James Conlon extrae lo mejor de la OSG
El programa parec¨ªa estar dise?ado para lucir orquesta y someter a una dura prueba su calidad y ambas cosas se hicieron a fondo con obras de Berlioz y Dvorak

La Orquesta Sinf¨®nica de Galicia, dirigida por primera vez por el titular de la ?pera de Los ?ngeles, James Conlon, alcanz¨® el lunes uno de esos momentos de gloria en los que la orquesta coru?esa da lo mejor de s¨ª misma. Un esfuerzo que no solo se tradujo en la fort¨ªsima ovaci¨®n final sino que se pudo constatar a lo largo del concierto en la especial concentraci¨®n y entrega de cada profesor de la OSG; en sus gestos de satisfacci¨®n por el placer de hacer m¨²sica como el gran conjunto sinf¨®nico que forman, especialmente en esas ocasiones en que desde el podio se irradia una autoridad art¨ªstica indiscutible que motiva a cada m¨²sico en cada nota que produce.
El programa parec¨ªa estar dise?ado para lucir orquesta y someter a una dura prueba su calidad y ambas cosas se hicieron a fondo con obras de Berlioz y Dvorak, una selecci¨®n de piezas sinf¨®nicas del Romeo y Julieta del franc¨¦s y la Sinfon¨ªa n? 8 del checo. La primera parte del Romeo¡ permiti¨® a Conlon y la OSG hacer brillar esta partitura de uno de los mejores orquestadores de la historia de la m¨²sica. Tras una cierta ca¨ªda de tensi¨®n expresiva en la segunda, que habr¨ªa necesitado algo m¨¢s de ensayo, en La Reine Mab, la F¨¦e des Songes se cre¨® un clima m¨¢gico en el que el canto en stacatto de los violines y el d¨²o en un¨ªsono de flauta y corno ingl¨¦s parecieron flotar sobre un revoloteo de vagalumes.
Para rematar, una Octava de Dvorak de libro. Apenas cabe se?alar detalles cuando la calidad es excelsa en la totalidad, como fue por parte de orquesta y director. El inicio augur¨® una noche especial: la calidad de las secciones de la OSG y la soberbia direcci¨®n de Conlon, con una envidiable flexibilidad y firmeza de ritmo y una expresi¨®n llena de musicalidad la hicieron posible. La serenidad de su introducci¨®n, el color de cada grupo instrumental, las excelentes intervenciones de cada solista y los distintos ambientes sucesivamente cargados de dinamismo o serenidad la materializaron en sonidos y emociones.
La frialdad de un Palacio de la ?pera con poco m¨¢s de la mitad del aforo ocupado hab¨ªa sido vencida por la m¨²sica llevada a su mejor expresi¨®n por ochenta grandes m¨²sicos, una direcci¨®n magistral y el calor del p¨²blico justamente entusiasmado.
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