Palabras, palabras
En Valencia acaba de abrir sus puertas un lugar donde empezar a hornear el vocabulario
Hay gente que se pasa el d¨ªa buscando las gafas de leer y las lleva puestas; y gente que se deja la novela de su vida en cualquier parte y luego se queja de que vive s¨®lo para pagar facturas. Si usted padece alguno de estos s¨ªntomas, puede afrontarlo de dos maneras, blasfemando en arameo o preparando un viaje inici¨¢tico hacia el interior de su propio yo antes de mandarlo todo a paseo. Ya se sabe que Ortega y Gasset les recomendar¨ªa la v¨ªa introspectiva que es m¨¢s filos¨®fica, aunque hay que reconocer que lo de blasfemar tambi¨¦n tiene un puntazo.
Ortega fue un faro luminoso de la inteligencia en Espa?a, pero en cuestiones de la vida andaba un poco despistado. En el a?o cuarenta y dos, cuando era un exiliado, la escritora argentina, Victoria Ocampo, editora de la famosa revista Sur, lo invito a un congreso de intelectuales en la ciudad del Plata. Lo que se dice una anfitriona de bandera: alta, lista y con clase. Ante las insinuaciones un poco atrevidas del insigne ensayista espa?ol, la dama de corazones de la alta sociedad bonaerense le contest¨®: ¡°Don Jos¨¦, yo le he tra¨ªdo a Buenos Aires como pensador. Para la cama ya tengo a un campe¨®n de Polo¡±. Lo cuenta Manuel Vicent en su ¨²ltima novela. Es una an¨¦cdota divertida y una respuesta muy ¨²til para moverse por el mundo de la cultura en general, no crean.
En este pa¨ªs ¨²ltimamente hay muchas clases de cultura, algunas de ellas raras, pintorescas y municipales. Con lo cual ya se van haciendo una idea de lo que se puede esperar. Est¨¢ por ejemplo la cultura del botijo en las comarcas del Baix Vinalop¨®, la cultura cl¨¢sica de tocar las narices de toda la vida, la cultura de aparcar en doble fila y la de los defensores del matrimonio indisoluble hoy en activo. Tambi¨¦n est¨¢ la cultura del pago, pero ¨¦sa ya es harina de otro costal y, seg¨²n el portavoz del Grupo Popular en la Comisi¨®n de Econom¨ªa, no se puede cambiar ni aunque baje Cristo. El se?or Mart¨ªnez Pujalte mantiene un punto de vista muy original sobre el espinoso asunto de los desahucios que tiene a todo el pa¨ªs con el coraz¨®n encogido. Seg¨²n sus c¨¢lculos, el que quiere beneficiarse de la daci¨®n en pago es para poder comprarse otro piso. ?Qu¨¦ sujeto! ?Qu¨¦ manejo del verbo! ?Qu¨¦ claridad de juicio!
Hay gente que abre la boca y se convierte autom¨¢ticamente en trending topic por su capacidad innata para remover la bilis ciudadana. Pero tal como est¨¢ el mercado, deber¨ªa andarse con ojo, porque hoy en d¨ªa se puede llegar a pagar un precio m¨¢s alto por una oraci¨®n subordinada que por el rescate de Chipre.
La palabra es un don que hay que manejar con mucho cuidado. Al fin y al cabo es lo ¨²nico que nos diferencia de otros mam¨ªferos superiores y de algunos diputados, incluido el se?or Mart¨ªnez Pujalte. La inteligencia tiene su l¨ªmite donde termina el alcance del conocimiento de cada cual. La estupidez, sin embargo, no tiene fondo.
En Valencia acaba de abrir sus puertas una Escuela de las palabras. Un lugar donde empezar a hornear el vocabulario al fuego lento de una historia bien contada con olor a western, o a tarde de infancia y detectives, o a cuento de hadas para tiempos duros, como Qu¨¦ bello es vivir. En un a?o como ¨¦ste, la actualidad no da para muchas alegr¨ªas: cines cerrados por defunci¨®n, librer¨ªas abandonadas, bibliotecas perdidas, poetas sin desayunar, y goteras generalizadas. En medio de semejante panorama, que unos cuantos insensatos hayan decidido apostar sus sue?os contra la realidad de las estad¨ªsticas es la mejor noticia que pude rescatar de la agenda para salvar el d¨ªa. ?Qui¨¦n sabe? A lo mejor alguien acaba encontrando por ah¨ª las gafas de leer o la novela de su vida.
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