?Qu¨¦ hacemos con los Ayuntamientos?
"La cr¨ªtica racional al municipalismo cantonalista no deber¨ªa hacer olvidar a los pr¨®ceres que se trata de un material pol¨ªtica y sociol¨®gicamente muy sensible"
El evidente fracaso del Estado auton¨®mico (en su concreci¨®n actual) y la no menos evidente incapacidad pol¨ªtica para plantear una reforma en profundidad y evitar el no lejano bloqueo institucional, contrasta con el reincidente anuncio de reforma "local", tema que vuelve a estar en la agenda pol¨ªtica en los ¨²ltimos tiempos y que ha alcanzado cierta notoriedad al identificarse con las "inevitables" medidas de restricci¨®n del gasto p¨²blico.
El problema es que sus se?or¨ªas no saben con qui¨¦n se las gastan y que aquello de que con la Iglesia hemos topado es un juego de ni?os al lado de las resistencias que encuentra cualquier anuncio o propuesta de modificar el statu quo local .Si hay un terreno pantanoso y resbaladizo, ¨¦se el que nos ocupa. De hecho la prensa daba cuenta recientemente de reuniones mantenidas entre alcaldes del PP y del PSOE (lo mejor de cada casa) con el prop¨®sito de hacer "frente com¨²n " a veleidades reformadoras que plantean la eliminaci¨®n de ayuntamientos (los m¨¢s peque?os) y el traspaso de las funciones a las Diputaciones.
Cuando no hace mucho se plante¨® la desaparici¨®n de las Diputaciones la reacci¨®n de los afectados fue fulminante y la ¨²ltima propuesta de suprimir las mancomunidades tambi¨¦n ha levantado ampollas. En el municipio -la instituci¨®n m¨¢s a?eja del Estado y anterior al Estado como lo conocemos ahora- confluyen no solo la trama de intereses creados sino tambi¨¦n cuestiones identitarias (y de mantenimiento de ecosistemas rurales salvo que se decida eliminarlos)que no cabe desde?ar ni menospreciar.
La cr¨ªtica racional al municipalismo cantonalista no deber¨ªa hacer olvidar a los pr¨®ceres que se trata de un material pol¨ªtica y sociol¨®gicamente muy sensible en el que no se puede entrar como elefante en cacharrer¨ªa. Por peque?o e incluso aparentemente inviable que sea un Ayuntamiento no debe nunca olvidarse que se trata de la instituci¨®n m¨¢s cercana al ciudadano y la que lo atiende siempre en primera instancia. Adem¨¢s, en el ¨¢mbito municipal reside lo m¨¢s aproximado a la democracia( es bueno elegir entre los que uno conoce) y ,por supuesto, el factor primario de identidad del individuo Por tanto se ruega conocimiento del terreno y sensibilidad.
Ello no significa en absoluto que dejar las cosas como est¨¢n sea la mejor pol¨ªtica (igual sucede con el tema auton¨®mico) porque los costes del inmovilismo son crecientes como el tiempo y con crisis o sin ella no nos lo podemos ni debemos permitir. El municipio, gobernado por el correspondiente Ayuntamiento, como ¨¢mbito de gesti¨®n definido por un t¨¦rmino municipal cuyos l¨ªmites hunden con frecuencia sus ra¨ªces en la historia, es una realidad cada d¨ªa m¨¢s obsoleta que muchas veces no pasa de ser un obst¨¢culo a las din¨¢micas del territorio aunque, afortunadamente, no llegue a neutralizarlas.
A poco que uno conozca el terreno es f¨¢cil asumir que los municipios espa?oles pueden clasificarse en tres categor¨ªas. En primer lugar, aquellos municipios(los menos en n¨²mero pero que concentran buena parte de la poblaci¨®n) que pertenecen a ¨¢reas metropolitanas, cuasi ¨¢reas metropolitanas o ¨¢reas urbanas densamente pobladas. Hay un consenso generalizado en torno a la conveniencia de que dichas ¨¢reas deben ser gobernadas desde una perspectiva supramunicipal puesto que son tantas las externalidades positivas y negativas y las interrelaciones que la superposici¨®n de reinos de taifas es la peor soluci¨®n.
El segundo escal¨®n en nuestra tipolog¨ªa es el de aquellos municipios de peque?o o muy peque?o tama?o pero que ,te¨®ricamente, gozan de la proximidad de una ciudad mediana que act¨²a como "cabeza" de comarca o partido. Y digo te¨®ricamente porque m¨¢s all¨¢ de la voluntaria y eventual Mancomunidad para alg¨²n tema puntual, la "ayuda" que presta la cabecera de la comarca al resto de municipios es insignificante. Parece por tanto l¨®gico que se plantee un gobierno supramunicipal que pueda aprovechar econom¨ªas de escala y satisfacer las necesidades de la poblaci¨®n
En tercer y ¨²ltimo lugar est¨¢n los municipios de escaso tama?o localizados en ¨¢reas en regresi¨®n econ¨®mica y demogr¨¢fica en las que no existe el referente del municipio "central". Por un motivo de estricta supervivencia a estos municipios no les queda m¨¢s remedio que la colaboraci¨®n extrema, el funcionar, ahora s¨ª, todos a una , lo cual no equivale en ning¨²n caso a su extinci¨®n.
Por tanto, si la anterior tipolog¨ªa es aceptada, se impone el corolario: el territorio deber¨ªa estar gobernado por gobiernos supramunicipales y subregionales de la dimensi¨®n suficiente para que la gesti¨®n fuera eficiente y se pudiera profesionalizar de una vez por todas la funci¨®n p¨²blica local. Se impone aqu¨ª hacer alguna que otra matizaci¨®n o aclaraci¨®n.
En primer lugar, deber¨ªa quedar claro que una cosa es el gobierno local y la provisi¨®n eficiente de bienes y servicios p¨²blicos y otra muy distinta la identidad y que ambas pueden coexistir. Es decir, sea cual sea la tipolog¨ªa a la que pertenezca un determinado municipio la cuesti¨®n central es que materias como la educaci¨®n, la salud, la vivienda, los servicios sociales ( "n¨²cleo duro" del Estado del Bienestar ) pero tambi¨¦n la ordenaci¨®n el territorio, los grandes equipamientos, el ciclo del agua, el transporte, el medio ambiente, la eliminaci¨®n de residuos o la promoci¨®n econ¨®mica son competencias que no pueden desarrollarse exclusivamente y de forma eficiente a escala municipal. La segunda precisi¨®n es que deber¨ªamos en este campo imitar la sem¨¢ntica anglosajona en la que "local" no se identifica con municipio ni Ayuntamiento sino con un ¨¢mbito de gobierno "subcentral".
?C¨®mo alcanzar esta aparente cuadratura del c¨ªrculo basada en la coexistencia del ¨¢mbito municipal con el gobierno supramunicipal y subregional? Es bastante sencillo a la par que eficiente y austero. La propuesta formulada por el autor en 1999, bastante antes de que se iniciara -en la misma l¨ªnea- la discusi¨®n sobre las vegueries catalanas (La gesti¨® eficient del territori: una alternativa per al Pa¨ªs Valenci¨¤". Estudios Regionales. AECR), se basa en constituir nuevos entes de gobierno supramunicipales y subregionales (las Gobernaciones) de dimensi¨®n flexible pero suficiente como para desarrollar, de forma compartida con el gobierno aut¨®nomo, las competencias que antes enumer¨¢bamos. Los recursos para ejercer dichas competencias vendr¨ªan de la Comunidad Aut¨®noma ( que delegar¨ªa competencias y recursos y se reservar¨ªa las funciones de coordinaci¨®n y control) y, sobre todo, de las Diputaciones que, simplemente desaparecer¨ªan del mapa constitucional y cuyos recursos humanos y financieros se distribuir¨ªan en los nuevos entes.
Los Ayuntamientos ( sea cual fuere su tama?o) no desaparecen y mantienen la funci¨®n de representaci¨®n pol¨ªtica directa , los temas de identidad y cultura y los servicios de primera instancia. Evidentemente estos criterios deben ser aplicados como marco general y con gran flexibilidad habida cuenta de la gran diversidad de situaciones. A modo de ejemplo, quiz¨¢ convenga que en las grandes ciudades las competencias sean competencias compartidas con la Gobernaci¨®n y la comunidad aut¨®noma; que los fen¨®menos metropolitanos adopten la forma de gobernaciones; que se permita y prime la libre asociaci¨®n de municipios para finalidades concretas, etc. Como argucia ahorradora de conflictos se propone que las gobernaciones adopten el nombre de accidentes f¨ªsicos( r¨ªos o monta?as ) y nunca el de cualquier ciudad de la Gobernaci¨®n para evitar antagonismos y recelos innecesarios
???M¨¢s burocracia!!! , exclamar¨¢n algunos. En absoluto siempre y cuando se adopte un perspectiva gerencial y profesionalizada de los nuevos entes. La asamblea de alcaldes de la Gobernaci¨®n (que es quien fija los objetivos, el programa y las pol¨ªticas) eligen a su presidente y ¨¦ste nombra una reducida Comisi¨®n de Gobierno que le ayude. El propio presidente propone a la Asamblea la designaci¨®n de un gerente a quien se le proporcionan los recursos humanos y financieros y se le dan l¨®gicamente , grados de libertad. ?Donde est¨¢ la burocracia? A priori -falta s¨®lo la prueba del algod¨®n en t¨¦rminos de un estudio breve en el tiempo y modesto en el coste- lo que parece es que sobran no pocos asesores y concejales en relaci¨®n al modelo actual, sin contar con el ahorro del personal pol¨ªtico y de confianza de las Diputaciones.
El problema de esta propuesta, como siempre, es ese combinado explosivo de cultura e intereses. En el modelo propuesto los Ayuntamientos y su alcalde a la cabeza "pierden" competencias porque las delegan "hacia arriba" al igual que las comunidades aut¨®nomas pierden competencias porque las delegan "hacia abajo". Me temo que ni a unos ni a otros les har¨¢ ninguna gracia. Y de la opini¨®n de las Diputaciones no hablar. Los electos locales pasan a hacer pol¨ªtica "en la calle" (delegaciones territoriales y no tem¨¢ticas ) y elevan sus propuestas a su alcalde y ¨¦ste a la Asamblea. Pierden los pol¨ªticos pero gana la pol¨ªtica y los ciudadanos. Con entes de gobierno de cierto tama?o se pueden tener buenos equipos de gerencia y se profesionaliza la funci¨®n p¨²blica. Adem¨¢s, se puede y debe ejercer en mayor medida la cultura del pacto entre Gobernaciones, comunidad aut¨®noma y grandes ciudades. M¨¢s discusi¨®n, m¨¢s transparencia, menos corrupci¨®n.
La probabilidad de que alguien recoja el guante es casi nula. Lasciate ogni speranza que dec¨ªa Dante. Se pisan demasiados callos, se atenta contra demasiados intereses y se requiere un cambio cultural. Pero hay demasiados padres de la Patria en todos los niveles territoriales, demasiados egos gonfl¨¦s; demasiados talibanes que desprecian cuanto ignoran; demasiados especialistas en encontrar varios problemas para cada soluci¨®n. Podr¨ªamos recordar a Cicer¨®n y exclamar aquello de Hasta cuando abusar¨¢s de nuestra paciencia, Catilina, pero me temo que hay demasiados Catilinas en nuestra clase pol¨ªtica. Paciencia, pues.
Josep Sorribes es profesor de la Universitat de Val¨¨ncia
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