T¨²nel del tiempo
Si no hacemos algo, llegar¨¢ el momento en que los Alc¨¢ntara alcancen el futuro antes que nosotros
Cre¨ªamos que en materia de retroceso ya lo hab¨ªamos visto todo, pero qu¨¦ va. No contento con volver a imponer el credo en las escuelas, el se?or Rouco Varela pretende regresar a la pr¨¢ctica del exorcismo que es un asunto muy castizo como el ¨¢cido ¨²rico, la caspa o el crujir y rechinar de dientes. Lo mismo hizo Fernando VII, carg¨¢ndose la Constituci¨®n de C¨¢diz y poniendo a todo el pa¨ªs a rezar novenas de cara a la pared.
Qui¨¦n nos lo iba a decir hace s¨®lo unos a?os cuando parec¨ªa que ¨ªbamos a comernos el mundo. En una generaci¨®n hab¨ªamos conseguido dar la talla. Nuestros chicos eran m¨¢s altos, m¨¢s guapos y m¨¢s listos. Ten¨ªamos uno de los mejores sistemas sanitarios de Europa, una red de ferrocarriles decente, buenos profesionales en casi todos los campos, algunos Centros de Investigaci¨®n Cient¨ªfica de vanguardia y un par de museos de referencia mundial. ?ramos modernos o casi. Pero en unos cuantos telediarios todo se ha ido al garete. La crisis, dir¨¢n ustedes. Pues no, miren por d¨®nde.
Por mucho que se empe?en, la crisis no es la coartada perfecta. La crisis no explica el desmantelamiento del Centro de Investigaci¨®n Pr¨ªncipe Felipe cuando al mismo tiempo se dedica tres millones de euros a un campeonato de golf en Castell¨®n. La crisis no justifica que se despida a una bi¨®loga excepcional como Nuria Mart¨ª mientras se pagan quince millones de euros por unas torres de Calatrava que nunca se van a construir. La crisis no explica la privatizaci¨®n de Hospitales p¨²blicos que podr¨ªan mantenerse con la mitad del dinero invertido en el famoso aeropuerto de Fabra.
La crisis, por supuesto, tampoco permite entender la obsesi¨®n del se?or Gallard¨®n por meterse en el ¨²tero de mujeres a quienes no conoce y que no le han hecho nada. La crisis no justifica el ensa?amiento del gobierno con los cines, las bibliotecas y la poes¨ªa de la experiencia que nos calienta el coraz¨®n en las noches muy largas. La crisis, en fin, no tiene nada que ver con la magia negra, el mal de ojo, ni otros rituales sat¨¢nicos.
Somos un pa¨ªs con una historia demasiado retorcida. Aqu¨ª las guerras siempre las han ganado los mismos. Y los que se consideran due?os leg¨ªtimos del patrimonio Nacional creen que pueden hacer de su capa un sayo o una sotana tridentina. Los dem¨¢s no acabamos de dar cr¨¦dito y estamos esperando a ver si la cosa mejora un poquito.
Mientras tanto dejamos que jubilen a los mejores m¨¦dicos especialistas, que env¨ªen al exilio a nuestros f¨ªsicos en part¨ªculas, como antes enviaron a Goya o a Espronceda, que se carguen la Educaci¨®n p¨²blica, el sentido com¨²n y el producto interior bruto porque al parecer no garantizan la vida eterna como el sacramento de la extremaunci¨®n que siempre es m¨¢s de fiar. Tenemos los cimientos de la casa tambale¨¢ndose y el s¨®tano apestando a basura de la peor especie. Un horizonte de color gris rata, qu¨¦ quieren que les diga.
El pa¨ªs amanece cada d¨ªa un paso por detr¨¢s. Si no hacemos algo, llegar¨¢ el momento en que los Alc¨¢ntara alcancen el futuro antes que nosotros. No s¨¦ si eso entra?a alguna lecci¨®n hist¨®rica como la del hombre que va a la luna y regresa andando como los monos. Pero por ah¨ª anda la cosa.
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