Identidades excluyentes
Cierto valencianismo ha hecho valer en la sociedad civil lo que le han negado las instituciones. Y el PP viene ahora de nuevo con la amenaza de la excomuni¨®n
No s¨¦ a ustedes, pero una idea de Espa?a de la que los catalanes est¨¦n obligados a formar parte contra su voluntad me parece mucho m¨¢s penosa que otra de la que los catalanes (o los vascos) quieran formar parte porque se encuentren razonablemente c¨®modos. Puede que sea un ingenuo, pero noto a faltar al estadista que responda al malestar soberanista en Catalu?a haciendo de la necesidad virtud y asumiendo, no solo que se va a consultar a los ciudadanos de aquel territorio, sino que se va a hacer lo imposible para que decidan quedarse.
Algo parecido ocurre con los exabruptos del PP valenciano sobre las se?as de identidad. Son muchos los que criticaron (los que criticamos) en su d¨ªa el pacto que llev¨® al Estatut d¡¯Autonomia porque hac¨ªa demasiadas concesiones al discurso intransigente de quienes pretend¨ªan trazar fronteras intransitables entre concepciones distintas de la valencianidad. Y, sin embargo, hicieron (hicimos) tambi¨¦n de la necesidad virtud para apostar por buscar el encaje de la emotividad y la racionalidad, del sentimiento elemental y el rigor hist¨®rico y cultural, de la reivindicaci¨®n y la tradici¨®n, para delimitar un espacio de convivencia sin el cual no es viable una sociedad. El pacto de la Acad¨¨mia Valenciana de la Llengua no fue el menor de los esfuerzos en esa direcci¨®n. La evoluci¨®n ha sido notable. Hoy en d¨ªa, en los colectivos del valencianismo pol¨ªtico no se habla de s¨ªmbolos y banderas, sino de futuro. El valencianismo civil y cultural, por su parte, ha depurado un discurso de convivencia y pluralidad ganando a golpe de esfuerzo un espacio m¨¢s all¨¢ de la dial¨¦ctica est¨¦ril catalanismo-anticatalanismo.
Cierta sociedad civil ha sobrevivido a la marginaci¨®n, a la exacerbaci¨®n triunfal del poder de la derecha en estado de m¨¢xima excitaci¨®n. Cierto valencianismo ha hecho valer en la sociedad civil lo que le han negado las instituciones. Y el PP viene ahora de nuevo con la amenaza de la excomuni¨®n. Un diputado de la Coalici¨® Comprom¨ªs tuvo que recordarle en las Cortes Valencianas al acalorado portavoz adjunto popular que el pre¨¢mbulo del Estatut, con su referencia a la tradici¨®n proveniente del ¡°hist¨®rico Reino de Valencia¡±, a la ¡°concepci¨®n moderna del Pa¨ªs Valenciano¡± y a la autonom¨ªa valenciana como ¡°integradora¡± de las dos corrientes, refleja una funci¨®n interpretativa y pretende arrojar luz sobre la norma que regula nuestro autogobierno. Algo que compartir¨ªa cualquier dem¨®crata o, sencillamente, cualquier liberal.
En otras palabras, el pacto del Estatut, aun con la boca peque?a, buscaba sumar. Justo lo contrario que pretende el PP cuando echa mano de su ¡°ideolog¨ªa de reserva¡±, como la denomina Manuel Alcaraz, para intentar mantener en marcha un motor que se gripa entre chirridos de crisis y negras humaredas de corrupci¨®n. Sin duda, una idea de la Comunidad Valenciana de la que se vean obligados a formar parte amplios sectores sociales y de opini¨®n es mucho m¨¢s penosa que otra en la que quepan la diversidad, la pluralidad y la discrepancia. Resulta incre¨ªble que alguien intente proscribir, amparado en su mayor¨ªa, un t¨¦rmino, el de Pa¨ªs Valenciano, que figura en las siglas de dos de las tres fuerzas parlamentarias de la oposici¨®n. Y que lo haga en nombre de una concepci¨®n excluyente de la identidad cuyo pretexto discriminatorio apenas enmascara el p¨¢nico al cambio y a la libertad.
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