La depresi¨®n del PSC
Los socialistas perdieron el 25 de noviembre la ¨²ltima posici¨®n relevante que les quedaba en Catalu?a: ser la primera fuerza de la oposici¨®n
Los socialistas perdieron el 25 de noviembre la ¨²ltima posici¨®n relevante que les quedaba en Catalu?a: ser la primera fuerza de la oposici¨®n. Su primer secretario, Pere Navarro, que en la pasada legislatura no era diputado auton¨®mico, lo es en la que ahora va a comenzar pero no ser¨¢ el l¨ªder de la oposici¨®n. Este retroceso se a?ade a una cadena de derrotas que comenz¨® en 2010 en las elecciones auton¨®micas y continu¨® en las municipales y legislativas de 2011. En estos dos a?os largos, el PSC ha dejado de formar parte del Gobierno de Espa?a y de presidir la Generalitat de Catalu?a, el Ayuntamiento y la Diputaci¨®n de Barcelona y ha pasado a ser la tercera fuerza del Parlamento catal¨¢n.
Adem¨¢s de contundente, la ca¨ªda ha sido vertiginosa. No hace mucho el PSC estaba en la mejor de las posiciones, batiendo r¨¦cords como fuerza de gobierno en todas las instituciones. En las elecciones al Parlament de 2003, super¨® a CiU en 8.000 votos (aunque obtuvo 4 esca?os menos). En 1999, la coalici¨®n del PSC y Ciutadans pel Canvi creada por Pasqual Maragall obtuvo 58.000 votos m¨¢s que CiU (aunque tambi¨¦n cuatro esca?os menos), la cota m¨¢s alta nunca alcanzada por los socialistas en unas auton¨®micas. Y en las legislativas de 2008, el PSC aport¨® 1.689.911 votos a la victoria del PSOE.
Vistos los datos, es f¨¢cil comprender que el PSC lleve una larga temporada sumido en la depresi¨®n. Lo es, adem¨¢s, porque el retroceso del socialismo no es una circunstancia catalana. M¨¢s bien al rev¨¦s, al PSC le ha llegado bastante m¨¢s tarde que al PSOE en otras partes de Espa?a. El socialismo espa?ol perdi¨® las legislativas en Madrid en un ya lejano 1986 y no las ha vuelto a ganar all¨ª. Perdi¨® la alcald¨ªa de la capital de Espa?a en 1989 y no la ha recuperado. Y perdi¨® el gobierno de aquella comunidad aut¨®noma en 1991. Es un calendario similar al de sus derrotas en Valencia. El resultado global de los socialistas encabezados por Alfredo P¨¦rez Rubalcaba en 2011 fue el registro m¨¢s bajo del PSOE desde la Transici¨®n.
O sea que no se trata de un desastre exclusivamente catal¨¢n. Un vistazo al panorama europeo aportar¨ªa m¨¢s datos en la misma direcci¨®n. Esto no impide que haya elementos espec¨ªficos del PSC en tan abrupto descenso. En los dos ¨²ltimos a?os ha tomado mayor relieve la mala posici¨®n en que el PSC ha quedado en el debate nacional catal¨¢n. O en el debate catal¨¢n sobre la naci¨®n y el Estado. El PSC ha sido desde su nacimiento en 1978 como agregaci¨®n de diversos partidos, el PSOE entre ellos, un partido bi-nacional, una fuerza que ha integrado en su seno, y en la articulaci¨®n de grandes contingentes electorales, a ciudadanos que se tienen a s¨ª mismos por nacionales de Catalu?a y a otros que se tienen por nacionales de Espa?a, adem¨¢s de aquellos que, de forma ret¨®rica o ideol¨®gica, se tienen por no nacionales de naci¨®n alguna.
La condici¨®n del PSC como partido integrador est¨¢ ahora en crisis y una parte del socialismo catal¨¢n tiene la tentaci¨®n de crear una nueva fuerza, no vinculada org¨¢nicamente al PSOE mientras ¨¦ste mantenga lo que quienes as¨ª piensan consideran que es una visi¨®n uninacional de Espa?a y un federalismo hueco. Quieren acabar con la dependencia del PSC de un partido de ¨¢mbito espa?ol que, por un obvio condicionante demogr¨¢fico, ser¨¢ siempre mayor.
Al mismo tiempo, algunos socialistas interpretan que el PSC ha entrado en un proceso de desagregaci¨®n, una espiral inversa a la que le engrandeci¨® desde 1978. Las derrotas municipales y bajas como la de Ernest Maragall, un par de a?os despu¨¦s de la de Ferran Mascarell, entre otras, expresar¨ªan esta din¨¢mica. La fuerte derrota electoral del 25 de noviembre ser¨ªa otra vertiente del mismo proceso. La referida a lo que denominan como partido electoral. Es decir, al cuerpo social que durante m¨¢s de dos d¨¦cadas ha mantenido al PSC como el gran partido catal¨¢n ganador de todas las elecciones en las que se registraba mayor participaci¨®n. Hasta que en las del pasado 25 de noviembre, tambi¨¦n con alta participaci¨®n, este contingente se ha desagregado, con el abandono de 1,1 millones de electores respecto a las ¨²ltimas legislativas y de 600.000, respecto a las auton¨®micas de 2003.
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