Opacos hasta el rid¨ªculo
"Desde que en 1995 ocup¨® el poder crey¨® ser el rey del mambo, se cerr¨® en banda, se cisc¨® en sus cr¨ªticos y manipul¨® a su antojo la informaci¨®n"
Los gobernantes son reacios a rendir cuentas sobre los asuntos de inter¨¦s p¨²blico que no sean propagand¨ªsticos de sus propias excelencias. Es una regla universal con pocas excepciones. En los reg¨ªmenes dictatoriales resulta obvio que ni siquiera se plantee el pedir explicaciones, pero entre los democr¨¢ticos se pueden contar con los dedos de una mano aquellos que practican una transparencia aceptable. Los dem¨¢s, la inmensa mayor¨ªa, padecen esa patolog¨ªa que es la opacidad, desde?ar a los ciudadanos y mentir. Y aun entre estos cabe constatar matices y diferencias seg¨²n el grado de cerraz¨®n. El Gobierno valenciano del PP figura como es notorio en el pelot¨®n de los m¨¢s herm¨¦ticos. Desde que en 1995 ocup¨® el poder crey¨® ser el rey del mambo, se cerr¨® en banda, se cisc¨® en sus cr¨ªticos y manipul¨® a su antojo la informaci¨®n. Un blindaje que, como hemos visto, abon¨® la corrupci¨®n desmadrada, se llev¨® por delante a un presidente y acabar¨¢ con la hegemon¨ªa del partido.
El molt honorable Alberto Fabra y su hombre fuerte, el vicepresidente Jos¨¦ Ciscar, parecieron ser conscientes de que este era uno de los graves lastres del Gobierno. Apenas ocuparon sus poltronas dieron pie a pensar que se amortizar¨ªan algunas corruptelas decantadas por la chuler¨ªa que, al modo de Juan Palomo, hab¨ªan venido primando en la gesti¨®n de los asuntos p¨²blicos. Por lo pronto cab¨ªa esperar que se acotase el secretismo imperante, tanto en torno a las iniciativas pol¨ªticas de gran alcance como en las menores. En ning¨²n caso estaba justificada tanta reserva y ¡°cl¨¢usula de confidencialidad¡± en los contratos que suscribe el Gobierno, ni tampoco tanto desd¨¦n y respuesta evasiva para con las inquisitivas y obligadas preguntas que le formula la oposici¨®n, que para eso est¨¢.
Tenemos sin embargo la impresi¨®n de que los mentados gobernantes han fracasado, cuando menos hasta ahora, vencidos por las inercias o consignas que rigen en la Administraci¨®n auton¨®mica. A la portavoz adjunta de Comprom¨ªs en las Cortes, M¨°nica Oltra, se le ha negado recientemente el acceso al expediente sobre la licencia de actividad del hospital La Fe, de la que este centro carece a pesar de estar en servicio. Falta el preceptivo informe de los bomberos, y eso es, precisamente, lo que pretend¨ªa compulsar la s¨ªndica para aquilatar la importancia de las deficiencias o lagunas que explican esta irregularidad fundamental en un inmueble de tal volumen y funci¨®n.
Este es tan solo un ejemplo entre los cientos y cientos de peticiones de informaci¨®n que los diputados han venido formulando al Gobierno. Ya fuera sobre el hundimiento del techo del colegio Llu¨ªs Vives, los profesores de religi¨®n, las dietas por desplazamientos, el viaje del Papa, el circuito urbano, RTVV y un largo etc¨¦tera, la respuesta se compendia casi siempre afirmando que todo est¨¢ tramitado conforme a ley. Un latiguillo rid¨ªculo con el que no se responde, como si quien pregunta no fuese un o una representante de los presuntos soberanos y quien contesta se amparase leg¨ªtimamente en una patente de corso para hacer y decir lo que le viene en gana.
Los reiterados fallos condenatorios de los tribunales Superior de Justicia y del mismo Constitucional no han enmendado esta arrogancia y recursos de leguleyo que practica el PP valenciano, ni hay motivos para confiar en la prometida Ley de Transparencia y Acceso a la Informaci¨®n y buen Gobierno. Una norma que al remedo de dem¨®cratas que nos gobiernan debe sonarles a chino.
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