La entrop¨ªa de un esc¨¢ndalo
El PP intenta poner diques de contenci¨®n al caso Emarsa desde que empez¨® el esc¨¢ndalo. La investigaci¨®n del juez Vicente R¨ªos abarca el periodo 2004-2010, en el que Enrique Crespo y Esteban Cuesta fueron el presidente y el gerente de la empresa que gestionaba la estaci¨®n depuradora metropolitana de Pinedo. Y avanza inexorable en el esclarecimiento del fraude, hasta el punto de que convierte en rid¨ªculas resoluciones parlamentarias de hace pocos meses, como la del pasado mayo, que trat¨® de limitar el alcance de las irregularidades halladas por una comisi¨®n parlamentaria de las Cortes Valencianas al que fuera alcalde de Manises, al que fuera alcalde ped¨¢neo de Benim¨¤met y al director financiero de Emarsa, Enrique Arnal. Se trataba de cortar en seco cualquier intento de contaminar a la Generalitat con la sospecha. Y no digamos al Ayuntamiento de Valencia. Sin embargo, hoy tienen un papel relevante entre los 40 imputados el que fuera gerente de la Epsar, Jos¨¦ Juan Morenilla, y el que fuera jefe de explotaci¨®n, Ignacio Bern¨¢cer, mientras la manipulaci¨®n de los convenios con los que financiaba la Generalitat el tratamiento de lodos en Pinedo ocupa un lugar central en el millonario saqueo.
Dinamitar el desarrollo del esc¨¢ndalo antes de que pudiera dar sus primeros pasos es lo que pretend¨ªa la disoluci¨®n precipitada de Emarsa en julio de 2010, cuando los socialistas ya empezaban a airear los trapos sucios. Dijo ante el juez la concejal Maria ?ngels Ram¨®n-Llin que no fue una decisi¨®n de la alcaldesa de Valencia, Rita Barber¨¢, y apunt¨® a la ¡°autoridad competente¡±, el entonces consejero de Medio Ambiente, Juan Cotino. Nadie cree a estas alturas que Esteban Cuesta cayera por casualidad en la depuradora ni que Enrique Crespo, vicepresidente de la Diputaci¨®n de Valencia, fuera un despistado. Seguramente Francisco Camps, entonces jefe del Consell, sabe algo de eso. La entrop¨ªa del esc¨¢ndalo aumenta sin que sea f¨¢cil vaticinar hasta d¨®nde pueden llegar sus consecuencias.
Regalos injustificados a cargos p¨²blicos y gastos en prostitutas rumanas aparte, el fraude se bas¨® en una tupida red de complicidades entre t¨¦cnicos sin escr¨²pulos y pol¨ªticos corruptos. Una madeja que, a medida que avanza la instrucci¨®n, adquiere perfiles m¨¢s inquietantes. Resulta que el rastro del imputado sobre el que pesa una orden internacional de b¨²squeda, Jorge Ignacio Roca Samper, que habr¨ªa blanqueado en Francia el dinero robado y cuya esposa es la ¨²nica implicada en la c¨¢rcel, conecta con una serie de t¨¦cnicos aparentemente honorables que coincidieron en los a?os 90 en empresas de depuraci¨®n de aguas en Barcelona, Morenilla y Bern¨¢cer entre ellos. Ambos llegaron a la Epsar a?os despu¨¦s de la mano del consejero de Obras P¨²blicas, Jos¨¦ Ram¨®n Garc¨ªa-Ant¨®n. No es de extra?ar, porque Garc¨ªa-Ant¨®n (repentinamente fallecido en 2009 de un ataque al coraz¨®n) era del mismo gremio. No en vano fue director del Consorcio de Aguas de la Marina Baixa y gerente de la empresa Proaguas, de la Diputaci¨®n de Alicante, antes de hacer carrera con Eduardo Zaplana.
Adem¨¢s de constatar la deplorable falta de control del sistema de depuradoras, la tenacidad del juez del caso Emarsa sigue acumulando pruebas. ?Permitir¨¢n en alg¨²n momento descubrir a los aut¨¦nticos responsables pol¨ªticos?
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