Espectros kosovares
Kosovo se ha convertido para la Espa?a oficial en el espejo de sus inseguridades y de su miedo a la ruptura
Hace alg¨²n tiempo que, desde las filas del unionismo local y desde los poderes madrile?os que lo nutren, se puso en circulaci¨®n la especie seg¨²n la cual el soberanismo catal¨¢n estar¨ªa acariciando el ¡°modelo kosovar¡±. El supuesto modelo en cuesti¨®n alude a una hipot¨¦tica declaraci¨®n unilateral de independencia por parte del Parlamento, declaraci¨®n como las que ¡ªverbigracia¡ª hicieron en su d¨ªa Estonia, Letonia o Lituania mucho antes de que el Mosc¨² de Yeltsin reconociese tales secesiones.
Pero, asociando esa f¨®rmula exclusivamente con Kosovo, el espa?olismo alimenta la idea de que una Catalu?a independiente ser¨ªa tan m¨ªsera y tan mafiosa como el territorio balc¨¢nico. Por resumirlo con palabras recientes de un internauta an¨®nimo, ¡°Kosovo es un territorio corrupto y no es de extra?ar que ese escenario es el deseado por los se?ores del 3%¡±.
Sin embargo, y mientras nadie significativo entre los partidarios del derecho a decidir ha hecho en el ¨²ltimo semestre alusi¨®n alguna a Kosovo, quienes s¨ª llevan varios a?os obsesionados con la situaci¨®n kosovar, atribuy¨¦ndole una importancia desmedida y convirti¨¦ndola en pieza crucial de su pol¨ªtica exterior, son los gobernantes espa?oles, desde Rodr¨ªguez Zapatero a Rajoy y desde Moratinos a Garc¨ªa Margallo.
Como es sabido, la antigua regi¨®n aut¨®noma serbia de Kosovo proclam¨® de forma unilateral su independencia el 17 de febrero de 2008, y Espa?a invoc¨® la falta de acuerdo con Belgrado para negar validez jur¨ªdica a ese acto y no reconocer el nuevo Estado. En julio de 2010 el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya, instado por la Asamblea General de la ONU, dictamin¨® que la declaraci¨®n de independencia kosovar no vulneraba ¡°ninguna norma aplicable del derecho internacional¡±; pero Espa?a sigui¨® empecinada en no admitir a Pristina dentro de la comunidad internacional.
Rajoy reiter¨® hace tres d¨ªas que ¡°Espa?a no va a reconocer a Kosovo porque no cree en las declaraciones unilaterales de independencia¡±
El d¨ªa 18 de abril de este a?o, el pleno del Parlamento Europeo aprob¨® por rotunda mayor¨ªa (404 votos a favor, 131 en contra y 59 abstenciones) un emplazamiento a Espa?a ¡ªy a los otros cuatro miembros de la UE que todav¨ªa no lo han hecho, a saber, Grecia, Chipre, Eslovaquia y Ruman¨ªa¡ª a reconocer a Kosovo. En fin, el pasado viernes se formaliz¨® en Bruselas, bajo los auspicios de la Uni¨®n, un pacto de normalizaci¨®n de relaciones entre los Gobiernos serbio y kosovar que, de facto, supone la aceptaci¨®n por parte de Belgrado de la independencia de su exprovincia meridional. Y que abre la puerta a negociar un Acuerdo de Asociaci¨®n entre la UE y la Rep¨²blica de Kosovo. Ello no obstante, el ministro Garc¨ªa Margallo insisti¨® en no ver motivos para un cambio de la actitud espa?ola; y el propio presidente Rajoy reiter¨® hace tres d¨ªas que ¡°Espa?a no va a reconocer a Kosovo porque Espa?a no cree en las declaraciones unilaterales de independencia¡±.
Cuando la soberan¨ªa de Kosovo ha sido ya reconocida por m¨¢s de un centenar de pa¨ªses (entre ellos, casi todos los reg¨ªmenes parlamentarios de Occidente), mientras la rechazan Estados tan poco mod¨¦licos como Bielorrusia, China, Cuba, Ir¨¢n, Rusia, Venezuela o Kazajist¨¢n, es evidente que la posici¨®n de Madrid no responde a un prurito democr¨¢tico ni a una sobredosis de juridicidad. Ni siquiera atiende a preocupaciones dom¨¦sticas razonables: ?o acaso Francia, Canad¨¢, B¨¦lgica, Reino Unido¡ quieren, estableciendo relaciones con Pristina, espolear las pulsiones secesionistas de corsos, quebequeses, flamencos o escoceses? Est¨¢ claro que no, como lo est¨¢ que Par¨ªs, Ottawa, Bruselas y Londres saben abordar sus tensiones territoriales internas desde el di¨¢logo, la transacci¨®n, la reforma de la ley y, en ¨²ltimo t¨¦rmino, desde la expresi¨®n libre del voto.
Espa?a, no. Y esa es, en realidad, la clave de su obsesi¨®n enfermiza con un insignificante enclave balc¨¢nico de menos de dos millones de habitantes. Kosovo se ha convertido para la Espa?a oficial en el espejo de sus inseguridades, de su miedo a la ruptura interna; en la met¨¢fora de su fracaso como naci¨®n moderna, inclusiva e integradora; en el fantasma que recorre La Moncloa repitiendo ¡°?podr¨ªa ocurrir aqu¨ª!¡±, y al que hay que conjurar con exorcismos baratos.
Joan B. Culla i Clar¨¤ es historiador.
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