Juan Prim, ecos de un magnicidio
Una placa de bronce marca el arranque del bicentenario del general asesinado
La fachada lateral del Banco de Espa?a que mira hacia la calle de Marqu¨¦s de Cubas de Madrid presenta desde el 27 de diciembre una curiosa novedad. Se trata de una placa de bronce de tonos cobrizos, con un rostro masculino y una leyenda. El texto recuerda que, all¨ª mismo, una tarde invernal de 1870, fue asesinado Juan Prim i Prats, presidente del Gobierno de Espa?a, militar ilustre y egregia personalidad pol¨ªtica del atribulado siglo XIX.
Entre cierto boato oficial y acompa?ados incluso por una banda de m¨²sica, el presidente del Congreso de los Diputados, Jes¨²s Posada y la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, acudieron a la calle de Marqu¨¦s de Cubas, antigua calle del Turco, y all¨ª descorrieron, sobre el muro del ala a?adida por Rafael Moneo al Banco de Espa?a, la tela que ocultaba la placa dedicada a Juan Prim.
?Se trataba de un gui?o desde Madrid a favor de la catalanidad, en esta coyuntura convulsa de cu?o secesionista? Quiz¨¢. Pero lo cierto es que de tal modo escenificaban as¨ª uno de los numerosos actos previstos de la reci¨¦n iniciada conmemoraci¨®n del bicentenario del nacimiento del general-presidente, nacido en 1814 en la ciudad tarraconense de Reus y muerto en atentado con armas de fuego en el madrile?o y cercano el palacio de Buenavista, junto a la plaza de Cibeles, a los 56 a?os de su edad, entre el 27 y el 30 de diciembre de 1870.
Aquel magnicidio contin¨²a hoy coleando como una misteriosa charada en los gabinetes de forenses e historiadores, ya que todav¨ªa no se han averiguado con exactitud ni las causas reales de su muerte ni tampoco se conocen, con precisi¨®n, los m¨®viles que llevaron a sus asesinos a perpetrar el atentado. Prim recibi¨® nueve impactos de posta de plomo de trabuco en el hombro izquierdo, uno en un codo y dos en la mano derecha, heridas graves pero en s¨ª mismas no mortales. Inicialmente se pens¨® que la septicemia causada por la inyecci¨®n de piel de su abrigo en su cuerpo junto con las balas habr¨ªa contaminado letalmente su sangre.
Pero, el pasado mes de septiembre, en la exhumaci¨®n en Reus de su cad¨¢ver promovida por el Departamento de Criminolog¨ªa de la Universidad privada madrile?a Camilo Jos¨¦ Cela, que coordina Francisco P¨¦rez Abell¨¢n, antrop¨®logos forenses han hallado marcas de una correa en torno a su cuello y su nuca. Este hecho ha fundamentado la hip¨®tesis seg¨²n la cual pudo haber sido estrangulado mientras convalec¨ªa ¡ªo ?despu¨¦s de muerto?¡ª de las heridas causadas por las armas de fuego sobre el cuerpo del militar de Reus.
Reus-Par¨ªs-Londres
La nombrad¨ªa del c¨¦lebre general cosmopolita reusense ¡ªque vivi¨® en Par¨ªs, Londres, M¨¦xico, San Juan de Puerto Rico, Costantinopla y Washington¡ª puso a la localidad tarraconense en el mapa europeo, como ha rezado durante d¨¦cadas la inscripci¨®n, sufragada por los industriales pa?eros locales, ¡°Reus-Par¨ªs-Londres¡± pomposamente exhibida en un cartel muy visible de la estaci¨®n ferroviaria de la localidad catalana. Sin embargo, algunos expertos ven detr¨¢s de este cartel una curiosa coincidencia, ya que sit¨²an la explicaci¨®n de los m¨®viles de su asesinato ¡ªhasta ahora interpretados ¨²nicamente en clave de pol¨ªtica interna espa?ola¡ª en el v¨®rtice de las luchas por la hegemon¨ªa europea, precisamente, entre franceses e ingleses. Es el caso de Manuel Or¨ªo ?vila, periodista y escritor, que prepara En la calle del Turco, una obra en la que investiga la vida y muerte de Juan Prim.
A su juicio, personaje central de aquella trama lo fue Antonio de Orleans, duque de Montpensier, padre de la futura reina Mar¨ªa de las Mercedes, esposo de la infanta Luisa Fernanda de Borb¨®n y cu?ado de Isabel II, cuyo destronamiento promovi¨® el duque mediante apoyo financiero a la revoluci¨®n llamada Gloriosa, que en 1868 la derroc¨® y envi¨® al exilio hasta su muerte. Montpensier, connotado conspirador, con amplios tent¨¢culos pol¨ªticos en Madrid y en Sevilla, persegu¨ªa ocupar el trono de Espa?a; sin embargo, un duelo a muerte consumado en un campo de tiro militar de los Carabancheles, en la periferia meridional madrile?a, contra Enrique de Borb¨®n, primo de la reina destronada y al que mat¨® de un balazo ¡ªcomo recuerdan dos hitos escult¨®ricos en el jard¨ªn del madrile?o parque de El Capricho, en la Alameda de Osuna¡ª trunc¨® su carrera hacia la Corona; con todo, la situaci¨®n consecutiva al destronamiento de Isabel le permit¨ªa aspirar a convertirse en rey consorte de su esposa Luisa Fernanda.
Tal eventualidad inquietaba grandemente a Par¨ªs, donde Napole¨®n III se opon¨ªa frontalmente al acceso de los Montpensier al trono de Espa?a, como Bonaparte hizo saber al propio presidente espa?ol Juan Prim. Este, por su parte, que contaba con la inquina del duque, baraj¨® ofrecer la corona espa?ola a Leopoldo de Hohenzollern-Sigmaringen, pr¨ªncipe alem¨¢n, posibilidad que, a su vez, intranquilizaba enormemente no solo a Par¨ªs, sino tambi¨¦n a Londres, cuyo candidato para reinar en Espa?a era Fernando de Sajonia Coburgo Gotha, esposo y consorte de la reina Mar¨ªa de Portugal. Seg¨²n explica Manuel Or¨ªo, el canciller alem¨¢n Bismarck aprovechar¨ªa la ocasi¨®n para desencadenar la guerra franco-prusiana, vencer a sus tropas en Sed¨¢n, ocupar Par¨ªs y echar del trono a su rival el monarca franc¨¦s Napole¨®n III.
Enemigos poderosos
Puertas adentro, el presidente Juan Prim, vinculado al liberalismo progresista, contaba con la enemiga del a¨²n poderoso general Francisco Serrano, inductor con Topete y Prim de la ¡°Gloriosa¡± ¡ªgeneral que da nombre a la arteria del barrio de Salamanca y que hoy yace enterrado en Los Jer¨®nimos¡ª y tambi¨¦n la animadversi¨®n del exaltado activista republicano y angl¨®filo Jos¨¦ Pa¨²l y Angulo, rico vinatero jerezano al que el general y presidente del Gobierno hab¨ªa conocido durante su exilio en Inglaterra. Gracias, entre otros, a Pa¨²l y Angulo, Prim pudo adentrarse en Espa?a desde Gibraltar y alzarse posteriormente con el poder. El general prometi¨® entonces a Pa¨²l, a la saz¨®n entusiasta seguidor suyo, instaurar una rep¨²blica; pero la evoluci¨®n de los acontecimientos, que desembocar¨ªa en la designaci¨®n parlamentaria de Amadeo de Saboya como rey de Espa?a, llev¨® al comerciante andaluz a malquistarse con el general, que fue reiteradamente amenazado de muerte desde las p¨¢ginas de ¡°El Combate¡±, peri¨®dico con sede en la madrile?a calle de Leganitos, que Pa¨²l dirig¨ªa.
En la tarde del 27 de diciembre de 1870, bajo una intensa nevada, dos grupos de facinerosos, doce en total, reclutados en La Rioja y en Albacete, provistos de trabucos, retacos y pistolas, se apostaron en las inmediaciones del cruce de la calle del Turco, hoy Marqu¨¦s de Cubas, con la de Alcal¨¢ y esperaron el paso de la berlina de color verde, tirada por dos caballos, con un cochero y tres viajeros a bordo: Juan Prim y dos edecanes, los coroneles de infanter¨ªa, Jos¨¦ Francisco Moya y ?ngel Gonz¨¢lez Nand¨ªn, que proced¨ªan del cercano Congreso de los Diputados. Entonces, s¨²bitamente, los conjurados se abalanzaron sobre la berlina y, a quemarropa, dispararon a bocajarro sobre Prim que, no obstante, tras huir en desbandada los asaltantes, pudo proseguir camino hacia su residencia en el carruaje que ocupaba y entrar luego en el palacio de Buenavista, hoy sede del Cuartel General del Ej¨¦rcito, apenas a un suspiro de donde luce la placa conmemorativa reci¨¦n inaugurada.
Desangrado
En la escalera de acceso al palacio, explica Manuel Or¨ªo, le sali¨® al encuentro su esposa, la mejicana Paquita Ag¨¹ero, a quien el general tranquiliz¨®. Inmediatamente, dos m¨¦dicos le amputaron el dedo anular derecho que le hab¨ªa sido seccionado casi en su totalidad por una de las postas de plomo, prensadas con papel de una Biblia, contra ¨¦l disparadas. Con certeza, la herida de la mano se le infect¨®, mientras la p¨¦rdida de sangre era incesante. Pa¨²l y Angulo fue interrogado junto con Jose Mar¨ªa Pastor, polic¨ªa afecto a Serrano y el militar Sol¨ªs Campuzano, mano derecha de
Montpensier; Nand¨ªn declar¨® como testigo y asegur¨® haber reconocido entre los facinerosos la aguardentosa voz del jerezano Pa¨²l. Pese a la abundante documentaci¨®n existente sobre aquel magnicidio, hasta 18.000 folios tuvo el expediente, hoy se ve reducida a 7.000. Con todo, buena parte del enigma perdura hoy, ya que el examen m¨¦dico del egregio herido result¨® ser tan superficial como el an¨¢lisis de los dos forenses que, tres d¨ªas despu¨¦s del atentado, certificaron su muerte.
El reciente hallazgo, durante su exhumaci¨®n, de dos ojos de cristal de alta calidad incrustados en las ¨®rbitas de su cad¨¢ver momificado plantea una nueva pregunta ¡ªsin respuesta¡ª sobre su muerte. Por otra parte, la condici¨®n de mas¨®n de Prim ¡ªafiliaci¨®n casi can¨®nica entre pol¨ªticos y militares liberales de la ¨¦poca¡ª a?adi¨® un punto de enigma a su asesinato, que los paseantes podr¨¢n evocar a partir de ahora cuando transiten por las inmediaciones del Banco de Espa?a.
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