El abrazo de las l¨¢grimas
Glen Hansard conmueve el alma demostrando una vez m¨¢s que maneja todas las claves de la canci¨®n, el soul y hasta el rock ¨¦pico
A los conciertos, como, en general, a cualquier evento p¨²blico, conviene llegar con las necesidades b¨¢sicas satisfechas, por aquello de que la fisiolog¨ªa no nos arruine una buena canci¨®n. En el caso de Glen Hansard, adem¨¢s, deber¨ªamos arribar a la cita con los lagrimales razonablemente vaciados. De lo contrario, la llorera puede sobrevenir en cualquier momento.
Anoche, en una Joy Eslava repleta y deslumbrante, el trovador dublin¨¦s se empe?¨® en bucear en nuestras gl¨¢ndulas, ara?¨¢rnoslas y exprimir de ellas hasta la ¨²ltima gota. No resulta sencillo encontrar hoy en d¨ªa un personaje de su talla en la m¨²sica popular. Hansard canta no para emocionar, sino para conmover. Interpreta con el coraz¨®n desangrado y la sabidur¨ªa de quien ha recorrido muchos kil¨®metros de aceras. Dispone de un repertorio abrumador a estas alturas, entre The Frames, The Swell Season y su reciente ¨¢lbum en solitario. Es generoso a manos llenas: 12 m¨²sicos, dos horas y tres cuartos de espect¨¢culo embriagador, Javier Mas como guitarrista invitado y varios temas sin micr¨®fono, a puro pulm¨®n, para abatir definitivamente nuestras ¨²ltimas defensas. Supone, en fin, lo m¨¢s cerca que estaremos nunca de revivir el esp¨ªritu de la Caledonia Soul Orchestra.
El ascendente de Van Morrison es una referencia expl¨ªcita y recurrente. Los metales de Maybe not tonight aportan las primeras pistas, igual que la maravillosa Love don¡¯t leave me waiting comparte p¨¢lpito r¨ªtmico con Into the mystic. Pero nada tan vanmorrisoniano como esa capacidad para exprimir los l¨ªmites de la din¨¢mica, para enloquecer y callar en el espacio de un suspiro, para asumir (When your mind¡¯s made up) el v¨¦rtigo del silencio s¨²bito.
Glen maneja todas las claves de la canci¨®n, el soul y hasta el rock ¨¦pico, pero siempre desde los m¨¢s puros instintos pasionales. Santa Maria, un viejo tema de The Frames, parec¨ªa la suma de las guitarras hipn¨®ticas de The Edge con la voz de un monje tibetano. Su ya c¨¦lebre ac¨²stica agujereada, tal y como se la conocimos en la pel¨ªcula Once, acerca el latido genuino de los barrios humildes. Y si queremos hartarnos a llorar, siempre nos quedar¨¢ la may¨²scula Bird of sorrow. No hay muchas canciones m¨¢s tristes en todo 2012. Y casi ninguna tan hermosa.
Bird of sorrow es puro abatimiento, pero, como casi siempre en Hansard, tambi¨¦n deja un atisbo de esperanza, alg¨²n tenue resquicio. Como Song of good hope, dedicada (venga a llorar) a un amigo que, tras el fracaso de la quimioterapia, ha decidido apurar viajando y riendo sus ¨²ltimos seis meses de vida. Ese mismo esp¨ªritu de redenci¨®n alienta la inevitable Falling slowly, que cay¨® en los bises junto a Lisa Hannigan, anta?o aliada de Damien Rice.
¡°Toma este barco que se hunde y ponlo rumbo a casa, todav¨ªa tenemos tiempo¡±, cantaban los dos en ese estribillo al que ni el ?scar ni la reiteraci¨®n han privado de su naturaleza estremecedora. En ese preciso instante, hasta los m¨¢s recalcitrantes hubieron de claudicar y fundirse en el irreversible abrazo de las l¨¢grimas.
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