Cordob¨¦s y Fandi, ¨ªdolos del populismo fallero
Daba igual que las espadas cayeran bajas, daba igual que los puyazos fueran traseros, daba igual que cuatro toros de la muy buena corrida de Cuvillo se marcharan sin torear. Daba igual todo. Lo que no daba igual es que la presidencia olvidara que Valencia es una plaza de primera, en teor¨ªa, y las orejas hay que cortarlas toreando a los toros, no al p¨²blico.
Cuvillo / Finito, Cordob¨¦s, Fandi
Toros de N¨²?ez del Cuvillo, de fina estampa y bien hechos, aunque justos de trap¨ªo. De gran juego en la muleta y muy nobles, excepto el cuarto, que se defendi¨®. Cumplidores en varas.
Finito de C¨®rdoba: estocada corta traserilla (saludos); pinchazo -aviso-, dos m¨¢s, y descabello (silencio).
Manuel D¨ªaz "El Cordob¨¦s": entera baja (oreja); bajonazo trasero (oreja con alguna protesta).
El Fandi: pinchazo y entera trasera y tendida (oreja); entera baja (dos orejas).
Plaza de Valencia, 17 de marzo. 9? de Fallas. Tres cuartos largos.
Eso fue lo que fundamentalmente hicieron El Cordob¨¦s y El Fandi, comunicarse mediante gestos y sonrisas con el tendido, que no torear. Torear, lo que se dice torear, ninguno lo hizo. Atisbos puede que los hubiera, no muchos, mas como en esos trances la gente no reaccionaba se echaron al camino de lo populista. Tambi¨¦n de lo vulgar y chabacano, a veces.
La corrida de N¨²?ez del Cuvillo tuvo cinco toros de ¨¦xito grande, pero de torear de verdad. Excepto el cuarto, que sin ser la oveja negra de la familia, lleg¨® al tercio de muerte con un cabeceo molesto y cierta tendencia a defenderse. El resto fueron excelentes, o m¨¢s que eso. Tuvieron calidad, fueron nobles, duraron y duraron a pesar de algunas perrer¨ªas sufridas. Y de esos cinco, solo uno, el primero de la tarde, se march¨® al otro mundo con la dignidad de haber sido toreado como Dios manda.
La faena de la reaparici¨®n de Finito en Valencia, al toro que abri¨® plaza, no fue redonda pero tuvo momentos muy luminosos. Chispazos de torer¨ªa innata. Empaque en los muletazos de entrada. Sobre la derecha, en el remate del pase buscaba aliviarse desplazando al toro hacia fuera. Un cambio de mano y el remate a rengl¨®n seguido del de pecho, fueron para retener en la memoria. Por el lado izquierdo rectific¨® y perdi¨® terreno, y solo una serie por ese lado, y no completa, tuvieron calidad. Trincherillas muy jaleadas. La faena se convirti¨® en una galer¨ªa de muletazos y detalles sueltos muy est¨¦ticos. Y art¨ªsticos.
En el cuarto se esforz¨® Finito. No es habitual ver a este torero en tal menester, pero puso mucho empe?o. Sonsac¨® naturales, provocados a la voz. Todo siempre por el camino de la seriedad. El toro, muy top¨®n y defensivo, no le dej¨® para m¨¢s.
Finito dej¨® chispazos de gran calidad
El Cordob¨¦s y El Fandi fueron a lo suyo. No deja de ser un m¨¦rito ser fieles a su personalidad, pero tampoco deja de ser un crimen que maltrataran con la muleta a sus toros. El Cordob¨¦s embuti¨® de molinetes el¨¦ctricos y banderazos al segundo. D¨®cil toro, noble y con un lado izquierdo de calidad extra. Le pidieron que hiciera el salto de la rana, accedi¨® a la petici¨®n popular y la gente enardeci¨®.
M¨¢s de lo mismo en el quinto. Tropezones a diestro y siniestro, di¨¢logo de gestos con la gente, desplantes, rodillazos. Una serie a pies juntos con la muleta en la izquierda le sali¨® limpia, pero el personal no quer¨ªa eso. Y El Cordob¨¦s, listo, repiti¨® el men¨² que con tanta fruici¨®n se hab¨ªa tragado el gent¨ªo. La historia acab¨® peor: con un bajonazo trasero. No import¨®. La plaza loca-loca, y oreja al canto. Entre los rugidos de la marabunta surgi¨® alguna voz discordante, pero fue engullida sin posibilidad de dejarse o¨ªr.
El Fandi tambi¨¦n ech¨® de populismo, faltar¨ªa m¨¢s. Puro y duro populismo. Puso ocho pares de banderillas en total, cuatro por toro. Los ocho fueron un derroche de facultades; corriendo hacia atr¨¢s, de costado, al viol¨ªn y uno por los adentros que result¨® el m¨¢s aut¨¦ntico. A sus dos toros los recibi¨® de capa con largas de rodillas, dos al tercero y una al sexto. En su primero le enjaret¨® las series con la derecha con la pierna contraria muy retrasada. Hubo circulares al derecho y al rev¨¦s. Todo val¨ªa.
Gran corrida de N¨²?ez del Cuvillo
En el sexto quiso empezar la faena de rodillas, el toro le birl¨® la franela y Fandi la recogi¨® al vuelo: ovaci¨®n! La m¨²sica se arranc¨® sin que la faena arrancase, pero la fiesta no deb¨ªa decaer. Con la plaza palmeando, Fandi dio un recital de toreo del pueblo y para el pueblo. Perdidos en la inmensidad de la vulgaridad, surgieron como de la nada unos naturales aceptables. Y vuelta a la normalidad: circulares con el toro enroscado a la cintura. Y desplantes. Y rodillazos. La plaza volcada con El Fandi, que a la hora de matar dej¨® una entera baja que produjo una explosi¨®n de j¨²bilo. Dos orejas; y no m¨¢s porque el toro solo ten¨ªa dos.
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