Auschwitz o el diablo de la productividad

Frente al teatro entretenido, un teatro revelador, que pone temas cruciales sobre la mesa. De Peter Weiss, archiconocido por su Marat-Sade, la compa?¨ªa Teatro Ef¨ªmero ha estrenado por fin en Madrid La indagaci¨®n, obra documental basada en las actas del juicio de Frankfurt contra 23 responsables del campo de exterminio de Auschwitz. Weiss, que asisti¨® a las sesiones, celebradas entre 1963 y 1965, se atiene estrictamente a las declaraciones de los acusados, de sus abogados defensores, y de las m¨¢s de 400 v¨ªctimas que testimoniaron su sufrimiento, pero las organiza a la manera de un oratorio, en once cantos, cada uno dedicado a un lugar del campo, a una actividad de las que se realizaban o a un estado de ¨¢nimo.

El espect¨¢culo condensa el juicio en una sola sesi¨®n, en la que, entre el relato de horrores sin cuento, afloran reflexiones esclarecedoras. Muchas v¨ªctimas enseguida se conformaron a la autoridad, defendieron su inter¨¦s por encima de todo y no tuvieron escr¨²pulos en arrebatar su la raci¨®n a los m¨¢s d¨¦biles, ni en ayudar a golpearlos. ¡°Parte de los que estaban destinados a ser presos hab¨ªan sido educados en las mismas ideas que aquellos que hac¨ªan de guardianes, y pod¨ªan haber representado perfectamente este papel¡±, viene a resumir una de las v¨ªctimas.

Muchas de ellas sal¨ªan a diario para ser usadas como mano de obra esclava por la Siemens, la Krupp o la IG Farben, grupo empresarial en el que se hab¨ªan fusionado a?os atr¨¢s Basf, Bayer y AGFA, entre otras empresas. IG pose¨ªa la patente del pesticida Zyklon B, que, a partir del oto?o de 1941, se us¨® en las c¨¢maras de gas. Los campos de exterminio fueron extraordinariamente productivos en un doble sentido: como proveedores de mano de obra y como plantas de exterminio sistem¨¢tico.

Charo Amador, directora del espect¨¢culo y autora de la versi¨®n, condensa los once cantos originales, que durar¨ªan m¨¢s de cinco horas, en ocho que suman hora y tres cuartos, y reduce el n¨²mero de personajes, interpretados por ocho buenos actores j¨®venes. Hay cantos estremecedores, por lo que cuentan, pero tambi¨¦n por como se cuenta y por como resuena hoy. El teatro documental, del que Weiss fue agudo precursor, hace m¨¢s pr¨®ximo y emocionante lo que en el cine documental parece distante y de otrora. Sobrevuela todo el texto, y tambi¨¦n la puesta en escena, la idea de que el nazismo fue una manifestaci¨®n extrema del capitalismo y de que la semilla de lo que all¨ª sucedi¨® est¨¢ latente.

El espacio po¨¦tico creado por la escen¨®grafa M¨®nica Teijeiro arropa la acci¨®n y sugiere diferentes ¨¢mbitos del campo, sin ilustrarlos. La distribuci¨®n de un personaje entre cuatro actrices y la aparici¨®n del alma de las v¨ªctimas, all¨¢ al fondo, son ideas eficaces de la directora, as¨ª como la introducci¨®n de ese pr¨®logo que contextualiza lo que suceder¨¢. El largo intermezzo aleg¨®rico, de pura expresi¨®n f¨ªsica, resulta, en cambio, abigarrado. El trabajo de los actores, entregado, coral y con momentos de brillo, salva eficazmente las diferencias de edades entre int¨¦rpretes y personajes. Un espect¨¢culo, en suma, que merecer¨ªa continuidad en la sala peque?a de alg¨²n teatro p¨²blico.