Pasi¨®n p¨¢lida
Las carencias expresivas resultan tanto m¨¢s tristes cuando la historia que nos contaba era la de la crucifixi¨®n de Cristo
En enero de 2003, Robert King dirigi¨® en Valencia la interpretaci¨®n de Joshua (Haendel). El comentario que se hizo, en estas mismas p¨¢ginas, rezaba lo siguiente: ¡°(...) Nos encontramos ante una agrupaci¨®n orquestal s¨®lida aunque ¨Ccomo se dir¨ªa en jazz- sin demasiado feeling. Un peque?o coro que podr¨ªa ser la envidia de muchos conjuntos espa?oles, pero no tanto de sus colegas brit¨¢nicos. Y un director que, como sus m¨²sicos, s¨®lo puntualmente consigue enganchar al oyente. Ducho, eso s¨ª, en el repertorio barroco. Resumiendo: un conjunto no excelente pero s¨ª bueno (...)¡±.
La cita viene a cuento porque, diez a?os despu¨¦s, esas pocas l¨ªneas tambi¨¦n describir¨ªan la forma en que el conjunto ingl¨¦s afront¨® a Bach el pasado domingo. Las carencias expresivas resultan tanto m¨¢s tristes cuando la historia que nos contaba esta vez era la de la crucifixi¨®n de Cristo, una historia que no puede trazarse ¨Cpor muy agn¨®stico que uno sea- de forma mon¨®tona y plana, utilizando como ¨²nico recurso dram¨¢tico los contrastes bruscos en la din¨¢mica.
La Pasi¨®n seg¨²n San Mateo
De J. S. Bach. Solistas vocales: J. Doyle, M.Venner, C. Daniels, J. Ellicott, J. Martinik y E. Grint. The King¡¯s Consort. Director: R. King.
Palau de la M¨²sica. Valencia, 24 de marzo de 2013.
Charles Daniels (Evangelista), fue quien mayor intencionalidad expresiva puso en un papel sobre el que recae el peso mayor de la narraci¨®n, dise?ando un trazo ascendente para el conjunto de los recitativos que le permiti¨® culminar muy dignamente su trabajo. Jan Martinik hizo un Jes¨²s potente en la voz, pero poco complejo en la vertiente m¨¢s humana del personaje. El resto de solistas trabajaron con voces tan peque?as que, a veces, resultaban sepultadas por los instrumentos marcados obbligato: as¨ª sucedi¨®, por ejemplo con el contratenor Matthew Venner, que sustituy¨® a la mezzo Diana Moore, y que qued¨® sepultado por los oboes o por el viol¨ªn.
Julia Doyle tambi¨¦n luci¨® una voz muy peque?a, aunque afinada. No as¨ª el bajo Edward Grint. El tenor Joshua Ellicott parec¨ªa m¨¢s destinado a otro tipo de repertorio, con un instrumento de mayor entidad, pero poco seguro en los requerimientos del Barroco. Por su parte, los dos coros no acabaron de equilibrarse con el resto de la agrupaci¨®n: 30 miembros nos hubieran parecido pocos hace 20 a?os. Hoy, tras el recorrido historicista, parecen demasiados. Sobre todo, cuando, como en este caso, no acabaron de empastarse.
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