta al Consell al exigir el pacto fiscal para la Comunidad Valenciana y se sit¨²a en la vanguardia reivindicativa de la financiaci¨®n auton¨®mica. Es una poderosa imagen para los empresarios y, sin duda, beneficiosa para el inter¨¦s general de los valencianos porque, adem¨¢s, aporta vigor a su musculatura civil. Pero esa imagen tambi¨¦n reduce al Gobierno valenciano a su estructura exacta: el cero a la izquierda.
Boluda ha expresado todo aquello que tendr¨ªa que haber dicho y ha callado el presidente Alberto Fabra: que el trato del Gobierno central hacia los valencianos es vejatorio porque pagamos por encima de la media y recibimos por debajo del resto, ¡°estando por debajo en PIB por habitante¡±, y que el sistema de financiaci¨®n (ni los del PSOE, ni los del PP, ni siquiera el que impuls¨® Zaplana o la filfa de la cl¨¢usula Camps) no nos sirve. El caso es que ahora que los empresarios se ponen en su sitio, el presidente de la Generalitat abandona el suyo. No hay manera.
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