El esp¨ªritu de Atocha
Si ¡°todo es falso menos alguna cosa¡±, habr¨¢ que dilucidar la gravedad de esa cosa
Saliendo a Ant¨®n Mart¨ªn por la calle Le¨®n hay una multitud alrededor del monumento El abrazo, hay una multitud que se abraza tambi¨¦n en torno a esas espaldas enlazadas de cuerpos que se engarzan entre s¨ª a trav¨¦s de abrigos y gabardinas y manos, como si todo un pueblo pudiera edificarse dentro de ellos, de su corro sin cara con la sucesi¨®n circular de espaldas anchas. Es el monumento de Juan Genov¨¦s a los abogados laboralistas asesinados en el despacho de Atocha 55 la noche del 24 de enero de 1977. En torno a ¨¦l la gente, como reproduciendo la escultura en piel y m¨²sculos henchidos de la vitalidad que les robaron hace 36 a?os, hace toda una democracia.
Se repiten sus nombres, la lista de un oprobio y de una dignidad laboral y jur¨ªdica: Javier Sauquillo, Luis Javier Benavides, Enrique Valdelvira, Seraf¨ªn Holgado y ?ngel Rodr¨ªguez Leal, y tambi¨¦n los repito ahora al escribir. Porque la memoria es una forma de insumisi¨®n y hay protestas y hay vindicaciones por encima del tiempo, y adem¨¢s no hace tanto: m¨¢s o menos mi edad. Porque ese tiempo est¨¢ tambi¨¦n aqu¨ª cuando habla Alejandro Ruiz-Huerta, presidente de la Fundaci¨®n Abogados de Atocha y superviviente del atentado, al denunciar el ataque que est¨¢ sufriendo el Estado de Derecho con medidas tan sangrantes como la abolici¨®n de la Sanidad, la Educaci¨®n o la propia Justicia como derechos comunes.
Dos semanas despu¨¦s del homenaje me pregunto lo mismo que aquella ma?ana: ?d¨®nde est¨¢ el esp¨ªritu de Atocha, de aquellos abogados que cre¨ªan en el derecho no como una discriminaci¨®n, sino como la primera estructura social que sostiene la dignidad del ciudadano? Desde luego, no est¨¢ en un presidente del Gobierno que ante el mayor esc¨¢ndalo de corrupci¨®n de la historia de la democracia no sale a dar la cara, con una rueda de prensa con preguntas, sino que habla a trav¨¦s de una pantalla de plasma que los periodistas fotograf¨ªan como a un holograma articulado. Nadie discute aqu¨ª la presunci¨®n de inocencia, principio medular de la abogac¨ªa y del derecho, pero la situaci¨®n requer¨ªa algo m¨¢s que un mon¨®logo interior entre el regreso victimista de la ni?a de Rajoy, la exigencia de un acto de fe y la condena de la prensa.
Si ¡°todo es falso menos alguna cosa¡±, habr¨¢ que dilucidar la gravedad de esa cosa. El exdiputado Jorge Tr¨ªas relata una contabilidad paralela de dinero negro en el PP. P¨ªo Garc¨ªa Escudero, presidente del Senado, ha admitido la veracidad de su asiento contable en la lista de Luis B¨¢rcenas. Jaime Ignacio del Burgo afirma que es dif¨ªcil demostrar que no se ha cobrado en negro, precisamente porque el dinero negro no suele dejar rastro. Pero no nos preocupemos, porque Mariano Rajoy ofrece su declaraci¨®n de la renta y empe?a su palabra, comprometiendo su credibilidad con la honradez del PP.
En los mismos d¨ªas Ada Colau, representante de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, hace en el Congreso una defensa de los desahuciados tan brillante, transparente, humanizada y fundada en valores ¨¦ticos jur¨ªdicos, que ofrece en pocas horas la r¨¦plica dial¨¦ctica perfecta al comunicado opaco de Rajoy, en su divagaci¨®n cada vez m¨¢s firme. Ada Colau no estuvo, creo, la ma?ana del 24 de enero en Madrid, pero escucharla hablar es asistir al mejor homenaje a los abogados de Atocha como testimonio democr¨¢tico, de un reconocimiento a quienes esbozaron la primera l¨ªnea de la libertad fundada en una abogac¨ªa verdaderamente igualitaria, tanto en sus objetivos procesales como dentro del bufete, en la defensa ciudadana, cuando no todo el mundo militaba en el mismo derecho ni en la misma justicia.
La placa con los nombres de los abogados amaneci¨® manchada de pintura roja y amarilla. Aunque el ataque causara comprensible dolor, quienes intentaron agraviarlos solo han logrado evidenciar una doble verdad. Rojo rociado como una enorme herida. Y por supuesto que eran espa?oles. Como Antonio Machado, como Manuel Aza?a y Federico Garc¨ªa Lorca. Espa?oles de la mejor Espa?a: la amparada por jueces humanistas frente a la impunidad del desahucio y en la fiscal¨ªa frente a las corrupciones.
La ma?ana es el cielo abierto de un febrero estival: el martes se vota en el Congreso la Iniciativa Legislativa Popular sobre la daci¨®n en pago con efectos retroactivos, la paralizaci¨®n de los desahucios de primeras viviendas y su alquiler social. La ca¨ªda rampante del sol claro sobre los tejados de Madrid es una promesa natural de un mediod¨ªa m¨¢s c¨¢lido, m¨¢s ennoblecido en la sustancia que da voz a los hombres.
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