La sonrisa del pluriempleado
Ron Carter sorprende con sus desusadas bromas y sin ¡®momento Miles Davis¡¯
Piense el lector en un disco cualquiera de los que nutren las antolog¨ªas del jazz. Lo m¨¢s seguro es que all¨ª estar¨¢ ¨¦l: Ron Carter; el contrabajista m¨¢s pluriempleado de la historia, y el m¨¢s grabado, con enorme diferencia.?
Para los l¨ªderes y lideresas del g¨¦nero, Ron Carter es algo as¨ª como un seguro contra incendios; alguien en quien confiar. Una roca. Sobre el escenario, su aspecto es tambi¨¦n el de una roca, imponente y hier¨¢tico, o solemne y elegante, si prefieren. Hace a?os que Ron Carter ha optado por la f¨®rmula del tr¨ªo sin bater¨ªa que tantos beneficios les report¨® a Nat King Cole, Oscar Peterson y Ray Charles, en sus comienzos.
Dependiendo de la ocasi¨®n, se trae a Jacky Terrasson o a Stephen Scott para ocupar el puesto de pianista, y todos tan contentos. De Donald Vega, a quien cupo semejante funci¨®n la noche de ayer lunes, sab¨ªamos poco, por no decir que lo ignor¨¢bamos todo. Nicarag¨¹ense de origen y neoyorquino de adopci¨®n, Vega es un alumno aplicado de los grandes pianistas de la historia, de Oscar Peterson en adelante. Lo toca todo, y bien. Su versi¨®n de My funny Valentine a d¨²o con el l¨ªder fue, pr¨¢cticamente, sublime.
Vega a un lado, Carter en medio y al otro, un viejo conocido, Russell Malone, guitarrista de la pen¨²ltima hornada y ya una estrella del g¨¦nero. Sus solos se estudian en las escuelas de jazz nota por nota, lo que tiene su gracia teniendo en cuenta que ¨¦l se declara ¡°b¨¢sicamente¡± autodidacta.
Los aficionados le descubrieron cuando se dedicaba a cubrirle las espaldas a la diva Diana Krall. El lunes hubo m¨¢s de uno que estaba ah¨ª ¨²nicamente para escucharle. Malone no les defraud¨®. Es una especie de Wes Montgomery revivido, sin el genio de ¨¦ste, pero nadie es perfecto. Su sentido del ritmo est¨¢ m¨¢s all¨¢ de toda duda. ?nase la guitarra del susodicho al contrabajo de Ron Carter y se tendr¨¢ la m¨¢s poderosa m¨¢quina de swing desde la All American Rhythm Section de Count Basie.
A Ron Carter se le llam¨® para inaugurar el ciclo de jazz que organiza la cerveza 1906, uno de cuyos m¨¦ritos es el de haber recuperado para el jazz el coquet¨®n Teatro Lara. Se habla del contrabajista, de su sonido capaz de levantar a un muerto, y es como hablar de Miles Davis, que fue su empleador y maestro en las lides del escenario. Y es que no hay concierto ni disco del contrabajista en el que no aparezca Miles.
Es as¨ª que el aficionado se preguntaba qu¨¦ pieza del trompetista tocar¨ªa hoy, si All blues o Flamenco Sketches, por aquello de hacer patria. Ni la una ni la otra: por vez primera desde que uno viene escuchando al contrabajista, no hubo momento Miles.
Tan sorprendente como un concierto de los Rolling sin Satisfaction. Y es que el de ayer fue un concierto extra?o, sin Miles y con sonrisas y hasta alguna broma por parte de quien pasa por no tener el menor sentido del humor. Por el motivo que fuera, Carter estaba contento y nos regal¨® un gran concierto lleno de swing e improvisaciones primorosas. Eso que salimos ganando.
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