Las Term¨®pilas y un tal Efialtes
Los diputados del PP que se sientan en las Cortes Valencianas ni son 300 ni tienen el hero¨ªsmo que se les otorga
?ltimamente, no est¨¢ muy afortunado el PP ni en la elecci¨®n de los recintos ni en las met¨¢foras con que pretende levantar la moral de sus alica¨ªdos seguidores. Celebr¨® el aniversario de la llegada de Alberto Fabra a la direcci¨®n del partido en el fondo del mar (rojo, para m¨¢s escarnio) y rodeado de tiburones. Y el viernes Esteban Gonz¨¢lez Pons les areng¨® compar¨¢ndoles con los espartanos que defendieron las Term¨®pilas ante los persas. Una imagen simplona porque es cosa sabida que a la derecha, al contrario que a Georges Brassens, la m¨²sica militar siempre la ha sabido sacar de la cama. Si Pons hubiera renunciado a la soflama, tan del gusto de la parroquia, y hubiera analizado el porqu¨¦ y el c¨®mo su partido se encuentra en la sima abisal donde se halla, seguro que no habr¨ªa utilizado figura tan b¨¦lica. Entre otras cosas porque es cosa sabida que los espartanos y la liga que les respaldaba perdieron la batalla y la guerra contra los persas de Jerjes. La ¨¦pica y el hero¨ªsmo est¨¢n muy bien en la historia y en la literatura; pero no tanto en la pol¨ªtica. Que se lo pregunten si no a Alfonso Guerra, que invent¨® aquello de ¡°la dulce derrota y la victoria amarga¡±. Qued¨® como Dios ante las c¨¢maras de televisi¨®n y ante los votantes socialistas; pero quien se sent¨® en La Moncloa durante ocho a?os fue Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar.
La met¨¢fora es a¨²n m¨¢s cruel aunque la historia apenas se conozca someramente o a trav¨¦s de la pel¨ªcula Los 300. Hubo un traidor local, un tal Efialtes, que les ense?¨® a los persas un camino que llevaba a la retaguardia de los espartanos, facilitando la derrota de estos. Los diputados del PP que se sientan en las Cortes Valencianas ni son 300 ni tienen el hero¨ªsmo que se les otorga a quienes defendieron las Term¨®pilas; ?pero se atrever¨ªa Pons a poner la mano en el fuego porque no existe ning¨²n Efialtes capaz de vender a su partido? ?Dir¨ªa el vicesecretario general del PP que Fabra es el ¨¦mulo de Le¨®nidas? No lo parece. El PP es un partido con m¨¢s trampas que una caja china, en el que menudean las conspiraciones que llenan el aire de te¨®ricas traiciones que, por el momento, pertenecen al reino de las quimeras. Pons las conoce. Sabe que se habla desde hace tiempo de la posibilidad de poner en marcha un partido que se postular¨ªa como valencianista al frente del cual podr¨ªan figurar pol¨ªticos que en alg¨²n tiempo ocuparon los cargos m¨¢s relevantes en el PP y que hoy, amortizados como est¨¢n, no se resignan a pasar en el ostracismo el resto de su vida. Fantas¨ªas, amargura de resabiados volcadas en tertulias de mesa camilla. Tal vez. Pero Fabra, que no es Le¨®nidas precisamente, mide cada paso en el campo minado que le ha dejado el exconsejero Rafael Blasco. No le faltan razones para preferir pasar por pacato antes que por animoso.
Quien s¨ª es atrevido porque se lo pide el cuerpo y porque le va, es Pons, que nunca defrauda. En su intervenci¨®n del viernes, tras comparar a los populares valencianos con espartanos heroicos capaces de descabezar a ese monstruo de tres cabezas que es el tripartito, se pregunt¨® d¨®nde estar¨ªa la Comunidad Valenciana sin Francisco Camps. Como escribi¨® Raimon. Qui pregunta ja resp¨®n. En el diccionario de la Real Academia Espa?ola de la Lengua, espartano es sin¨®nimo de austero. Y la administraci¨®n de Camps no fue el mejor referente de sobriedad, m¨¢s bien todo lo contrario. Preguntarse qu¨¦ ser¨ªa de los valencianos sin Camps es una osad¨ªa injustificable. Una de las mayores desgracias del PP ser¨¢ que en la lista de presidentes de la Generalitat que fueron elegidos por ese partido figurar¨¢ para siempre el nombre de Francisco Camps.
Aunque tal vez, solo tal vez, Pons pensara que tras las Term¨®pilas lleg¨® Salamina. Pero eso no lo dijo.
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