Literatura y crisis
La situaci¨®n hoy nos exige no un cambio de mirada en el enfoque verbal, sino una indignaci¨®n
Escribir como fe soterrada del tiempo, como revoluci¨®n interna de una vida. Escribir en tiempos de crisis es tambi¨¦n respirar su m¨¦dula industrial, asistir al desgarro de un sector laboral, de un dolor abatido por su propio silencio. La crisis nos golpea, nos sacude, nos cerca; pero no nos aquieta y no nos ralentiza. Escribir en Espa?a siempre ha sido llorar, sin que eso nos acerque al escritor llor¨®n, que es tambi¨¦n una especie. El llanto era moral, porque una sociedad que no sabe cuidar a sus autores, a sus editoriales, a sus libros y a sus librer¨ªas, es una sociedad no ¨²nicamente m¨¢s envilecida, por deshumanizada y por salvaje, por tan poco ilustrada, sino esencialmente una sociedad de individuos mucho menos libres, menos individuos y menos ciudadanos. Recuerdo el t¨ªtulo expeditivo, llamativo, directo, del ¨²ltimo libro de Juan Cobos Wilkins: Para qu¨¦ la poes¨ªa. Sus poemas contestan sobradamente al t¨ªtulo, que podr¨ªa incardinarse en la necesidad de cualquier colectividad de resguardar no ¨²nicamente su fragilidad, esa delicadeza del sentir cotidiano, sino tambi¨¦n la pureza de emociones despiertas.
Escribir como forma airada de insurgencia, porque escribimos siempre contra el convencionalismo del esp¨ªritu, su tristeza abatida, y la alegr¨ªa es el don natural del poema. Sin embargo, hoy como siempre, c¨®mo desentra?ar la narraci¨®n sin partir del dolor: pero un dolor no solamente ¨ªntimo, sino tambi¨¦n colectivo. Una desesperanza c¨ªvica que abate la posibilidad de rescatar nuestro viejo entusiasmo, pero que nos sigue volcando en la escritura. As¨ª en su ¨²ltimo libro, Alma Venus, Pere Gimferrer incorpora elementos de cr¨ªtica econ¨®mica, y por tanto social, al nudo medular de su discurso ling¨¹¨ªstico. Porque la situaci¨®n hoy nos exige no un cambio de mirada en el enfoque verbal, sino una indignaci¨®n que refuerce la ¨¦tica, pero tambi¨¦n la est¨¦tica sonora, material del poema. Que uno de los m¨¢ximos exponentes de la poes¨ªa nov¨ªsima, tan caracterizada por ese virtuosismo del idioma en su lujo verbal, la implicaci¨®n del cine y la pintura dentro de la poes¨ªa, pero tambi¨¦n la historia, la filosof¨ªa, el mundo grecolatino o el decadentismo, haya declarado abiertamente que estamos ante su libro seguramente m¨¢s social, no es s¨®lo una reacci¨®n poem¨¢tica de Pere Gimferrer ante la crisis ¡ªde valores, pol¨ªtica, abusiva, econ¨®mica y jur¨ªdica, como seguimos viendo con el crimen taimado de la ley hipotecaria y los desahucios¡ª, sino tambi¨¦n la respuesta del mundo cultural que representa, de una tradici¨®n que tambi¨¦n se rebela, a trav¨¦s de Alma Venus, contra las sociedades desalmadas.
Seguramente no es el ¨²nico camino, pero indudablemente es uno de ellos. El propio preciosismo del idioma ya nos hace mejores: ninguna poes¨ªa termina siendo tan social como la que se exige, sobre el tema, un trazo exquisito de la imagen, esa capacidad de la poes¨ªa de apuntar en nosotros su mejor expresi¨®n. Los poemas que m¨¢s me han transformado, que m¨¢s me acompa?aron y me acompa?an hoy, no son necesariamente los m¨¢s comprometidos con una situaci¨®n m¨¢s o menos concreta, pol¨ªtica o social, sino aquellos que me transformaron, que me hicieron mirar al hombre que ahora soy. Pienso en los libros de Claudio Rodr¨ªguez, en su celebraci¨®n matinal de la vida, aunque tambi¨¦n la sombra del dolor y su p¨¦rdida; pienso en el propio Pere Gimferrer, en la estaci¨®n total de su poes¨ªa, que habita la poes¨ªa de Juan Ram¨®n, de Rub¨¦n Dar¨ªo y G¨®ngora; y pienso, especialmente, en la de Pablo Garc¨ªa Baena, que me ha hecho caminar por mi ciudad entendiendo que C¨®rdoba es su propio poema andante, pl¨¢stico y musical, mineral y rom¨¢ntico, pero tambi¨¦n descarnado, preciosista y barroco, interminable.
Ninguno de estos autores es exactamente un poeta social; sin embargo, mi sentido moral del poema y la vida, de la escritura entendida como respiraci¨®n de una realidad con su filtro sonoro, no podr¨ªa entenderse sin haberlos le¨ªdo. Algo parecido me sucede con Caballero Bonald: su libro m¨¢s insurrecto es Manual de infractores, pero ninguno me ha transformado, seguramente, tanto como Entreguerras o Descr¨¦dito del h¨¦roe. A veces los escritores llegan a donde pretend¨ªan por caminos inesperados. Quiz¨¢ por eso creo que la literatura, frente a la crisis, ha de perseverar en su verdad m¨¢s ¨ªntima. Inevitablemente, tendr¨¢ un sonido de ¨¦poca: no se puede escribir la misma historia en un clima de bonanza que con la gente en la calle, manifest¨¢ndose contra el desmantelamiento del Estado Social y de Derecho. Pero ya tendremos tiempo de llorar, y acordarnos de Larra. Ahora, como siempre, escribimos para sobrevivir.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.