¡°Cierro los ojos y lo veo todo¡±
Juan Ortiz volvi¨® al Mercado de Alicante para descubrir un monumento por los 300 muertos Fallecieron destrozados en un bombardeo fascista en 1938
![Juan Ortiz, frente al Mercado Central de Alicante.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/SCY7HDL5XNFP32DVPSWO7DTOPE.jpg?auth=5d8a6c9b98f7dea968a4e60b023456a830223544a793f879302dc578c59e2543&width=414)
Juan Ortiz vuelve todos los d¨ªas al Mercado Central, de donde nunca sali¨® su mente. Siempre regresa en torno al mediod¨ªa. En esa hora en la que hace exactamente 75 a?os su padre qued¨® enterrado por el bombardeo de la aviaci¨®n fascista italiana junto a m¨¢s de 300 personas, muchos de ellos mujeres y ni?os. Juan corr¨ªa hacia su lado cuando cay¨® la bomba. ¡°Estaba descalzo cuando recobr¨¦ el sentido¡±, recuerda Ortiz, ¡°y se me sal¨ªan los intestinos. Me los cog¨ª y ech¨¦ a correr de vuelta al colegio hasta desmayarme otra vez. No consigo olvidarlo, de verdad que cierro los ojos y lo veo todo¡±, dice este hombre de 89 a?os que ayer descubri¨® en la Plaza del Mercado el monumento en recuerdo a las v¨ªctimas que un 25 de mayo como el de ayer fueron masacradas.
El pueblo de Alicante no tuvo a Pablo Picasso para pintar su Guernica. Hasta 1995 ni siquiera tuvo una placa conmemorativa de esta tragedia humana. Ha sido el esfuerzo de colectivos por la memoria hist¨®rica el que lo ha logrado, personas que no quisieron olvidar. ¡°Yo no puedo hacerlo¡±, dice Juan Ortiz, ¡°y todav¨ªa no me lo explico: que los hermanos se maten ocurre, pero bombardear un lugar atestado de ni?os y mujeres, no, no lo entiendo¡±, afirma.
El 25 de mayo de 1938 era un d¨ªa nublado en Alicante, pero reuni¨® las condiciones perfectas para el bombardeo m¨¢s destructivo. No hab¨ªa ni un solo caza republicano en la base de la ciudad. Las bater¨ªas antia¨¦reas estaban obsoletas. Aquel d¨ªa, cuenta la voz popular que hab¨ªa llegado un amplio cargamento de sardinas al mercado, que se llen¨® hasta los topes. Y, lo m¨¢s importante: la alarma no son¨®, no hubo aviso cuando empezaron a caer las bombas. En ese momento, Juan y su hermano mayor corrieron hacia el puesto de su padre, un anarquista que vend¨ªa fruta.
¡°Disparaban los antia¨¦reos desde el Castillo de Santa B¨¢rbara¡±, recuerda Ortiz: "Hubo un momento en que pens¨¦ que hab¨ªan dado a uno de los aviones por el modo en que ca¨ªa, pero result¨® ser un vuelo rasante. Empez¨® a ametrallar y solt¨® la bomba¡±. Una de las 90 que cayeron aquel d¨ªa. Fue la ¨²ltima imagen que memoriz¨® antes de perder la conciencia. ?sa y la de su padre levantando el brazo para que le viera. Iban a refugiarse juntos en el refugio del mercado como otras veces.
Esa bomba mat¨® a su padre. "Lo despedaz¨®", dice Ortiz, en correspondencia con las im¨¢genes dantescas que recogen los testimonios de aquel d¨ªa. Mientras recuperaba la orientaci¨®n, el peque?o Juan vio a una madre muerta agarrada a unas piernas. Eran de su hija, todav¨ªa viva, pero partida por la mitad. Aterrado, agarr¨® sus intestinos y corri¨® hasta desmayarse a los pies de una vecina. ¡°Despert¨¦ en lo que hoy es el Museo Arqueol¨®gico de Alicante, donde estaba el hospital. Los muertos se mezclaban con los heridos. Nos tumbaron en el c¨¦sped, al que resist¨ªa le curaban. El que mor¨ªa, ah¨ª se quedaba¡±, narra este anciano como si fuera ayer.
M¨¢s tarde se despert¨® en una habitaci¨®n. El destino quiso que su compa?era de cuarto fuera la ni?a demediada que vio en el mercado. Ella tambi¨¦n muri¨®. Pero su recuerdo no le abandon¨®. El destino hizo que un d¨ªa descubriera su tumba en el cementerio alicantino. ¡°Ten¨ªa tres a?itos, lo pon¨ªa en la l¨¢pida. Desde entonces siempre la visito. No puedo olvidar su cara¡±, comenta Ortiz. ¡°Un d¨ªa me encontr¨¦ una mujer y le pregunt¨¦ si era familiar de la ni?a. Dijo que no, que fue una de las mujeres que ayudaron a los heridos en el hospital¡±.
Esta desconocida, como Juan, seguramente no puede olvidar. Quiz¨¢s se pasara la vida recordando a un familiar como Juan, con miedo a meterse en pol¨ªtica, a opinar en p¨²blico. Gente que vivi¨® con miedo pero no olvid¨®. Y eso es lo que hace Ortiz cada d¨ªa al leer el peri¨®dico en el mercado siempre entorno al fat¨ªdico mediod¨ªa: no olvidar.
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