Los arquitectos, tambi¨¦n contra las cuerdas
"Estamos viviendo pat¨¦ticos momentos que provocan la amarga y extra?a sensaci¨®n de que nuestra sociedad, de alma enrarecida, est¨¢ contra las cuerdas. Y la arquitectura y los arquitectos tambi¨¦n"
Por si no ten¨ªamos bastante con la crisis, el paro o los recortes, la sombra negra y desmadrada de la corrupci¨®n est¨¢ tiznando hasta l¨ªmites insospechados la faz de este pa¨ªs y acorral¨¢ndolo peligrosamente.
Personajes siniestros y gente sin escr¨²pulos siempre los ha habido, los hay y los habr¨¢. Est¨¢n por todas partes y en todos los ¨¢mbitos de la sociedad. Aunque los m¨¢s perversos son los que suelen llegar m¨¢s alto y han hecho y hacen saltar gobiernos y estados y todo lo que se les ponga por delante. Son los que han le¨ªdo y conocen al dedillo el libro ¡°El Pr¨ªncipe¡± de Maquiavelo, y que aplican sin reparos, caiga quien caiga, aquello de ¡°el fin justifica los medios¡±. Sin embargo, parece ser que poco o nada han debido leer de Arist¨®teles, tal vez porque no les interese entrar en cuestiones relativas a la ¡°¨¦tica¡±.
Se ha instalado entre nosotros un liberalismo malentendido y feroz, transformado en libertinaje, que se manifiesta en una desaforada depravaci¨®n del todo vale, y que nos ha tra¨ªdo los ¡°lodos¡± que ahora mismo nos ahogan. Por desgracia, y como suele ocurrir, apretando m¨¢s a los que no tienen nada de culpa que a los que tienen culpa de casi todo. En poco tiempo hemos pasado de vivir una ¨¦poca feliz, enga?osa y enga?ados quiz¨¢, a la peor de nuestras pesadillas. Como no pod¨ªa ser de otra manera, la estafa de estos a?os ha venido de la mano de la especulaci¨®n inmobiliaria, donde los ¡°gurtels¡± y dem¨¢s elementos cancer¨ªgenos han adulado, corrompido y sobornado hasta al m¨¢s pintado, con tal de hinchar sus bolsillos y la burbuja hasta reventar.
En medio de todo ello, y sin propon¨¦rnoslo, hemos estado los arquitectos, aunque unos m¨¢s y otros -la inmensa mayor¨ªa- menos. Y si esta profesi¨®n ya estaba ¡°tocada¡± por la varita del desprestigio desde hace unos cuantos a?os, los resultados de todo este embrollo son, entre otros, que se est¨¦ yendo al garete. La consecuencia m¨¢s palpable es que por culpa de unos cuantos, la imagen de los arquitectos ante la sociedad est¨¢ vi¨¦ndose abocada al envilecimiento.
Ahora todo el mundo anda huyendo de los arquitectos como de la peste, por no se sabe muy bien qu¨¦ intereses. Quiz¨¢ por ello, y por a?adidura, y por si no estaba ya mal la cosa, desde el gobierno actual andan mare¨¢ndonos estos d¨ªas con un anteproyecto de ¡°Ley de Servicios Profesionales¡±, con la que pretenden que para ejercer la arquitectura no har¨ªa falta ser arquitecto y que cualquiera con una titulaci¨®n de ingeniero o similar podr¨¢ hacer tambi¨¦n edificios como los arquitectos. No tengo nada en contra de los ingenieros, pero no quiero que nadie que no sea arquitecto invada lo que nos corresponda. Defiendo lo m¨ªo, faltar¨ªa m¨¢s.???
Tengo la extra?a sensaci¨®n de que en el origen de todo esto est¨¢ la corrupci¨®n generalizada, y los que se han dedicado a ella, que han confundido hacer edificios con levantar estructuras con tabiques, con las que tanto se han enriquecido algunos. Quienes as¨ª piensan, que sin duda lo hacen siguiendo cr¨ªpticos intereses, han debido pensar, ya puestos, que hacer casas, por ejemplo, es cualquier cosa, que es f¨¢cil, y que todo el mundo que forme parte del ¡°mundillo¡± puede dedicarse a ello, por lo que, en conclusi¨®n, tambi¨¦n lo puede hacer cualquier ingeniero.
Les importa un bledo la tradici¨®n acumulada de nuestro oficio, d¨¢ndoles completamente igual todo el conjunto de habilidades que un arquitecto posee, y para las que ning¨²n ingeniero ha sido preparado ni es competente, como pueden ser la creaci¨®n de paisajes sugerentes y emotivos, la recuperaci¨®n de elementos arquitect¨®nicos de la antig¨¹edad, la dignificaci¨®n y nobleza de viviendas resueltas con econom¨ªa, destreza y elegancia, la ordenaci¨®n de vol¨²menes con rigor y atenci¨®n al lugar, la escala o la proporci¨®n, el buen hacer constructivo para resolver envolventes que conformen espacios humanos agradables, o la sublime apertura de un ¨®culo para que la luz penetre y componga con emoci¨®n esos espacios.
Somos muchos los arquitectos an¨®nimos que hemos ejercido y ejercemos con dignidad, honradez y orgullo nuestro oficio. Pero por culpa de no se sabe qui¨¦n, se nos ha metido a todos en el mismo saco de ruindad. Ya es hora de decir que no necesitamos de nadie que dude de nuestras competencias y venga a decirnos, a estas alturas, y sin saber ni entender, lo que es la arquitectura, la cultura arquitect¨®nica, y como y a qu¨¦ hemos de dedicarnos. Esto no es un combate, no consentimos que nadie nos ponga contra las cuerdas.
Los corruptos son capaces de cualquier cosa con tal de salirse con la suya y sus oscuros intereses. Trampean con lo que sea, pagan en negro y hasta si hace falta en amarillo, y les tiene sin cuidado la est¨¦tica, la ¨¦tica y la solvencia profesional de los arquitectos. Y, por supuesto, les importa bien poco la arquitectura o la cultura arquitect¨®nica, por lo que, si es necesario, se pone contra las cuerdas a los arquitectos -como pretenden hacer- del mismo modo que no les tiembla el pulso si de lo que se trata es de arrinconar y poner patas arriba a todo un pa¨ªs, destrozando lo que con tanto esfuerzo a toda la gente honesta nos ha costado conseguir.
Vicente Blasco Garc¨ªa es arquitecto y profesor de Construcci¨®n de la Escuela de Arquitectura de Valencia.
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