Cemento sin alma
Robert Harding Pittman lleva a La Casa Encendida su mirada sobre los efectos de la construcci¨®n desorbitada
Robert Harding Pittman es un hombre jovial, enjuto y reflexivo. Nacido en la localidad de Rochester, cerca de Nueva York, pero criado en Boston y estudiado en Los ?ngeles, donde curs¨® ingenier¨ªa medioambiental, es fot¨®grafo y documentalista. Acaba de presentar en La Casa Encendida una exposici¨®n fotogr¨¢fica de fuerte contenido ecologista. La ha denominado Anonymization y se refiere a los efectos deshumanizadores que sobre la memoria, el presente y el futuro de las personas de numerosos pa¨ªses acarrean las macrourbanizaciones, esos enormes complejos construidos presuntamente para facilitar los asentamientos de poblaci¨®n donde el cemento y el asfalto laminan todo: ¨¢rboles, mariposas, flores o arroyos; eso s¨ª, con alg¨²n campo de golf cercano que permanecer¨¢ casi vac¨ªo hasta el fin de sus d¨ªas y que, por t¨¦rmino medio, si tiene el suficiente n¨²mero de hoyos, demandar¨¢ el agua que podr¨ªa consumir una localidad de 12.000 habitantes.
Pittman cuenta que en una ocasi¨®n, unos indios navajos de Arizona le explicaron que ¡°el dinero es enemigo de la riqueza¡± y que esas urbanizaciones ¡°no procuran nunca ni aire, ni agua, ni alimentos limpios, donde reside el secreto de la verdadera buena vida¡±.
Las fotograf¨ªas de Pittman son testimonios reveladores del expolio que la construcci¨®n desaforada ha causado. Lugar preferente en este fen¨®meno de desertizaci¨®n social lo ocupan macrourbanizaciones espa?olas, algunas de ellas abandonadas, como una de la provincia de Murcia, donde Pittman escuch¨® que se trataba de ¡°imitar los modos de vida de California¡±. Y explica: ¡°Lo curioso es que en Las Vegas, los constructores de all¨ª bautizan sus urbanizaciones con nombres espa?oles y dicen perseguir imitar los modos de vida del Mediterr¨¢neo¡±, ironiza. ¡°Pero en uno y otros lugares, el resultado es el mismo: la desertizaci¨®n del entorno, la ruina de los recursos naturales y el sepultamiento de los seres humanos, as¨ª desprovistos de v¨ªnculos con la naturaleza circundante, en un anonimato silencioso e inexorable¡±.
El fot¨®grafo remarca que en los desiertos norteamericanos, ¡°se han construido verdaderas ciudades a base de meras neveras port¨¢tiles con tejado, una apolog¨ªa en cemento dedicada al aire acondicionado, al asfalto y a la gasolina, donde los ¨¢rboles centenarios han desaparecido para dejar paso a arbolitos sin arraigo alguno y a complejos de miles de casas feas y desalmadas¡±. Por el contrario, en Corea del Sur, subraya, ¡°la moda es diferente: lo mejor es vivir en una torre de much¨ªsimos pisos, siempre con un campo de golf cercano; las casitas de una o dos plantas quedan para la gente pobre, la misma que no podr¨¢ habitar nunca un rascacielos¡±.
Detr¨¢s de todos estos procesos se encuentran alba?iles de carne y hueso, como es el caso de Kutty, un obrero emigrado a Dub¨¢i desde la provincia de Kerala, en la Uni¨®n India. Pittman cuenta que el alba?il indio construye en el emirato m¨¢s rico del mundo una urbanizaci¨®n durante 12 horas de cada d¨ªa; gana no m¨¢s de cinco d¨®lares por jornada y habita en barracones infectos, hacinado junto con miles de compatriotas suyos atrapados como ¨¦l por las deudas contra¨ªdas con los tratantes de mercanc¨ªa humana que les consiguieron trabajo en el emirato del golfo P¨¦rsico. ¡°Solo en 2004, hasta 900 alba?iles murieron de insolaci¨®n en este reino ¨¢rabe, donde se alza el 20% de las gr¨²as que faenan en todo el mundo¡±, se informa en un panel.
En Espa?a, las cosas no han sido demasiado distintas. Se ha construido a un ritmo escalofriante: seg¨²n cifras oficiales, entre los a?os 1997 y 2003, se edificaron 36 hect¨¢reas de territorio por d¨ªa, 2,6 hect¨¢reas por hora. Durante el lustro siguiente, el territorio construido cada d¨ªa se elev¨® a 63 hect¨¢reas por jornada. El litoral costero es uno de los escenarios m¨¢s da?ados.
Las fotograf¨ªas de Pittman relatan a trav¨¦s de objetos y plantas estos dramas: ¨¢rboles precintados, terrenos bald¨ªos, pl¨¢sticos cubriendo el suelo, muros de casas vac¨ªas, iguales, mon¨®tonas, desalmadas¡ sin un ¨¢rbol en su contorno, sin un ser humano feliz en sus alrededores. ¡°He querido prescindir de las personas para que se vea bien la huella que estas macrourbanizaciones causan en el paisaje¡±, dice.
Anonymization. Un total de 17 fotograf¨ªas e instalaciones de Robert Harding Pittman. De 10.00 a 21.30. Hasta el mes de mayo. La Casa Encendida. Ronda de Valencia, 6. Acceso libre.
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