Sigue siendo aquel
Fiel a sus excesos esc¨¦nicos y a sus 'cl¨¢sicos', Raphael triunfa en un Coliseum que no se llen¨®
Alguna cosa est¨¢ cambiando. El teatro Coliseum de Barcelona no alcanz¨® a llenarse en la primera de la sesiones de la nueva visita del m¨ªtico Raphael a la ciudad. Claro que son cinco noches las que ha programado el artista de Linares, por lo que al final seguro que los n¨²meros salen pero en un concierto de Raphael no es habitual encontrar sillas vac¨ªas, la totalidad de los palcos discretamente cubiertos por una cortina para no mostrar su interior vac¨ªo y bastantes huecos en las partes altas.
?Algo est¨¢ cambiando, efectivamente, pero Raphael no. Sigue siendo el mismo, sigue siendo aqu¨¦l y eso es lo que sus seguidores quieren y esperan. Esa fidelidad a su propia imagen, y todos los excesos esc¨¦nicos que conlleva, es lo que alzaba sistem¨¢ticamente, como si dispusieran de un resorte, a las tres primeras filas de platea de sus asientos al concluir cada canci¨®n.
RAPHAEL
Teatro Coliseum
Barcelona
5 de Noviembre de 2012
Esta vez la gira se titulaba expl¨ªcitamente Lo mejor de mi vida y eso fue exactamente lo que ofreci¨® el cantante en el Coliseum. Comenz¨® directamente con Mi gran noche y, a partir de ah¨ª, plante¨® un recorrido existencial que le llev¨® hasta 1960 y su primera colaboraci¨®n con Manuel Alejandro. A ese insustancial (¡°estaba encima la censura y las canciones ten¨ªan que ser blancas¡±) T¨², Cupido siguieron otros temas de la ¨¦poca; Raphael subi¨® y baj¨® por las escaleras que coronaban el escenario y hasta se marc¨® un twist. Y siempre con una sonrisa en la boca.
Despu¨¦s en un zig-zag continuo por su historia recuper¨® alguna de las ¨²ltimas canciones que Alejandro le ha escrito, version¨® a autores aparentemente tan dispares entre s¨ª y de ¨¦l como Serrat, Adamo, Armando Manzanero, Astor Piazzolla o Violeta Parra (y las tres primeras filas segu¨ªan alz¨¢ndose al un¨ªsono al final de cada canci¨®n) y hasta lleg¨® a hacer un d¨²o (Volver) con un Carlos Gardel surgido de una radio a?eja.
Fueron sus tangos, interpretados a solas con su pianista argentino, probablemente lo m¨¢s intenso de la larga velada pero fueron sus joyas de la corona (en sus propias palabras) las que excitaron al personal una vez tras otra. Sigue siendo aqu¨¦l y, tras volver a escucharle en directo, y a pesar de sus 69 a?os, da la impresi¨®n de que seguir¨¢ si¨¦ndolo por mucho tiempo.
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