¡°Comeremos el turr¨®n aqu¨ª dentro¡±
Afectados por las preferentes extreman sus protestas ante el temor a una quita y el fin del arbitraje y se enclaustran en sucursales y salones de plenos
Como muchos otros d¨ªas en los ¨²ltimos meses, el lunes 3 de diciembre Paca Alonso cogi¨® un autob¨²s para ir al centro de Gondomar a participar de las protestas habituales en la sucursal que Novagalicia Banco tiene frente a la casa consistorial. Con otros afectados por las participaciones preferentes y obligaciones subordinadas, esta mujer de 60 a?os iba a contribuir al colapso de la oficina, pidiendo cambio en monedas de un c¨¦ntimo. Pero ese d¨ªa dijo basta. ¡°Yo quiero mi dinero¡±, le solt¨® al director, que le contest¨® que eso no era posible, seg¨²n el relato de un testigo. ¡°Pues de aqu¨ª no me marcho hasta que me lo deis¡±, replic¨®. Cuando cerr¨® la oficina se hizo fuerte en el cajero.
En realidad, Paca no aguant¨® mucho: al mediod¨ªa siguiente los problemas de salud que arrastra la enviaron a casa. Pero la mecha estaba prendida y un grupo de perjudicados se hab¨ªa movilizado para organizar relevos. Llevaron unas sillas y una mesa, y empapelaron la entrada con carteles alusivos a la ¡°estafa¡± que, a su juicio, perpetraron las antiguas cajas, y a las indemnizaciones millonarias que percibieron algunos de sus gestores. Como cuando Rosa Parks se neg¨® a cederle el asiento a un blanco en el bus y desat¨® las protestas por los derechos civiles en los Estados Unidos de 1955, el gesto de espont¨¢nea desesperaci¨®n de la mi?orana ha inaugurado una nueva fase en las protestas de este colectivo.
El viernes la emulaban dos personas en Cangas, y anteayer la plataforma de O Baixo Mi?o organizaba otro encierro, en el Ayuntamiento de O Rosal. Varios afectados consultados dan por hecho que habr¨¢ m¨¢s ocupaciones. De momento, se mantiene una discrepancia sobre el lugar m¨¢s adecuado para realizarlas. Unos creen que en la propia entidad ¡ª¡°son ellos los que nos robaron¡±, esgrimen¡ª, mientras que otros consideran que es un ¡°problema pol¨ªtico¡± que ha de tener una ¡°soluci¨®n pol¨ªtica¡±, por lo que optan por asentarse en los consistorios gobernados por el PP.
El banco, por su parte, admite el deterioro de la imagen de marca y confirma que ha presentado denuncias ante la Guardia Civil para poner fin a las ocupaciones. Hasta la fecha la acci¨®n policial se ha limitado a identificar a algunos participantes y a pedirles verbalmente que abandonasen los cajeros. Sin ¨¦xito.
En los tres encierros comparten el hartazgo por la situaci¨®n, el sentimiento de haber sido enga?ados por empleados en los que confiaban y de haber sido abandonados por los gobernantes. Y el miedo a una quita y al fin de la v¨ªa del arbitraje. Algunos se acercan al periodista para contar su historia, y para disparar a diestro y siniestro. Contra N¨²?ez Feij¨®o, contra Castellano, contra Gayoso, contra el Rey. Tambi¨¦n es com¨²n la solidaridad entre ellos, un cierto esp¨ªritu colectivo que sintetiza Xulio Vicente, de O Rosal.¡°Yo no me muevo de aqu¨ª hasta que el ¨²ltimo de los 200 de la plataforma cobre¡±, expone. En agosto, cuenta, la Xunta le ofreci¨® el arbitraje sin haberlo solicitado, tres horas despu¨¦s de haber criticado ante la prensa la gesti¨®n del Ejecutivo gallego. Lo rechaz¨®. Algunos de los movilizados ya han cobrado, pero mantienen la protesta. Tambi¨¦n los hay que, una vez con el dinero en el bolsillo, depusieron la actitud combativa.
En cualquier caso, el buen ambiente ayuda a sobrellevar las incomodidades, compendiadas al un¨ªsono en una: el fr¨ªo intenso. En Gondomar, al menos, desde hace un par de d¨ªas enchufaron un peque?o calefactor el¨¦ctrico en la casa de un vecino del edificio. Es en Cangas donde se llevan la peor parte; de los dos que hacen noche, uno duerme dentro del cajero y otro en una tienda de campa?a en el exterior. ¡°Es muy duro¡±, dice Sonia Pardo, que comenz¨® la ocupaci¨®n el pasado viernes junto a Antonio Gra?a. Este empleado municipal padece fibromialgia y un cuadro de depresi¨®n y ansiedad cr¨®nicas, pero a¨²n as¨ª no decae. ¡°Tengo fuerza, algo que me empuja, es el trabajo de toda mi vida¡±, comenta.
Gra?a acusa al director de la sucursal de intentar chantajearle. ¡°Si te portas bien puede que te devuelvan el dinero¡±, cuenta que le sugiri¨®. Por su parte, Pardo, desempleada y con una hipoteca que afrontar sin los ahorros atrapados, denuncia m¨²ltiples irregularidades en la gesti¨®n de su dinero. Por ejemplo, que lo depositado en una cuenta de su hija fue reinvertido en productos de riesgo sin consultar. Ambos, junto con una veintena de espont¨¢neos, coinciden con sus compa?eros de las otras plataformas en que llegar¨¢n hasta el final. ¡°No tenemos otra, del trabajo aqu¨ª y de aqu¨ª al trabajo¡±, resume su rutina de los ¨²ltimos d¨ªas una de las activistas.
En O Rosal todo el colectivo se volc¨® en el cierre, as¨ª que la organizaci¨®n es mayor. El sal¨®n de plenos cobija contra el fr¨ªo, y adem¨¢s est¨¢n equipados con televisi¨®n ¡ªcortes¨ªa de un comercio local¡ª, barajas de cartas y botellas de vino del pa¨ªs, un producto abundante en la zona. ¡°Comeremos el turr¨®n aqu¨ª, es lo que tenemos pensado; no nos vamos a mover hasta que nos devuelvan todo nuestro dinero¡±, enfatiza un afectado.
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