Al ¡®abortaje¡¯
El problema del aborto no es tanto el origen sagrado de la vida como la sacralizaci¨®n del asunto
Que nadie se enga?e. El t¨ªtulo de este art¨ªculo no pretende incitar a abortar a nadie, pero quiere insistir en la campa?a de abortar el aborto que comandan Rouco Varela y sus correligionarios, que adem¨¢s tendr¨¢n la suerte de no quedarse jam¨¢s embarazados, cualesquiera que sean sus pr¨¢cticas sexuales, si las tienen. A?adir¨¦, de pasada, que hace muchos a?os prest¨¦ mi casa varias veces para que all¨ª y en mi ausencia se practicaran esa clase de intervenciones sin cord¨®n sanitario alguno, porque eso no era posible en aquellos a?os. Lo confieso sin gusto, pero tambi¨¦n sin remordimiento, y por eso mismo no creo haber sido colaborador necesario en ning¨²n delito.
El problema de los l¨ªmites del aborto no es tanto el origen sagrado de la vida como la sacralizaci¨®n de los cl¨¦rigos de semejante asunto, en nombre tal vez del dogma de la inmaculada concepci¨®n, una entelequia de la que nadie tiene constancia que se haya producido jam¨¢s. Y, por otra parte, podr¨ªa aducirse sin exageraci¨®n que si tan importante es la preservaci¨®n del desarrollo del feto en no importa qu¨¦ circunstancias, ser¨ªa deseable eliminar el azar como factor de riesgo en tan decisivo asunto. Y para ello ser¨ªa necesario extender una educaci¨®n sexual temprana y completa, a la que tampoco los cl¨¦rigos parecen muy proclives. Desconozco el n¨²mero de embarazos indeseados que se producen, tanto en Valencia como en otras comunidades, pero algo me dice que su frecuencia es alta. Y nuestra Iglesia deber¨ªa admitir sin m¨¢s problemas que la mayor¨ªa de relaciones sexuales entre personas de distinto sexo no tienen como objetivo la procreaci¨®n, sino el placer o la aproximaci¨®n a la felicidad que tantas veces depara la uni¨®n de los cuerpos. ?Sabe la Iglesia la cantidad de desastres que origina la aceptaci¨®n de una descendencia no querida? ?Ignora que eso se acompa?a de las m¨¢s terribles expectativas que nadie puede imaginar? ?O es que prefiere coleccionar ni?os maltratados y en su mayor¨ªa infelices de por vida en lugar de evitar su venida a este mundo si no van a ser bien recibidos por sus progenitores, a menudo casuales? Ya lo he mencionado antes: no se puede obligar a hacerse cargo de una vida no deseada, y menos todav¨ªa a las mujeres que albergan el feto como un cuerpo extra?o.
Conozco a m¨¢s de un ginec¨®logo partidario del aborto cuando es necesario que sufre porque en las ecograf¨ªas ve sin duda el embri¨®n de un ser vivo, pero eso no obliga a las personas contrarias al aborto en cualquiera de las circunstancias que lo aconsejan a esgrimir en sus protestas fotos preciosas con ni?os creciditos que toman Cola Cao todos los d¨ªas, porque estamos entonces ante una trampa miserable y una manipulaci¨®n un tanto atroz de las conciencias. Bastante drama tiene ya la mujer que decide abortar como para encima hacerla sentirse culpable de lo hecho, acaso a su pesar. Aunque tampoco se trata de negar a los cl¨¦rigos el derecho a manifestarse como les venga en gana. Se supone que ellos no sufren el problema y que, con su prepotencia habitual, s¨®lo expresan una opini¨®n entre otras muchas.
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