El ¡®boom¡¯ del alojamiento ¡®low cost¡¯
En los ¨²ltimos cuatro a?os se ha duplicado el n¨²mero de albergues en Barcelona Grandes cadenas internacionales desembarcan en la ciudad
El fen¨®meno low cost se extiende por Barcelona. Desde el aeropuerto, donde las compa?¨ªas de bajo coste son mayor¨ªa, hasta los alojamientos tur¨ªsticos de la capital. El boom hotelero de a?os atr¨¢s ha sido sustituido en los ¨²ltimos a?os por el auge de los albergues de ¨²ltima generaci¨®n, un modelo que poco tiene que ver con el que ayud¨® a muchos viajeros de hace dos generaciones a recorrer Europa o Am¨¦rica del Norte. Han cambiado tanto las cosas que hoteles y los denominados hostels comparten zonas que tiempo atr¨¢s estaban m¨¢s compartimentadas por tipo de establecimiento. Solo as¨ª se entiende que un albergue como el Centric compita desde hace siete a?os en el paseo de Gr¨¤cia con un elenco de los hoteles m¨¢s lujosos de Barcelona y a un precio que puede ser una d¨¦cima parte de un cl¨¢sico como el Majestic, que est¨¢ apenas a unos 300 metros de distancia.
¡°Han reventado los precios¡±
¡°No sabemos qu¨¦ es peor: si los albergues ilegales o las grandes multinacionales que han desembarcado en Barcelona¡±. As¨ª resume Paul Robinson la situaci¨®n del sector. Desde 2001 ¡ªcuando el Albergue ?taca abri¨® sus puertas en el Barri G¨°tic¡ª a hoy en d¨ªa han cambiado muchas cosas en el negocio. La dura competencia de fincas enteras convertidas en alojamiento barato o los pisos que ejercen de manera pirata la actividad han terminado por reventar los precios. ¡°12 euros es es l¨ªmite. Si lo bajas m¨¢s te viene gente que no es turista¡±, cuenta Nuria Feliu, otra de las due?as del albergue.
La crisis, en teor¨ªa, hab¨ªa ayudado a este tipo de oferta. ¡°La gente quer¨ªa un sitio econ¨®mico, donde cocinar y sin sobrecostes¡±, explica Feliu. Pero empresas y particulares vieron un gran fil¨®n. ¡°Ahora, cualquiera pone cuatro camas en su piso, se anuncia por Internet y monta un hostal pirata. Esto es casi imposible de controlar¡±, agregan los empresarios.
La estrategia para soportar este embiste ha sido ofrecer m¨¢s servicios por el mismo precio y publicitarse como un sitio, con 26 camas, para ¡°gente que ha rodado bastante, que ya sabe lo que busca y con m¨¢s de veintitantos a?os¡±, agregan. ¡°Antes hac¨ªamos pagar el desayuno y d¨¢bamos cruasanes reci¨¦n horneados. Ahora, est¨¢ incluido en la tarifa, pero es solo caf¨¦, tostadas y mermelada. Tambi¨¦n tenemos que ofrecer internet gratis¡±, agrega Feliu.
La eclosi¨®n de los albergues tiene que ver con la de la Barcelona tur¨ªstica. En los ¨²ltimos cuatro a?os se ha duplicado la cifra y se prev¨¦ que en cuesti¨®n de tres a?os se haya duplicado el n¨²mero de camas ofertadas, hasta aproximarse a las 6.000. Ha contribuido a ello la incursi¨®n de cadenas extranjeras y sus macroinstalaciones. La brit¨¢nica Saint Christopher¡¯s es uno de esos exponentes, al que se sumar¨¢ en breve Generator, una cadena que abrir¨¢ un establecimiento con capacidad para m¨¢s de 600 personas.
¡°El cliente de los albergues ha cambiado, ha pasado del concepto backpacker (mochilero) al de flashpacker, un gran usuario de tecnolog¨ªas que necesita un wifi potente y que pide un establecimiento bien c¨¦ntrico y que disponga de unos servicios comunes para compartir¡±, explica Bruno Hall¨¦, de la consultora Magma TRI. Los nuevos albergues han ido sustituyendo con el tiempo lo que hace a?os se conoc¨ªa como un albergue juvenil. Ha sido una transici¨®n paralela al envejecimiento de sus antiguos usuarios, que ahora siguen viajando, acompa?ados muchas veces de su familia, y comparten espacio con las nuevas generaciones de mochileros. ¡°Son gente que hace 10 o 15 a?os que viajan por el mundo aloj¨¢ndose en albergues y que ahora contin¨²an haci¨¦ndolo porque lo que les interesa es b¨¢sicamente la habitaci¨®n para dormir¡±, explica Clara Puig, la responsable de expansi¨®n de Equity Point, la cadena catalana propietaria del Centric de paseo de Gr¨¤cia y de nueve albergues m¨¢s por todo el mundo.
Si bien los hu¨¦spedes de entre 18 y 30 a?os contin¨²an formando el grueso de la clientela, la media de edad se ha desplazado hacia arriba. El modelo ha cambiado tanto que los nuevos albergues no se han limitado a los grandes espacios con m¨²ltiples habitaciones.
Se pueden encontrar tambi¨¦n dormitorios con dos o cuatro camas id¨®neos para familias. ¡°Son personas de clase medio-alta, universitarias, que viajan por un largo periodo de tiempo y que prefieren gastar el dinero en experiencias que en alojamiento¡±, resume Clara Puig, de Equity Point. Seg¨²n las encuestas elaboradas por la cadena de albergues, cada uno de ellos se deja en la ciudad entre 60 y 90 euros diarios, m¨¢s all¨¢ del alojamiento. En el caso de los hoteles, solo los ciudadanos espa?oles no se han acostumbrado todav¨ªa a este segmento de alojamiento y siguen apostando por estancias en hoteles.
¡°Por cada cama legal hay una o dos que son ilegales¡±, se?ala Carles Gras, presidentede Acatur
¡°Hay inversores que han apostado por incluir oferta de piscina y sauna en sus albergues, un servicio que a los clientes no les interesa, por lo que pueden peligrar¡±, se?ala Toni Sub¨ªas, propietario de la cadena Hostel One. Uno de sus establecimientos, ubicado en Barcelona, ha sido considerado el mejor del mundo seg¨²n la valoraci¨®n de los usuarios del buscador Hostelworld.
El negocio de los albergues est¨¢ en el control de los gastos. Mientras que en los hoteles el 35% de los ingresos lo absorbe la plantilla, en el caso de los albergues ese porcentaje se reduce al 20%. Y el resto de las cuentas sale tras conseguir llenar las habitaciones. ¡°Un fin de semana de junio, podemos cobrar 28 euros por persona en una habitaci¨®n para 12 personas¡±, explica Puig. Eso representa ingresar 336 euros por habitaci¨®n si se pone la etiqueta del completo. ¡°Es un ratio muy similar al de un hotel de tres o cuatro estrellas en una zona similar, pero con unos servicios inferiores y, por tanto, unos costes menores¡±, concluye.
¡°El cliente de los albergues ha cambiado, ha pasado del concepto backpacker? al de flashpacker, un gran usuario de tecnolog¨ªas", explica Bruno Hall¨¦, de Magma TRI.
Pero no todo el monte es or¨¦gano. La irrupci¨®n de nuevos establecimientos ha provocado una fuerte guerra de precios en el sector. Saint Chistopher¡¯s se estren¨® en Barcelona con una tarifa de salida de siete euros por cabeza, una cuant¨ªa que la competencia considera que no sirve para cubrir costes. ¡°Yo me niego a bajar de los nueve euros, ellos son tan grandes que pueden reventar los precios¡±, explica Sub¨ªas. En Equity Point consideran que la competencia ha modificado la pol¨ªtica de fijaci¨®n de precios. Antes utilizaban tres tarifas diferentes para todo el a?o, pero esa pol¨ªtica ha mutado. Y m¨¢s all¨¢ de la competencia de los grandes, la patronal Acatur, denuncia la existencia de establecimientos ilegales. ¡°Por cada cama legal hay una o dos que son ilegales¡±, se?ala Carles Gras, presidente de la asociaci¨®n, que ha efectuado 77 denuncias ante las administraciones instando a su cierre. De momento, solo ha conseguido clausurar un establecimiento.
¡°?Meten 91 chavales en un principal!¡±
Un d¨ªa con ojeras y otro sin ellas. Mar¨ªa Romero tiene por vecino uno de los nuevos albergues, ubicado en el principal de la finca de Ali Bei n¨²mero 13-15, en pleno Eixample barcelon¨¦s. El muro de su apartamento da con una de las habitaciones del negocio. ¡°?Meten 91 chavales en un piso!¡±, cuenta la mujer, que trabaja en el sector financiero. El desespero en el que est¨¢n sumidos los vecinos los llev¨® a ir a la Audiencia P¨²blica del distrito, hace dos semanas, para exponer su caso. La respuesta que obtuvieron del Ayuntamiento es que el hostal posee la licencia, cumple con la ratio de hu¨¦spedes que determina la ley y cuenta con el informe preceptivo de bomberos.
El consumo de alcohol y los gritos de los clientes del hostal no paran. El Consistorio les sugiri¨® llamar a los Mossos d¡¯Esquadra y reportar todos estos incidentes para poder adelantar acciones m¨¢s contundentes. Hay noches que sirve el aviso, pero hay otras que no. La proximidad del verano y la llegada de la temporada alta les preocupa. Desde el Ayuntamiento les dijeron a los vecinos que una manera de evitar que negocios as¨ª abran en sus fincas es modificar el reglamento de la comunidad y especificar que quedan prohibidos los hostales o los pisos tur¨ªsticos.
La p¨¢gina web del hostel vende su gran cocina como un espacio ¡°donde junto a tus amigos puedes aprender a cocinar una deliciosa pealla [sic] o hacer tu propia sangr¨ªa antes de irte de marcha¡±. ¡°Yo solo quiero poder dormir¡±, dice Romero.
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