Historia de una ignominia
El PP de Camps arras¨® la autonom¨ªa y la sembr¨® de sal para que nunca m¨¢s brotara la semilla
Cada decisi¨®n de los tribunales es un clavo m¨¢s en el ata¨²d pol¨ªtico de Francisco Camps. La semana que concluye ha sido tremenda. El Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana ha ordenado el procesamiento de Vicente Rambla, Milagrosa Mart¨ªnez y ?ngelica Such, vicepresidente y consejeras de turismo con Camps, por los presuntos delitos de prevaricaci¨®n, tr¨¢fico de influencias, falsedad documental y cohecho. El mismo d¨ªa, el Tribunal Supremo anulaba la decisi¨®n de prohibir las emisiones de TV3 y la sanci¨®n de 350.000 euros que el Consell del expresidente impuso a Acci¨® Cultural del Pa¨ªs Valenci¨¤. Dos varapalos judiciales que ven¨ªan a subrayar algo que ya sabido. Nunca en la historia reciente de la Comunidad Valenciana se toler¨®, consinti¨® y practic¨® la corrupci¨®n como en la desgraciada etapa en la que Francisco Camps ocup¨® la presidencia de la Generalitat. Y jam¨¢s se padeci¨® gobierno tan sectario, incapaz de solucionar los problemas de los valencianos, pero siempre dispuesto a aniquilar al adversario pol¨ªtico, cultural o medi¨¢tico. El hombre cuyo ¨²nico m¨¦rito para dirigir la m¨¢xima instituci¨®n auton¨®mica fue caerle en gracia a Eduardo Zaplana ha conseguido, como se propuso, pasar a la historia. Alg¨²n d¨ªa, quien le propuso y quien le apoy¨® hasta el punto de ponerle como ejemplo de gran gestor de la pol¨ªtica del PP (Mariano Rajoy) tendr¨¢n que explicar las virtudes que vieron en tan singular personaje porque debieron ser razones del coraz¨®n que la raz¨®n no entiende. Con otra perspectiva, historiadores y economistas analizar¨¢n una etapa en la que el nombre de Valencia acab¨® siendo sin¨®nimo de verg¨¹enza propia y ajena. Quede para la letra peque?a el papel¨®n de buena parte de los medios de comunicaci¨®n y de quienes desde sus tribunas jalearon y justificaron los desmanes y tropel¨ªas de aquel Consell o criticaron a quienes se resistieron a comulgar con ruedas de molino y atacaron a quienes pusieron ante la justicia las evidencias del saqueo del que eran objeto las arcas p¨²blicas con el argumento falaz de que no se debe judicializar la pol¨ªtica.
Camps no estuvo solo en el dise?o de una estrategia pol¨ªtica enloquecida
Camps no estuvo solo en el dise?o de una estrategia pol¨ªtica enloquecida, como se va viendo d¨ªa a d¨ªa con las resoluciones de los tribunales. Pieza fundamental en la arquitectura del desprop¨®sito fue el malhadado consejero de Educaci¨®n y Cultura, Alejandro Font de Mora, con sus ocurrencias de impartir la asignatura de Educaci¨®n para la Ciudadan¨ªa en ingl¨¦s, introducir la ense?anza del chino mandar¨ªn, perseguir a directores de institutos porque permit¨ªan la colocaci¨®n de fotos suyas cabeza abajo en los tablones de anuncios y maltratar el valenciano. Ahora vegeta en la Mesa de las Cortes Valencianas, a la espera de su jubilaci¨®n pol¨ªtica o de su regreso a la pr¨¢ctica forense que, visto lo visto, nunca debi¨® abandonar dada su excelente cualificaci¨®n profesional.
La historia de los sucesivos gobiernos de Camps es la historia de la ignominia pol¨ªtica. Apenas hay consejero o cargo del PP de cierta relevancia que no tenga problemas con la justicia. El primero en sentarse en el banquillo de los acusados fue ¨¦l, pero dentro de nada lo har¨¢ quien ocupara el segundo cargo institucional, la expresidenta de las Cortes Valencianas, Milagrosa Mart¨ªnez. Con tales antecedentes no es extra?o que los valencianos, seg¨²n el CIS, seamos los espa?oles m¨¢s fervientemente partidarios de la recentralizaci¨®n, de devolver las competencias a la administraci¨®n central. C¨®mo no lo vamos a ser. El PP de Camps arras¨® la autonom¨ªa y la sembr¨® de sal para que nunca m¨¢s brotara la semilla del autogobierno. Y todo se hizo en nombre del pueblo valenciano y con el concurso entusiasta de un empresariado que ahora ¡ª?vaya por Dios!¡ª siente tentaciones de enarbolar banderas soberanistas visto el maltrato con que los gobiernos de Espa?a (y en particular este de Rajoy) han sometido a esta tierra.
Sea, pues, en buena hora que la justicia vaya dejando a cada cual en su lugar, sin olvidar que en muchas ocasiones ha sido el Supremo y no el TSJ valenciano el que ha puesto las cosas en su sitio. Pero nada hay tan malo que no sea susceptible de empeorar. Ah¨ª tienen a Camps en el Consell Jur¨ªdic Consultiu.
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