El DHub y el debate de la cultura
Ser¨¢ un centro contempor¨¢neo de an¨¢lisis y debate, pero la cultura no est¨¢ solo en los museos
Los museos contempor¨¢neos son una gran bola de aire entendida como vest¨ªbulo. La mejor impresi¨®n la hacen en ese momento inci¨¢tico de estrenar la visita en un espacio inmenso que tiene la virtud de saber distribuir los flujos humanos hacia diferentes destinos, incluida la tienda de recuerdos. El DHub cumple con el vaticinio: alt¨ªsimo vest¨ªbulo, alt¨ªsimas escaleras y salas contenedor, todo blanco, todo funcional.
El DHub es, en efecto un edificio serio, cumplidor, agresivo por fuera, perdido en el vac¨ªo existencial que es hoy el espacio de las Glorias y rodeado de una de esas explanadas lisas que son la soluci¨®n preferida de Barcelona cuando por debajo pasan t¨²neles de trenes y metros. Como si sobre la ciudad no cayera un sol inclemente durante meses. La explanada tiene una p¨¦rgola leve que gu¨ªa al caminante hacia la entrada del DHub: se agradece. Se agradece tambi¨¦n la discreci¨®n de esta pieza porque justo al lado crece la instalaci¨®n de los Encantes, que se basa precisamente en una p¨¦rgola alocada, excesiva, cosa que tambi¨¦n es una tradici¨®n en Barcelona.
El DHub es el futuro museo del dise?o de Barcelona, una larga reivindicaci¨®n de un gremio que ha ido guardando y componiendo una colecci¨®n plausible de objetos que reflejan el talento local. Por una vez, no se puede decir que se haya empezado por el edificio, o que el tema no sea una de las bazas espec¨ªficas de la creatividad local. Barcelona dise?a mucho y dise?a bien, desde hace m¨¢s de un siglo, y reivindicar ese patrimonio, reconvertirlo en debate y proyecto, es del todo conveniente. El DHub es, por tanto, m¨¢s que un museo: ser¨¢ un centro contempor¨¢neo de an¨¢lisis, est¨ªmulo, debate y reflexi¨®n sobre el hecho de la creaci¨®n industrial. De ah¨ª que el hist¨®rico FAD traslade ¡ªjunto con el Barcelona Centre de Disseny (BCD)-¡ª sus armas y bagajes del Convent dels ?ngels, en el Raval, a la planta menos uno del DHub, una planta que el edificio, con un giro inteligente de su propia funcionalidad, dota de una impecable luz natural. El FAD es el coraz¨®n del dise?o catal¨¢n.
Lo que ya no es tan l¨®gico es que el DHub haya fagocitado colecciones perfectamente establecidas como las del Museo de la Indumentaria o del de Cer¨¢mica, colecciones hist¨®ricas y patrimoniales que ten¨ªan vida propia. La idea de hacer un macro-museo de ¡°artes decorativas¡±, de todo lo relacionado con el dise?o, lleva a?os rodando por los despachos municipales. Fue una idea de Oriol Bohigas, que es, con su equipo, el autor material del DHub. El edificio ofrece una planta entera a cada colecci¨®n, en un espacio di¨¢fano, sin tabiques, sin salas, para que los objetos se interpelen los unos a los otros y se capte de un vistazo la importancia del conjunto. Pero aunque sobra espacio, que el edificio es enorme, las colecciones no se mostrar¨¢n enteras y quedar¨¢n subsumidas en la idea global del dise?o como respuesta a los retos de la vida cotidiana. Perder¨¢n importancia y personalidad.
La otra gran pregunta que plantea el DHub, y es tarde para responderla, es la proliferaci¨®n de grandes equipamientos en un momento en que la cultura sufre por la presi¨®n cruel del IVA recrecido, de los recortes y de la penuria del consumidor. Despu¨¦s resulta que el visitante m¨¢s asiduo de cualquier museo es un turista (porque a lo largo de un a?o en Barcelona hay m¨¢s turistas que habitantes).
Barcelona no es una ciudad amigable para la cultura, entendida como un entramado de circuitos alternativos, ligeros, flexibles, que van y vienen dando a las nuevas generaciones oportunidad de expresi¨®n y de contestaci¨®n. La cultura, en Barcelona, es terriblemente formal y oficial, e incluso las ¡°f¨¢bricas de creaci¨®n¡± son municipales. Es un modelo gestado durante a?os y deudor del car¨¢cter de los gestores.
Los grandes equipamientos son importantes como guardianes del patrimonio y como refugio de la reflexi¨®n, pero la cultura no est¨¢ s¨®lo en los museos, en los centros, en los edificios blancos, impolutos y funcionales, sino en los nexos y en la convivencia entre ese mundo oficial y el mundo alternativo. Paseando el otro d¨ªa por las salas vac¨ªas del DHub, Miquel Espinet, presidente del FAD, me dec¨ªa: te lo tienes que imaginar lleno de objetos. Yo me lo imagino lleno de preguntas.
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