La utop¨ªa de la transparencia

Hay ocasiones en las que uno est¨¢ tentado de pensar que este mundo est¨¢ completamente loco. El Papa dimite (y no como otros) debido tambi¨¦n a que le ha resultado imposible controlar su ministerio, mientras un rayo ametralla la c¨²pula de la Bas¨ªlica de San Pedro y un meteorito inesperado se estrella en la estepa siberiana. ?Se?ales todas de las triqui?uelas del Maligno? Vete tu a saber, s¨ª, pero ?d¨®nde? Los tiempos est¨¢n cambiando, cierto, pero tal vez no en la direcci¨®n que extasiaba al gran Bob Dylan. Y respecto de la humana conducta humana, los pol¨ªticos andan espi¨¢ndose unos a otros en lugar de ocuparse con decencia de los asuntos por los que viven de nuestros impuestos, supongo que porque todos tienen la sospecha (fundada) de que aqu¨ª el que no corre vuela y que por tanto conviene cotillear con alta tecnolog¨ªa a todo el mundo antes, durante o despu¨¦s de que lo hayan hecho contigo, porque al cabo todo se sabe y conviene saberlo el primero por si resulta preciso ocultarlo todo. Y a todo esto Luis B¨¢rcenas en su casita peque?ita del Canad¨¢ se dedica a esquiar y qui¨¦n sabe a cu¨¢ntas cosas m¨¢s, porque se practica mejor el esqu¨ª con el bolsillo forrado y se forra uno con m¨¢s rapidez si sabe las pistas que debe elegir, y vaya si lo saben. Sobre la blanca capa de nieve se cierne, al caer la tarde, el blanqueo de muchos dineros de los contribuyentes, como si dij¨¦ramos en plena naturaleza, inocente hasta que no se demuestre lo contrario, y ajena en todo a los trapicheos de post¨ªn que acoge en su hollada majestuosidad.

Por lo dem¨¢s, los seis millones de parados de este pa¨ªs ya ni miran al cielo, ni mucho menos acuden a las colas para encontrar empleo, para qu¨¦, si saben que se trata de una entelequia en la que con algo de suerte encontrar¨¢n un trabajito de 400 euros mensuales a cambio de dejarse alma, dignidad y orgullo. Tampoco est¨¢n en lo mejor de su experiencia los dependientes desprovistos de toda ayuda y con tan escaso consuelo que empiezan a expirar como pajarillos sin aire, al menos sin el aire limpio de los esquiadores de alto standing.

Y en cuanto a la transparencia, siendo el ser humano esencialmente opaco, hasta el punto de que muy a menudo ni siquiera considera la conveniencia de conocerse a fondo, ?c¨®mo podr¨ªa comportarse de otro modo que m¨¢s o menos ciegamente con los otros seres humanos? Pero la ceguera no siempre es enemiga del agio, de modo que el tuerto bien puede alzarse con la peana y la limosna a poco que sus correligionarios colijan que el asunto no carece de inter¨¦s. Cuando uno tiene m¨¢s a?os por detr¨¢s que por delante no acostumbra a emocionarse con el entusiasmo juvenil, acaso porque adivina que terminar¨¢n como todos: embaucando a los de siempre en su provecho y espi¨¢ndose unos a otros. Incluso es posible que los empleados bancarios que hicieron firmar preferentes a ancianos con alzheimer fueran en su juventud estupendos muchachos desbordantes de idealismos diversos.

?El siempre invisible Esp¨ªritu Santo tiene algo que a?adir? Que se manifieste de una vez.

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