En manos de la justicia
Habremos de confiar en que un piquete de jueces audaces nos alivien de estas plagas de delincuentes p¨²blicos y agresores ac¨²sticos
Entre el mill¨®n y medio largo de sentencias que cada a?o se ponen en Espa?a no ha de extra?ar que se cuelen algunas pocas disparatadas, pintorescas o menos convencionales. A este ¨²ltimo apartado pertenece a muestro entender la dictada por un juzgado de lo contencioso-administrativo de Valencia mediante la cual, adem¨¢s de cuestionar la legalidad de ciertas disposiciones de la vigente ordenanza municipal sobre el ruido en el cap i casal, se anula una multa impuesta a un joven por atronar demasiado la m¨²sica de su coche. El juzgador razona que la sanci¨®n no es procedente en una ciudad donde la contaminaci¨®n ac¨²stica, de tan generalizada, constituye una componente m¨¢s de nuestra idiosincrasia, cit¨¢ndose a este respecto los principales festejos e incluso la F¨®rmula 1. O sea, las expresiones m¨¢s populares de nuestra cultura.
Por lo pronto, celebremos la atenci¨®n que el aludido tribunal ha prestado a este problema del ruido, siquiera haya sido se?al¨¢ndolo con el dedo. Por fortuna, de manera lenta, pero ineluctable, en este frente se van sumando victorias legales en contraste con la impotencia de las autoridades gubernativas. Los botellones urbanos proliferan, ins¨®litas cantidades de las sanciones impuestas a los bares no se ejecutan y la noche urbana solo est¨¢ vigilada por la luna, como comprueba quien reclama el auxilio de los guardias. Siempre han faltado medios personales y voluntad pol¨ªtica para afrontar resueltamente este reto ac¨²stico que es santo y se?a, o m¨¢s bien estigma, de esta sociedad.
Pero la celebrada sentencia, tambi¨¦n tiene otra lectura. Si en este caso se ampara al eventual alborotador para no discriminarlo con respecto a los grandes e impunes productores de decibelios, ?no habr¨ªa de procederse judicialmente con similar indulgencia a la hora de juzgar a los peque?os delincuentes en un pa¨ªs, como ¨¦ste, colonizado por la desaforada corrupci¨®n que nos abruma desde que el PP gobierna? ?Por qu¨¦ trincar a un chorizo de tres al cuarto cuando goza de libertad y aun de responsabilidades p¨²blicas y prebendas la m¨¢s nutrida orla de saqueadores que hist¨®ricamente ha rapi?ado el erario o abusado del cargo? Como ya se comprende, tanto el ruidoso como el chorizo han de ser objeto de sanci¨®n o carne de banquillo y no beneficiarios de una justicia ocasionalmente creativa.
La contaminaci¨®n ac¨²stica y el desvergonzado asalto a los recursos p¨²blicos son, precisamente, dos de las lacras que m¨¢s laceran la convivencia y el cr¨¦dito moral de los valencianos, sin que las iniciativas administrativas hayan puesto remedio a estos desmadres que han de mortificar incluso a los ciudadanos m¨¢s reverentes de las glorias aut¨®ctonas. Tampoco cabe esperar mucho del actual gobierno auton¨®mico, que bastante tiene con simular sus verg¨¹enzas, administrar miseria y lidiar a sus acreedores. La epidemia cr¨®nica del ruido debe antoj¨¢rsele un asunto menor. En cuanto a la oposici¨®n, habr¨¢ que esperar a que se confirmen los presagios electorales y pueda emprender otras pol¨ªticas. Mientras, habremos de confiar en que un piquete de jueces audaces nos alivien de estas plagas de delincuentes p¨²blicos y agresores ac¨²sticos. Estamos en sus manos.
Y una nota m¨¢s. Al IVAM se le ha asignado un nuevo consejo asesor que ha escandalizado al gremio de la cultura. Motivos tiene. Pero el competente consejo cesado tampoco ha sido un ejemplo de independencia y cordura. Quiz¨¢ sea el momento de cerrar el museo, por vacaciones.
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