Alvar Aalto mat¨® a Luis XV
El anticuario cl¨¢sico desaparece arrastrado por el cambio de gustos que entrona las tiendas de muebles de dise?o del siglo XX para burgueses bohemios

La plaza del General Vara del Rey ocupa el coraz¨®n del Rastro. Cada tres metros alberga una tienda de anticuario, pero una l¨ªnea imaginaria separa las que tienen trayectoria ascendente de las que no tanto. Sol¨ªs anuncia que su local se alquila; Palacios, liquidaci¨®n total; G. Ayala se vende. Son anticuarios de toda la vida que se jubilan y no encuentran quien se quede con sus l¨¢mparas de l¨¢grimas de cristal y c¨®modas imperio. La Europea o La Recova, en la misma plaza, gozan de mucha mejor salud. Se dedican al mueble del siglo XX, dise?o vintage y ecl¨¦ctico.
Eugenia, propietaria junto a Sonia de La Europea, explica que tampoco es que anden para tirar cohetes: ¡°Nos mantenemos, pero la crisis ha empezado a tocar a nuestro p¨²blico. Vendemos, pero cada vez cosas m¨¢s peque?as¡±. Montaron el negocio hace ocho a?os. ¡°Era muy divertido: cog¨ªamos un cami¨®n e ¨ªbamos por mercados europeos comprando cosas que en Espa?a no hab¨ªa¡±, recuerda. Puede que la crisis les afecte, pero parece que su receta es la ¨²nica para sobrevivir: muebles venidos del extranjero y con l¨ªnea m¨¢s juvenil. Esa es la raz¨®n de que en el barrio hayan florecido varios establecimientos con id¨¦ntico argumento.
Por ejemplo, La Brocanterie, una peque?a almoneda escondida al lado de la Iglesia Evangelista del Centro. En su misma calle conviven un pintor barbudo que retoca cuadros pastel, una moderna galer¨ªa de arte y un viejo negocio con calendario de Samantha Fox en la pared. Es el eclecticismo que tanto enamora a los amantes de las tendencias y que define el propio esp¨ªritu de la tienda, donde presumen de hacer convivir una l¨¢mpara industrial y un sill¨®n de consulta m¨¦dica de los cincuenta.
Siete rincones ¡®vintage¡¯
- L. A. Studio. Arganzuela, 8.
- La Brocanterie. Rodr¨ªguez de Guevara, 2.
- La Europea. General Vara del Rey, 11.
- El Ocho. Mira el R¨ªo Alta, 8.
- Modernario. Santa Mar¨ªa, 20.
- Passage Priv¨¦. San Pedro, 8.
- Amapola. Amor de Dios, 11.
¡°No es para forrarse, pero llevamos dos a?os y resistimos¡±, cuenta Francisco en el interior del comercio: ¡°Sobre todo porque tenemos un p¨²blico caprichoso, con dinero¡±. A continuaci¨®n relata el acontecimiento que coloc¨® el negocio en ¨®rbita: el actor Paco Le¨®n, devoto de los nuevos anticuarios, se encontr¨® en la tienda con el modisto John Galliano, le sac¨® una foto, ¡°y esto revent¨®¡±.
Un paseo por el Rastro refrenda el ocaso de lo tradicional y las tiendas de viejo. ¡°Yo cierro despu¨¦s de 30 a?os¡±, dice Fernando Garc¨ªa, regente de un comercio de bronces y porcelanas al que no entrar¨ªa Galliano ni amenazado con pistola. En otra tienda, solo, rodeado de cuadros y esperando clientes con las manos a la espalda, est¨¢ Pombo, un sesent¨®n con labia de comerciante. ¡°Lo liquido todo: esto est¨¢ fatal¡±, explica poniendo a bailar sus dedos cargados de diamantes. ¡°Me jubilo a tiempo porque se ha acabado. Y no es la crisis. Es que estamos obsoletos¡±, dice. Pombo entiende que a los j¨®venes ya no les llamen sus productos. ¡°A mis hijos lo que les gusta es Nueva York, y me parece bien¡±, dice. ¡°Mira este cuadro de un traje de luces. Lo compr¨¦ en una taberna de C¨¢diz por 190.000 pesetas creyendo que era una ganga, y nunca lo vender¨¦¡±. No le importa que los gustos muden, lo que s¨ª echa de menos es el Rastro en el que naci¨®, los juegos, los lazos con los vecinos o la vida de comerciante: ¡°A veces perd¨ªas, pero otras ganabas mucho¡±.

La prueba fehaciente de que los tiempos son distintos se encuentra a 100 metros, en L. A. Studio, el comercio m¨¢s se?ero del nuevo anticuario. Carlos L¨®pez, su propietario, viene de una familia del gremio y supo anticipar el cambio. ¡°Viajaba a ferias internacionales y ve¨ªa lo que se coc¨ªa. Adem¨¢s, soy perito tasador. Conozco las maderas y las calidades¡±, explica sentado en la imponente nave de 700 metros que presenta como showroom de su negocio. ¡°Mis abuelos se especializaron en muebles del XIV al XVI; mis padres del XVIII y XIX; y yo del XX¡±. Pero Carlos entendi¨® que no solo el producto cambiaba; tambi¨¦n la forma de explotarlo. La venta en tienda es solo una de las patas de su negocio, lanzado en 2001. Junto a ella est¨¢ el alquiler a productoras de cine y televisi¨®n, el estilismo y la ambientaci¨®n de eventos para marcas de lujo. ¡°Hay que diversificar y arriesgarse¡±, explica Adelino, mano derecha del negocio. ¡°Este mercado vintage, como todos, se satura, y hay que apostar por cosas excepcionales¡±, cuenta. ¡°Por ejemplo, nosotros no trabajamos el dise?o escandinavo, que es lo que est¨¢ de moda¡±. Su apuesta es por muebles entre los cuarenta y setenta, de primera calidad y corte m¨¢s lujoso e historiado. Por supuesto, todo seleccionado en el extranjero, ¡°porque en la aut¨¢rquica Espa?a franquista el dise?o no era la prioridad¡±.
Barrio de Las Letras
En las ant¨ªpodas de esta apuesta queda otro reconocido negocio de nuevos anticuarios, esta vez en el barrio de Las Letras. Despu¨¦s de iniciarse en el mundillo en Bruselas, Julio Montero Melchor abri¨® hace siete a?os Modernario, referencia en el sector del mueble n¨®rdico. ¡°Ha sido lento¡±, cuenta. ¡°Madrid es muy cl¨¢sico. Ha habido que hacer mucha labor did¨¢ctica para dar a conocer este concepto¡±, explica. Como prueba, en una estanter¨ªa acumula los libros de arte que utiliza para explicar las piezas.
Modernario es un negocio m¨¢s recogido, sin el impactante sentido del espect¨¢culo de L. A. Studio pero tambi¨¦n lleno de piezas de gran belleza. ¡°Empezamos a vender escandinavo no por moda, sino por su calidad¡±, cuenta. Primero fueron solo piezas de dise?o dan¨¦s, y poco a poco se incorporaron elementos del italiano, ¡°m¨¢s sofisticado, menos despojado¡±. Se especializ¨® en piezas selectas (entre 300 y 8.000 euros) firmadas por dise?adores claves del siglo XX, como Hans Wegner, Gio Ponti o Angelo Lelli. ¡°Era el momento de esplendor de la creaci¨®n en Europa. En cada pieza interven¨ªan ebanistas, cient¨ªficos¡¡±, se emociona Montero. Para ejemplificar a qu¨¦ se refiere, se?ala una silla de Niels M?ller: ¡°M¨ªrala, parece una rama, y est¨¢ construida con criterios antropom¨¦tricos. Aqu¨ª, en esa ¨¦poca se hac¨ªan a escuadra¡±.
La tienda se ha convertido en uno de los pilares del circuito de anticuarios de Las Letras, ¡°muy distinto al del Rastro, m¨¢s tranquilo¡±, explica Julio. La competencia le parece tonificante, sobre todo porque la acumulaci¨®n de tiendas ha permitido que la zona se convierta en lugar de paseo para los aficionados. ¡°Es cierto que han ido surgiendo negocios vintage por todos lados y con calidad muy distinta, pero nosotros seguimos una l¨ªnea particular, y eso es lo importante¡±, concluye.
Unas calles m¨¢s lejos, Nuria Quilis y Luis Bermejo ofrecen una lectura muy diferente de la est¨¦tica vintage. Su Passage Priv¨¦ es una antigua vaquer¨ªa llena de clics de Playmobil del tama?o de un ni?o de cinco a?os. Quilis viste de lana y tiene por la tienda un perro que se acerca a las visitas para que lo acaricien. ¡°No nos especializamos en muebles. Ofrecemos un estilismo completo basado en piezas desde principios del XX hasta los ochenta, todo europeo. La tendencia es el reciclaje y lo ecl¨¦ctico: industrial, mueble de oficio, objetolog¨ªa¡¡±. Objetolog¨ªa: ese palabro parece definir el sentido ¨²ltimo de los clics gigantes. ¡°S¨ª, son esos objetos que despiertan sentimiento de nostalgia, como los luminosos de Lego, raquetas que transformamos en espejos o un plinton-cajonera¡±.
Como todos los entrevistados, Quilis cree que el secreto para sobrevivir son las piezas ¨²nicas, muy bien seleccionadas, cada una en su sector de mercado. ¡°Para definir mi p¨²blico hay un t¨¦rmino que detesto: los bobos [burgueses bohemios]: publicistas, actores¡ Pero tambi¨¦n gente m¨¢s cl¨¢sica que busca un toque moderno, o mileuristas de muebles Ikea que buscan una pieza para darle un toque personal a la casa¡±, explica. Sus productos viven en la horquilla de 25 a mil euros. Sea pan de oro o juguetes para elefantes, la distinci¨®n siempre tendr¨¢ un precio.
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