Nosotros, los j¨®venes sin maestro
La dualidad del mercado laboral se carga la mayor¨ªa de relaciones maestro-aprendiz aut¨¦nticas
Todas las formas en las que se transmite el conocimiento, desde las m¨¢s estructuradas -como una lecci¨®n magistral- hasta las m¨¢s informales -una conversaci¨®n en un bar- tienen detr¨¢s alg¨²n tipo de relaci¨®n maestro-aprendiz. Los oficios se han adquirido y mejorado as¨ª durante milenios y tambi¨¦n todo tipo de destrezas como ir en bici o cocinar una lasa?a. Pero las relaciones maestro-aprendiz no son unidireccionales. As¨ª, no es solo el despertar del inter¨¦s en la investigaci¨®n gracias a una excelente profesora para un casi-licenciado, o que tu primo mayor te ense?e a jugar al risk. Debe darse una sucesi¨®n de colaboraci¨®n y competencia en la que, en ¨²ltima instancia, se aspire a sustituir al maestro, que intuye que alg¨²n d¨ªa ser¨¢ desplazado, pero su c¨¢tedra permanecer¨¢ indeleble. Es la l¨®gica sucesi¨®n de generaciones.
Esta cadena de transmisi¨®n ha sido arrollada y destruida por la crisis. La dualidad del mercado laboral se carga la mayor¨ªa de relaciones maestro-aprendiz aut¨¦nticas -al menos en el mundo de la empresa- y, como mucho, ha respetado una sola direcci¨®n. Hoy el aprendiz no puede sustituir al maestro, y eso dilapida las relaciones de confianza y, a la larga, el mismo intercambio de conocimiento. Las distintas generaciones dif¨ªcilmente convivimos en los mismos entornos de trabajo y, cuando lo hacemos, la desigualdad -o imposibilidad de sustituci¨®n a posteriori- es demasiado patente. La situaci¨®n se convierte en drama cuando se despide a las personas por antig¨¹edad y no por productividad y cuando hay unas generaciones que conservando de forma relativa su estatus siguen manteniendo con prestaciones formales (formaci¨®n eternizada subvencionada) o informales dentro de la familia (complementos a los ingresos, billetes al extranjero) a las generaciones j¨®venes. As¨ª no hay relaci¨®n maestro-aprendiz que funciones.
Es posible que nos hayamos movido de un escenario de lucha de clases a otro de lucha de edades. Aunque viendo las pautas demogr¨¢ficas parece bastante obvio que las pol¨ªticas p¨²blicas sigan al centro demogr¨¢fico que cada vez es m¨¢s viejo y dejen de lado a los nuevos outsiders j¨®venes. Es una explicaci¨®n limitada que en cualquier caso no justifica la situaci¨®n.
Ante ese escenario s¨®lo podemos plantear una salida. Debemos devolver las relaciones maestro-aprendiz al centro de la actividad econ¨®mica permitiendo que j¨®venes y experimentados compartan mesa de trabajo. Desafortunadamente es lo contrario de lo que se est¨¢ haciendo: con una funci¨®n p¨²blica cerrada a nuevas incorporaciones, una academia blindada y una empresa privada remando como buenamente puede ?a qui¨¦n ir¨¢n dirigidas las pol¨ªticas p¨²blicas sin savia nueva en el proceso de decisi¨®n y ejecuci¨®n?.
?C¨®mo lo podemos hacer? En primer lugar con medidas de equilibrio econ¨®mico intergeneracional como ser¨ªa el contrato ¨²nico, pero eso no ser¨¢ suficiente. Necesitamos sobreponernos a an¨¢lisis condescendientes de la realidad juvenil (generaci¨®n perdida, ni-ni's, nueva di¨¢spora) y hacer un esfuerzo de autodiagn¨®stico. Y, lo que es m¨¢s importante, que seamos los propios j¨®venes los que participemos en la generaci¨®n de pol¨ªticas p¨²blicas para nosotros. Si los partidos son m¨¢quinas ineficientes de promocionar el talento y sus secciones j¨®venes un nicho de mano de obra gratuita para la agitaci¨®n pol¨ªtica, busquemos otras plataformas.
No nos escuchen. Trabajen con nosotros.
Ram¨®n Marrades (@ramonmarrades) es economista, coordinador de Aula Ciutat y Premio J¨®venes Emprendedores Sociales 2013
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.