Inteligencia emocional
Partamos de lo que resulta inobjetable: desde hace unos meses, existen en Catalu?a una mayor¨ªa pol¨ªtica clara y una probable mayor¨ªa social ¡ªo, en todo caso, una minor¨ªa muy, muy amplia¡ª dispuestas a explorar el ejercicio de aquello que, por ejemplo en el programa de la Assemblea de Catalunya, se denominaba ¡°derecho de autodeterminaci¨®n¡± y que ahora hemos dado en llamar ¡°derecho a decidir¡±. Un ejercicio democr¨¢tico que otras comunidades nacionales del mundo occidental y desarrollado han practicado o van a practicar a lo largo de los pasados o de los pr¨®ximos lustros.
Frente a esta realidad, un Gobierno espa?ol provisto de astucia pol¨ªtica y, sobre todo, dotado de inteligencia emocional, habr¨ªa empezado a desplegar inmediatamente sus mejores artes de seducci¨®n. Si, en el origen del actual estado de la opini¨®n catalana existe una sensaci¨®n acumulativa de agravio econ¨®mico, pero sobre todo de desprecio y de amenaza permanente hacia los rasgos y los sentimientos de identidad colectiva, lo inteligente ser¨ªa rebajar esa tensi¨®n, calmar esos resquemores mediante gestos que sugiriesen empat¨ªa, respeto y comprensi¨®n.
Lejos de mostrarse conciliador, el PP no para de actuar de un modo que exacerba el sentimiento de agravio en Catalu?a
Ya que corregir la injusticia en la financiaci¨®n de la Generalitat ¡ªesa que reconoce hasta Alicia S¨¢nchez-Camacho¡ª no es posible a corto plazo, a La Moncloa le ser¨ªa f¨¢cil mostrarse conciliadora en otros terrenos que no tienen impacto presupuestario, y sembrar as¨ª entre los catalanistas la duda de si merece la pena aventurarse por los caminos de la secesi¨®n; de si, despu¨¦s de todo, el Estado espa?ol no se estar¨¢ dulcificando y volviendo al fin m¨¢s amable con ellos.
No, no estoy sugiriendo que Rajoy imite a Aznar en aquellas rid¨ªculas declaraciones de la primavera de 1996: ¡°El hecho diferencial catal¨¢n me produce una complacencia pol¨ªtica y un entusiasmo intelectual bastante grande¡±. Pero lo cierto es que, desde antes incluso del 25-N, la offensive de charme lanzada por el Ejecutivo del PP sobre Catalu?a est¨¢ siendo escacharrante.
No insistir¨¦ en el efecto ¨ªgneo que tuvieron las intenciones del ministro Wert de ¡°espa?olizar¡± a los escolares catalanes; ni en el cabreo que provocan los capitostes del PP cada vez que nos restriegan por la cara los pr¨¦stamos del Fondo de Liquidez Auton¨®mica, como si el dinero de dicho fondo procediese de sus ahorros, y no de los impuestos que pagamos todos, muy destacadamente los ciudadanos de Catalu?a. Por comentar solamente las novedades de los ¨²ltimos siete d¨ªas, el pasado viernes se anunciaba el anteproyecto de Ley de Garant¨ªa de la Unidad de Mercado. Y, aunque la vicepresidenta S¨¢enz de Santamar¨ªa tratase de quitarle hierro y de presentar la iniciativa gubernamental como algo puramente t¨¦cnico, bastaba ver c¨®mo la acogieron ciertos diarios madrile?os para darse cuenta de que la futura ley ser¨¢ mucho m¨¢s celosa de la unidad que del mercado.
El lunes siguiente, era EL PA?S quien desvelaba otro anteproyecto del Gobierno de Rajoy, el de la Ley de Acci¨®n y Servicio Exterior. Y ah¨ª ya no cab¨ªan disimulos sobre la voluntad del poder central de someter las relaciones internacionales de las comunidades aut¨®nomas ¡ªy singularmente las de la Generalitat¡ª a una tutela humillante, a un f¨¦rreo control de car¨¢cter ideol¨®gico-pol¨ªtico, aunque use las coartadas del ahorro y la coordinaci¨®n. O sea: cuando el Parlament acababa de aprobar la declaraci¨®n soberanista, ?qu¨¦ mejor b¨¢lsamo que acentuar la sensaci¨®n de un autogobierno de mentirijillas, enjaulado y con las alas cortadas?
Menos mal que en estas apareci¨® la receta del PSOE para resolver el pleito catal¨¢n: primero, reformar la Constituci¨®n (lo que, si el PP se aviniese, requerir¨ªa una d¨¦cada y, si no, ser¨ªa imposible); despu¨¦s, elaborar un nuevo Estatuto en Barcelona y someterlo al arbitrio de las Cortes Generales (otros dos a?os como m¨ªnimo); al fin, all¨¢ por 2025, ratificar ese Estatuto en un refer¨¦ndum que supondr¨ªa ¡ª?tach¨¢n!¡ª el ejercicio del famoso ¡°derecho a decidir¡±. Me permito a?adir que entonces, como en 2006, solo tendr¨ªamos que aguardar cuatro a?itos m¨¢s a que, recurrido por una UPyD que ya pisar¨¢ los talones a PP y PSOE, el nov¨ªsimo Estatuto fuese tambi¨¦n declarado inconstitucional.
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