Montoro desencadenado
Ha cogido su fusil para disparar contra ¡°creadores de opini¨®n¡± que no se resisten a desviarse de la ¨²nica ley verdadera
Atravesando el ¨¢rido desierto de la oposici¨®n, cargado de audaces teor¨ªas sobre la bondad de las rebajas de impuestos para el crecimiento econ¨®mico y la recaudaci¨®n fiscal, fundamentadas en la curva de Laffer, a la que ha quedado indisolublemente unido...
Escalando monta?as abruptas de incomprensi¨®n, al aprobar una escarpada subida de impuestos nada m¨¢s tomar posesi¨®n de la Hacienda, con cargo a los desfallecidos lomos de tristes jamelgos, aligerando la calderilla de briosos corceles, que cabalgan libres en lejanos para¨ªsos y justificando su excepcionalidad en pos de un bien superior cual era y es atajar el d¨¦ficit p¨²blico...
Esquivando ci¨¦nagas mortales habitadas por monstruos que, despu¨¦s de abonar el suelto de la paz con Dios y con la Hacienda, seg¨²n reglas establecidas por nuestro h¨¦roe, se dedican a lanzar peinetas obscenas y amenazan con tragarse a ¨¦l y a toda su familia...
Cabalgando con su natural desparpajo, su sonrisa suficiente y su voz cavernosa, que disuade de tomarse a broma cualquier duda sobre su f¨¦rrea voluntad de alcanzar una recaudaci¨®n fiscal m¨¢s justa y solidaria...
Ha llegado Montoro, para castigo de c¨®micos deslenguados, que aflojan su bilis en nuestro territorio mientras que sus bolsas lo hacen en haciendas ajenas...
Ha cogido su fusil para disparar contra ¡°creadores de opini¨®n¡± que no se resisten a desviarse de la ¨²nica ley verdadera, aunque para ello, ¨¦l mismo tenga incluso que bordearla...
Ha descargado su ira sobre adversarios pol¨ªticos que dada su lejan¨ªa del poder, o precisamente por ello, ponen en duda la bondad de sus designios, utilizando como coartada el retraso de estos rebeldes para con el pago de sus obligaciones fiscales...
Y cr¨¦anme, esto es solo el principio. Despu¨¦s de acabar con toda esta chusma y antes de que cante el gallo en O.K. Corral, los grandes defraudadores que no hayan lavado sus pecados fiscales con su limosna en el cepillo de Hacienda se pondr¨¢n a temblar con la furia de este Django desencadenado. La persecuci¨®n ser¨¢ a muerte. Sin tregua. Si es preciso llegar¨¢ hasta el infierno, aunque eso s¨ª, deber¨ªa pasar previamente por los numerosos para¨ªsos donde pudieran estar regocij¨¢ndose desprevenidamente.
En poco tiempo el fraude fiscal ser¨¢ una mera an¨¦cdota, y el bot¨ªn recaudado no solo permitir¨¢ eliminar el d¨¦ficit p¨²blico, sino que ser¨¢ el sustento de nuevas aventuras por los caminos inexplorados del crecimiento econ¨®mico. Pero¡esperen un momento. Acaban de llamar a la puerta: glub!¡es una visita inesperada de Hacienda.
Juan Usach es doctor en Econom¨ªa
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