Besos en la piscina

Escenario central que nos sit¨²a en el vestuario de una piscina con lavabo a un lado y duchas al otro para adaptar el principio de Arqu¨ªmedes al comportamiento humano. La f¨ªsica aplicada a la psicolog¨ªa. El descubrimiento del matem¨¢tico griego explica, a base de fuerzas de empuje, por qu¨¦ al sumergir un objeto grande se desplaza m¨¢s agua que al sumergir uno peque?o. Y Josep Maria Mir¨® i Coromina desarrolla en El Principi d¡¯Arqu¨ªmedes la f¨®rmula en el contexto de un cursillo de nataci¨®n para ni?os. Un monitor besa y abraza a un ni?o que tiene miedo de ahogarse. ?Cu¨¢l es el empuje vertical y hacia arriba de un simple beso en la mejilla? ?Y si el beso es en los labios? Si la escena es vista por una ni?a chivata que cuenta lo sucedido a sus padres y estos, alertados por un suceso reciente y escabroso como la desaparici¨®n de un menor a manos de un pervertido, a?aden dudas al empuje del beso, ?cu¨¢l ser¨¢ el peso del miedo desalojado?

Ganador del premio Born de Teatro 2011, el texto de Mir¨® i Coromina plantea con sumo equilibrio todos los puntos de vista: el del monitor acusado (Rub¨¦n de Eguia), el de la directora de las instalaciones (Roser Batalla), el del padre temeroso (Santi Ricart) y el de otro monitor (Albert Ausell¨¦), compa?ero del primero, que no sabe muy bien qu¨¦ ni a qui¨¦n creer. Todos tienen sus razones en un mundo desquiciado como el nuestro de ahora; hubo otro mundo que fue posible no hace tanto, como recuerda la directora, en el que los monitores de campamentos se desnudaban para ba?arse en el r¨ªo con los ni?os y dorm¨ªan incluso con ellos si hac¨ªa fr¨ªo. Pero todo eso acab¨® y el beso m¨¢s inocente puede llevarnos a la polic¨ªa. La gracia de la obra, sin embargo, es que no se queda en esta ¨²nica lectura sino que apunta con el mismo empuje la posibilidad de una intenci¨®n morbosa en el beso en cuesti¨®n; los miedos, los prejuicios y las emociones a los que apela quedan bien argumentados.

El montaje, que ¨¦l mismo dirige, busca y encuentra el equilibrio entre los dos posicionamientos al ofrecernos las escenas desde dos perspectivas posibles. El aparato escenogr¨¢fico, capaz en un pis pas de cambiar el lavabo y las duchas de lado, resulta de lo m¨¢s eficaz, oportuno y atractivo. A ello se a?ade una estructura narrativa que avanza volviendo hacia atr¨¢s en el tiempo, un poco al estilo de la pel¨ªcula Memento. Y los int¨¦rpretes defienden las posturas de sus personajes con credibilidad. Destaca la fuerza de Roser Batalla y la ambig¨¹edad que Rub¨¦n de Egu¨ªa imprime al monitor.