Haydn en ingl¨¦s
La Orquesta de Valencia procur¨® encontrar la transparencia que el compositor requiere
No cabe extra?arse al escuchar La Creaci¨®n de Haydn en ingl¨¦s. El libreto del oratorio sobre el que trabaj¨® el compositor estaba en alem¨¢n, pero era una traducci¨®n de otro escrito en ingl¨¦s por un tal Lidley, basado, a su vez, en El Para¨ªso perdido de Milton. Una vez estrenada, Haydn quiso editar la obra por suscripci¨®n popular, edici¨®n para la que se anunci¨® la inclusi¨®n de la partitura musical completa y corregida, as¨ª como los textos en alem¨¢n y en ingl¨¦s. Estos ¨²ltimos, naturalmente, tuvieron que ser retocados para adaptarlos (en una especie de ¡°retrotraducci¨®n¡±) a la m¨²sica elaborada por el compositor sobre otra lengua. Hist¨®ricamente, queda claro, pues, que Haydn deja abierta la posibilidad de cantarla en ingl¨¦s. Cosa distinta es que al oyente le resulte m¨¢s grata escucharla en alem¨¢n, quiz¨¢s por costumbre, quiz¨¢s porque aparezca como m¨¢s ¨ªntimo el v¨ªnculo entre la lengua y el compositor, o quiz¨¢s, simplemente, porque la misma fon¨¦tica del idioma influye much¨ªsimo en el resultado del canto.
La Creaci¨®n (versi¨®n inglesa)
De Joseph Haydn. Orquesta de Valencia. Coro del King¡¯s Consort. Solistas: Lorna Anderson, Joshua Ellicott y David Wilson-Johnson. Director; Robert King. Valencia, 11 de enero de 2013.
La Orquesta de Valencia, reducida a unos cuarenta instrumentistas, a los que se a?adi¨® un pianoforte, procur¨® encontrar la transparencia que Haydn requiere. Pero todav¨ªa le queda por alcanzar la precisi¨®n absoluta en los principios y finales de frase, precisi¨®n cuya ausencia se tolera mal en el repertorio del XVIII. Sobre la frialdad expresiva que se percibi¨®, sobre todo en las dos primeras partes, cabe m¨¢s achacarla a Robert King, que tambi¨¦n la proyect¨® en el coro: qued¨® algo pobre la creaci¨®n de la luz, el hundimiento de los esp¨ªritus infernales, la aparici¨®n de flores y frutos, la suavidad de la luna reci¨¦n creada y la emergencia de las otras criaturas que pueblan la Tierra: p¨¢jaros, ballenas, tigres y leones, hasta acabar en las prometedoras figuras de Ad¨¢n y Eva, cuyo delicado d¨²o de amor constituye una de las p¨¢ginas m¨¢s sublimes de esta partitura... todo ello hay que decirlo con emoci¨®n y poes¨ªa. No basta cantar o tocar las notas correctas. El aburrimiento es lo ¨²ltimo que un oyente deber¨ªa sentir en una obra que recoge, a la vez, el legado de Haendel y el de Mozart, y que, al mismo tiempo, se constituye en uno de los hitos m¨¢s importantes en la producci¨®n de Haydn. Los solistas tambi¨¦n mejoraron en la ¨²ltima parte, pero, a¨²n as¨ª, se dejaron tinta en el tintero, y, en su caso, no s¨®lo por cuestiones expresivas.
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