Unas cuentas con problemas de origen
El director del IVIE dice que la tesis de que el endeudamiento obedece al mayor gasto no resiste el contraste de los datos.
La Generalitat Valenciana ha anunciado un d¨¦ficit del 3,45% del PIB en 2012 que representa el 25% de sus gastos. Con un endeudamiento del 29% del PIB, solo la carga de intereses casi doblar¨¢ en 2013 el objetivo de d¨¦ficit del 0,7% fijado para todas las comunidades. Desequilibrios tan importantes requerir¨¢n ajustes de ingresos y gastos severos para recuperar la viabilidad financiera. Pero, al enfrentarse a ese duro escenario, es necesario advertir que el origen de tan grave problema no es ¡ªcontra lo que muchos piensan¡ª que la Comunidad Valenciana gasta m¨¢s, sino que ingresa menos.
La Comunidad Valenciana es la que menos gasta por habitante desde que se homogeneiz¨® en 2002 el techo competencial de las comunidades. Las liquidaciones presupuestarias indican que el gasto per c¨¢pita es el 78% de la media. Incurre en d¨¦ficit porque sus ingresos se sit¨²an sustancialmente por debajo de las restantes autonom¨ªas desde hace veinticinco a?os, cuando recibi¨® las competencias educativas y sanitarias. Esto deber¨ªa ser conocido por quienes estigmatizan la trayectoria valenciana como si su deuda fuera resultado de un despilfarro monumental. Con independencia de decisiones de gasto discutibles e ineficiencias obvias, la tesis de que el endeudamiento se debe al mayor gasto no resiste el contraste con los datos.
Las enormes diferencias auton¨®micas de recursos por habitante se deben a los modelos de financiaci¨®n. Revisi¨®n tras revisi¨®n, tras fundamentarse en indicadores de necesidad basados en la poblaci¨®n ajustada, incorporan fondos que mantienen abanicos de financiaci¨®n por habitante del 30%.
Algunas comunidades han logrado mejorar su situaci¨®n, pero la valenciana no. Ha estado siempre a la cola y ah¨ª contin¨²a, con una desviaci¨®n que representa casi 1.000 millones menos al a?o que si estuviera en la media y 3.000 menos que si se situara a la cabeza (forales aparte, desde luego). Si entre 2002 y 2010 hubiera dispuesto del nivel medio de ingresos de las comunidades de r¨¦gimen com¨²n, con el mismo gasto habr¨ªa evitado el 90% de la deuda adicional y el endeudamiento ser¨ªa el 13% del PIB.
Ofrecer servicios educativos y sanitarios similares con recursos mucho m¨¢s escasos consume una parte bastante mayor del presupuesto. El resto de actividades (infraestructuras, promoci¨®n econ¨®mica, protecci¨®n social, cultura o grandes eventos) encaja la restricci¨®n presupuestaria y se aleja de la media de gasto por habitante hasta 45 puntos porcentuales, sin evitar el d¨¦ficit.
El desplome tributario tras el auge inmobiliario y la crisis de la deuda han desnudado a la hacienda valenciana y en el espejo se evidencia que se asumieron compromisos permanentes de gasto con ingresos transitorios. Corregirlo es tan imprescindible financieramente como econ¨®mica y socialmente costoso. Por ello, el ajuste no deber¨ªa ignorar que una parte sustancial del diferencial valenciano es la debilidad estructural del sistema de financiaci¨®n.
Si no se pone remedio a este problema lo pagar¨¢n los ciudadanos valencianos ¡ªen oportunidades y servicios p¨²blicos¡ª y el tejido productivo, en especial los proveedores de la Generalitat. En la Comunidad Valenciana las Administraciones p¨²blicas ya representan el 37% del PIB que persigue para 2015 el Programa de Estabilidad para Espa?a, y la econom¨ªa est¨¢ muy debilitada. El PIB per c¨¢pita de 2012 tiene los niveles reales de 1999 y es el 87,7% de la media espa?ola, habiendo retrocedido del puesto 8 al 12 entre las 17 comunidades.
El estereotipo que ha cuajado sobre el caso valenciano solo puede sostenerse poni¨¦ndose de espaldas a estos datos. Las consecuencias son graves para la imagen de un territorio cuyo dinamismo contribuy¨® significativamente en el pasado al desarrollo espa?ol y deber¨ªa volver a hacerlo. La opini¨®n p¨²blica ha de saber que es la ¨²nica comunidad que combina una balanza fiscal negativa y una renta inferior a la media. Parece llegada la hora de que los valencianos alcancen consensos b¨¢sicos sobre una hoja de ruta que ponga fin a esta trayectoria lamentable. Tambi¨¦n, de que Espa?a revise la perspectiva desde la que contempla la situaci¨®n, ayudando a solucionar unos problemas que, por ser distintos, no pueden tener la misma respuesta que otros.
Francisco P¨¦rez es catedr¨¢tico de la Universidad de Valencia y director de investigaci¨®n del Instituto Valenciano de Investigaciones Econ¨®micas (Ivie)
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