El bienestar an¨®mico
En ¡®Fragmente¡¯, Lars Nor¨¦n muestra los tiempos duros que atraviesa la vieja Europa, a trav¨¦s de la gente de a pie
A Lars Nor¨¦n (Estocolmo, 1944) se le compara con Strindberg y con Ibsen, pero Fragmente, la m¨¢s reciente de sus obras, escrita expresamente para el programa Ciudades en escena, hace pensar m¨¢s bien en el Victor Sj?str?m de El viento:ese zumbido de fondo, como de c¨¢mara frigor¨ªfica de la morgue, que no cesa durante todo el espect¨¢culo (equiparable al vendaval que azota cada fotograma de la pel¨ªcula), simboliza el dolor de sus protagonistas, su soledad profunda, la anomia que, cual mancha de aceite, empieza a extenderse por el menguante Estado de bienestar.
Fragmente es un friso de treinta y tantas escenas breves y contundentes, protagonizadas por gente de a pie: taxistas, camioneros, trabajadores sociales, personal sanitario¡ No hay protagonista ni conflicto principal: una pareja conversa, se despide antes de que hayamos podido familiarizarnos con ella, seguimos a uno de sus miembros hasta el encuentro con su nueva amante, y as¨ª sucesivamente, como en La ronda, de Schnitzler, pero sin que nuestra curiosidad quede nunca satisfecha, como en ese corolario de la humanidad n¨¢ufraga que es Les ¨¦ph¨¦m¨¨res, de Ariane Mnouchkine y el Th¨¦?tre du Soleil.
Fragmente
Autor: Lars Nor¨¦n. Producci¨®n: Folkteatern de Gotemburgo. Int¨¦rpretes: Anna Ackzell, Tobias Aspelin, Adam Dahlgren, Magdalena Eshaya, Karin de Frumerie, Anders Granell, Elisabeth G?ransson, Sergej Merkusjev, Asa Persson, Jonas Sj?qvist y Ulla Svedin. Luz: Linus Fellbom. Escenograf¨ªa y vestuario: Erlend Birkeland. Direcci¨®n: Sof¨ªa Jupither. Teatro de La Abad¨ªa. Hasta el 11 de abril.
Sof¨ªa Jupither, directora residente del Folkteatern de Gotemburgo, sirve estas trizas o jirones de vida en un escenario donde trastos viejos y personajes de futuro incierto se amalgaman en un todo ca¨®tico, que contrasta violentamente con la nitidez expresiva de sus int¨¦rpretes. Inertes hasta que les toca entrar en juego, faltos de amor, desolados tras haber perdido empleo y hogar, los personajes de Fragmente son, en el contexto de esta coproducci¨®n hispano-franco-¨ªtalo-belga con elenco sueco, una met¨¢fora de los tiempos duros que atraviesa la vieja Europa, sedada y monitorizada como el anciano con c¨¢ncer terminal a quien Arvid, su hijo pr¨®digo, viene a ver en el primer acto.
El espect¨¢culo es rotundo y desazonador; la puesta en escena, radicalmente teatral, sin rastro del realismo televisivo que invade nuestros escenarios; y las interpretaciones, prominentes. Cabe dudar si la decisi¨®n, austera y valiente, de que los comediantes encarnen varios papeles sin cambiar de caracterizaci¨®n ni de registro interpretativo, es la que m¨¢s conviene a la inteligibilidad de una obra tan coral, m¨¢xime cuando no se cumple a rajatabla: la peluca que usa la enferma de c¨¢ncer y la barriga que se pone la embarazada invitan a pensar que el actor que no se transforma hace el mismo papel siempre.
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