Orto y ocaso del SOC
Andaluc¨ªa dio vueltas de campana de las que parece que la organizaci¨®n de los jornaleros hubiera salido con el o¨ªdo y la orientaci¨®n perdidos
A mediados de los a?os 70 las zonas rurales m¨¢s deprimidas del campo andaluz comenzaron a bullir de improviso agitadas por una organizaci¨®n ¡ªlas Comisiones de Jornaleros¡ª que, impulsada por el Partido del Trabajo, reivindicaba parad¨®jicamente el cumplimiento de una ley franquista, la de la expropiaci¨®n de fincas manifiestamente mejorables. Esa reivindicaci¨®n, sin embargo, estaba cargada con la metralla de un irredentismo secular, el del ideal libertario traducido al andalucismo y el pensamiento de Pascual Carri¨®n.
Ten¨ªa l¨ªderes carism¨¢ticos como Paco Casero o el cura obrero Diamantino Garc¨ªa y sindicalistas curtidos como Gonzalo S¨¢nchez y se hac¨ªa ver por medio de actos, m¨¢s de Gandhi que de Marx o Bakunin, llevados a cabo con planificaci¨®n racionalista y dominio de la escenograf¨ªa.
La Reforma Pol¨ªtica de Su¨¢rez y la carrera de las distintas fuerzas democr¨¢ticas para ocupar cotas de representatividad convirtieron las Comisiones de Jornaleros en un Sindicato, el de Obreros del Campo que abr¨ªa sedes oficiosas en pe?as deportivas o locales parroquiales y se dotaba de una simbolog¨ªa propia: la tel¨²rica hoz de Ortega y Gasset, enarbolada ante un sol naciente con los colores rojo y negro de la tradici¨®n anarquista y el peri¨®dico, Tierra y libertad, refundado porque, sorpresivamente, aquella cabecera no estaba registrada.
Con la misma normalidad de la calle que Adolfo Su¨¢rez quer¨ªa institucionalizar, el SOC, plante¨® otra exigencia reformista que, como la de las fincas improductivas, se quedaba en la teor¨ªa: el empleo comunitario. La reivindicaci¨®n, llevada adelante con huelgas de hambre, se abri¨® paso: diversos alcaldes ¡ªen realidad, en funciones esperando las primeras elecciones municipales¡ª se avinieron a comenzar trabajos que, por otra parte, hac¨ªan perceptibles los cambios que el Gobierno preconizaba. En las listas de quienes hab¨ªan de realizarlos entraron por primera vez las mujeres en pie de igualdad con los varones.
Volviendo a su reivindicaci¨®n fundacional, la del reparto de tierras, el 28 de febrero de 1978 (nadie sab¨ªa aun que esa fecha ser¨ªa la del refer¨¦ndum auton¨®mico) el SOC ocupaba fincas en Sevilla, C¨¢diz y C¨®rdoba. El hecho, aunque simb¨®lico, no s¨®lo lo puso en las p¨¢ginas de los peri¨®dicos nacionales e internacionales; le cre¨® una alianza sentimental con intelectuales y j¨®venes universitarios y, sobre todo, la foto de un pueblo en pie encontrando razones para pedir la Autonom¨ªa.
Un a?o despu¨¦s, el Partido del Trabajo de Andaluc¨ªa y las Candidaturas de Unidad de Trabajadores, creadas por ¨¦l, obten¨ªan un notable triunfo en las Elecciones Municipales. Esos ayuntamientos fueron los primeros en pedir el inicio del proceso auton¨®mico con arreglo al art¨ªculo 151 de la Constituci¨®n.
Ese tiempo pas¨®. El PTA se disolvi¨®; Paco Casero y Gonzalo S¨¢nchez se dedicaron a otros menesteres y muri¨® el cura Diamantino. Andaluc¨ªa dio vueltas de campana de las que parece que la organizaci¨®n de los jornaleros hubiera salido con el o¨ªdo y la orientaci¨®n perdidos. Sus nuevos dirigentes han constituido el Sindicato Andaluz de Trabajadores donde de las notas y noticias de los ¨²ltimos meses se deduce que el Sindicato de Obreros del Campo quedar¨¢ como un mero ap¨¦ndice dentro de su estructura. As¨ª, enfundado en el traje gris del hombre de la novela de Sloan Wilson, se esfuma uno de los elementos m¨¢s singulares de la transici¨®n andaluza a la democracia.
Antonio Zoido es escritor y exmilitante del Partido de los Trabajadores de Espa?a (PTE)
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