Un barrio con ojeras
La Latina est¨¢ de moda, pero los vecinos denuncian que la proliferaci¨®n de locales de copas y el botell¨®n est¨¢n degradando el barrio sin que el Ayuntamiento lo remedie
La calle de la Cava Baja termina en una enconada plaza que es, en realidad, la confluencia de otras cuatro: Humilladero, San Andr¨¦s, Puerta de Moros y Carros. Un mismo espacio con diferentes puntos de vista. Un conflicto de convivencia que mantiene enfrentados desde hace a?os a vecinos y hosteleros de esa ¨¢rea del distrito Centro, y a todos ellos con el Ayuntamiento de Madrid por la, en su opini¨®n, paulatina degradaci¨®n del enclave, situado al l¨ªmite del Madrid de los Austrias. Es uno de los barrios mejor valorados y de mayor atractivo tur¨ªstico, lo que obliga a unos y otros a mirarse y entenderse.
Pero nadie est¨¢ contento. Los vecinos defienden una calidad de vida que, dicen, se ha resentido por la proliferaci¨®n de locales de ocio y tabernas en esta castiza calle. Y, sobre todo, por el auge del botell¨®n de los domingos, permitido, seg¨²n denuncian, por el Ayuntamiento. Una fiesta callejera ilegal (est¨¢ prohibido consumir alcohol en la v¨ªa p¨²blica) que genera gran cantidad de suciedad y ruido.
Un centenar de personas se arremolinan un fin de semana en la confluencia de estas cuatro plazas. La primavera se ha quitado por fin el abrigo y, bajo la luna de junio, Jorge, Mar¨ªa y Azucena hacen c¨¢balas alrededor de una litrona de cerveza: ¡°Te ha enga?ado, le hemos pillado. Para m¨ª que est¨¢ con otra. Yo de ti, le dejaba¡±. Mar¨ªa solloza. ¡°Cinco a?os juntos. Cinco¡±, repite como en una letan¨ªa. A su lado, varias latas de cerveza arrugadas dan cuenta de su estado. Estos tres estudiantes de Comunicaci¨®n Audiovisual, de 20 a?os de edad, hab¨ªan venido ese domingo a emborracharse ¡°por todo y nada en general¡±. El desamor y otros desastres como la crisis o la falta de empleo copan buena parte de las conversaciones en la plaza de los Carros, ensuciada por el des¨¢nimo general y la euforia del momento. Los estragos del botell¨®n se concretan, a ¨²ltima hora de la noche, en botellas rodando calle abajo; colillas aplastadas; latas chapoteando en el agua amarillenta de la fuente; y alg¨²n que otro rezagado vomitando u orinando en las esquinas. ?Por qu¨¦ aqu¨ª y no en otro sitio? La respuesta casi siempre es la misma: ¡°Est¨¢ de moda, viene todo el mundo¡±.
De zona peligrosa a barrio de moda
Ahora es una de las zonas de moda de Madrid, pero hace d¨¦cadas La Latina era otra clase de hervidero; muchos la percib¨ªan entonces como un foco de drogas y de prostituci¨®n. Algunos de los vecinos de m¨¢s edad comentan que, hace a?os, era impensable cruzar de noche sus calles con la misma tranquilidad con que lo hacen ahora miles de j¨®venes. ¡°Aqu¨ª se trapicheaba, y por la calle del Almendro no pod¨ªas pasar sin que te atracaran¡±, recuerda Mar¨ªa ?ngeles, de 76 a?os y vecina de toda la vida.
Nada que ver con el ambiente actual. Cada fin de semana, miles de j¨®venes abarrotan estas calles atra¨ªdos, en parte, por el flujo de convencidos que han hecho de este enclave poco menos que su basti¨®n. El precursor de todo ese movimiento fue Toni Bonanno, que abri¨® su bar, El Bonanno, hace 18 a?os. Y cambi¨® por completo la cara del barrio. Por su local han desfilado directores de cine, actores, m¨²sicos de renombre, pol¨ªticos y futbolistas. Lo que no hay son fotos de esos famosos colgando en las paredes, ni paparazis acodados en la barra. En ese caso, los bichos raros ser¨ªan ellos.
En realidad, esta zona, conocida como La Latina, nunca ha dejado de estar de moda. Aunque en los ¨²ltimos a?os se ha abierto a m¨¢s p¨²blico. Tradicionalmente frecuentada por treinta?eros, es ahora un prisma de distintas edades y sensibilidades. Hay de todo. El cambio, eso s¨ª, se experimenta hacia la mitad de la Cava Baja, cuando los paseantes sufren el extra?o efecto Benjamin Button, el personaje del relato de Francis Scott Fitzgerald que rejuvenec¨ªa a medida que cumpl¨ªa a?os. En apenas unos metros, la clientela pasa de tener 40 a rondar los 20.
El motivo de este rejuvenecimiento de la clientela puede ser la proliferaci¨®n en los ¨²ltimos a?os de locales m¨¢s econ¨®micos en esa calle, seg¨²n afirman algunos de los comerciantes m¨¢s veteranos, que asocian adem¨¢s la suciedad y dem¨¢s molestias a los nuevos parroquianos. ¡°Son ni?atos que solo vienen a emborracharse por 10 euros¡±, describe Laura Falc¨®n, una de las propietarias del bar El 7 de la Cava. Esta hostelera, que lleva viviendo 13 a?os en la zona, se queja de lidiar con v¨®mitos y orines frente a su local casi todas las noches. ¡°Algo que no pasaba antes¡±, afirma plantada frente a su establecimiento. ¡°El problema¡±, se?ala, ¡°viene de arriba¡±. De la almendra de esas cuatro plazas.
Un poco antes de llegar ah¨ª, Shekhar, un banglades¨ª de 21 a?os, justifica su ex¨®tico atuendo: ¡°I¡¯m ilegal. Not job¡±. No tiene ni papeles ni empleo. Vende flores artificiales y una monta?a de coloridos sombreros que porta sobre la cabeza, a juego con el marasmo de gafas que cuelgan de su cuello. Con suerte, saca unos 20 euros al d¨ªa. ¡°Es un mal trabajo¡±, admite. Son las dos de la ma?ana, muchos bares est¨¢n cerrando ya, y Shekhar tiene que aguantar las bromas de alg¨²n que otro beodo.
Nada que ver con el negocio que se han montado otros y que trae de cabeza a los hosteleros de la zona: los lateros. ¡°Si alguien saca una ca?a de mi bar, me cae una multa de 30.000 euros; pero ellos s¨ª pueden vender latas de cerveza a un euro y nos le pasa nada. Y hay otra cosa: cuando cerramos, a las dos de la ma?ana, la gente se queda bebiendo en la calle, y los vecinos, claro, protestan. Al final, los malos de esta pel¨ªcula somos nosotros, que cumplimos y pagamos el pato¡±, relata Falc¨®n.
Fuentes de la Polic¨ªa Municipal del distrito Centro reconocen que no pueden hacer nada para atajar este problema. Afirman que les faltan efectivos. Y que la detenci¨®n por venta ambulante tiene adem¨¢s muy mala prensa: ¡°En el fondo, se est¨¢n ganando la vida¡±. Seg¨²n confiesan algunos de estos lateros, se sacan alrededor de 100 euros por noche. ¡°Si viviera m¨¢s cerca de aqu¨ª, yo tambi¨¦n vender¨ªa cerveza¡±, asegura convencido Shekhar.
Zona protegida contra el ruido
La Cava Baja y las plazas del Humilladero y San Andr¨¦s est¨¢n catalogadas por el Ayuntamiento como zonas de contaminaci¨®n ac¨²stica alta. Las plazas de Los Carros y de Puerta de Moros son zonas medias.
En las zonas altas, desde septiembre est¨¢ prohibido abrir nuevos locales (bares, discotecas, cafeter¨ªas, restaurantes, etc¨¦tera), y solo es posible cambiar el uso de los existentes para actividades menos ruidosas. En las zonas medias, no se pueden inaugurar a menos de 100 metros de otros en zonas altas, a 75 metros de otros en medias, y a 50 metros de otros en bajas.
El Ayuntamiento no adelant¨® la hora de cierre de discotecas y bares de copas (de 3.30 a 2.30), pero se reserv¨® hacerlo en casos puntuales. S¨ª adelant¨® el cierre de las terrazas.
Estas medidas han sido validadas por el Tribunal Superior de Justicia de Madrid. Sin embargo, no han funcionado en los bajos de Aurrer¨¢, donde se implantaron en 2010. Las mediciones posteriores indican que el ruido sigue.
En cuanto al botell¨®n, estas mismas fuentes aseguran que se persigue: ¡°Pero obviamente entre un aviso por gente bebiendo en la calle y uno de violencia de g¨¦nero se da prioridad al segundo¡±.
El d¨ªa en que Mar¨ªa se enter¨® de la traici¨®n de su novio hab¨ªa agentes de la Polic¨ªa Municipal en la plaza de los Carros. Pese a ello, muchos j¨®venes siguieron bebiendo. Ese d¨ªa, a Silvio Barroso, de 85 a?os, le cost¨® conciliar el sue?o. Sus ventanas dan a la Cava Baja y, entre el ruido de las motos y los gritos de los j¨®venes, no pega ojo. Lleva ya varios a?os as¨ª, se lamenta.
Y como ¨¦l, Saturnino Vera, presidente de los vecinos de las Cavas y Costanilla. Esta asociaci¨®n lleva cuatro a?os denunciando la proliferaci¨®n de locales: han pasado de 15 a 54 en una d¨¦cada, se?ala. Adem¨¢s, afirman, muchos de estos establecimientos ponen m¨²sica sin tener licencia para ello.
El Ayuntamiento replica que lleva dos a?os colaborando con los vecinos para ¡°conciliar sus derechos y los de los locales¡±. Entre abril y mayo, se han realizado un millar de inspecciones en los establecimientos; solo la semana pasada, se abrieron 10 expedientes, a?aden fuentes municipales. Pero los vecinos no parecen satisfechos: ¡°El Ayuntamiento ha legalizado locales ilegales y ha permitido esta saturaci¨®n en una zona de protecci¨®n ac¨²stica. El ruido por las noches es insoportable. Y hay vecinos sin aire acondicionado que tienen que dormir con las ventanas abiertas¡±, asegura Vera.
El Gobierno municipal, en manos del Partido Popular desde hace 22 a?os, aprob¨®, efectivamente, el pasado mes de septiembre la declaraci¨®n de Centro como zona de protecci¨®n ac¨²stica especial (ZPAE). El distrito ocupa 524 hect¨¢reas, alberga a 150.000 personas y concentra las principales zonas de copas de Madrid: Huertas, Alonso Mart¨ªnez, Malasa?a, Chueca... y La Latina.
La puesta en marcha de la ZPAE provoc¨® el a?o pasado un fuerte enfrentamiento entre los vecinos, que ped¨ªan que se adelantara el horario de cierre de bares de copas y discotecas, y los hosteleros, que lo consideraban una l¨ªnea roja que conllevar¨ªa destrucci¨®n de empleo. Nueve meses despu¨¦s, la pelea sigue. Aunque algunos tratan de pararla. ¡°Se trata de conseguir que la gente se lo pase bien, los vecinos puedan dormir, y nosotros cuadrar la caja¡±, razona uno de los hosteleros de la zona, con 16 a?os de experiencia a sus espaldas, que prefiere no desvelar su nombre. Sobre la supuesta degradaci¨®n del barrio, zanja: ¡°Aqu¨ª sigue viniendo la gente. Y la Cava Baja sigue siendo una referencia mundial¡±. Similar opini¨®n tiene Lucio Bl¨¢zquez, patriarca de los hosteleros con Casa Lucio. ¡°?Degradaci¨®n? Este barrio es maravilloso¡±, explica con su sempiterna chaqueta blanca. Al contrario de lo que sucede en la calle, en su local el tiempo parece detenido. Y las conversaciones son en silencio. Fuera, muchos turistas se hacen fotos delante de la fachada de este local, de fama internacional por unos huevos fritos que han probado deportistas de ¨¦lite, actores de Hollywood, etc¨¦tera.
La cotizaci¨®n del barrio sigue en alza. Seg¨²n comenta una promotora inmobiliaria con negocios en la zona, los pisos no han bajado de precio ¡ªa partir de 305.000 euros, sin reformar¡ª, a pesar del ¡°horror del ruido por la noche¡±.
¡°La Latina sigue siendo La Latina. Esto es el Madrid de los Austrias: boquerones, aceitunas, queso, chorizo...¡±. Toni Bonanno, del bar Bonanno (18 a?os de existencia) es un enamorado de la zona. Pertenece a la Asociaci¨®n de Comerciantes La Muralla y actualmente lucha para que el barrio recupere su esplendor de anta?o. Porque ¨¦l s¨ª cree que est¨¢ en decadencia. Por eso, desde su organizaci¨®n han ideado un ¡°c¨®digo ¨¦tico¡± para lograr la ansiada convivencia entre todas las caras de este barrio.
Entre las propuestas est¨¢, por ejemplo, la recogida del mobiliario del local antes de la hora de cierre, sacar el vidrio a una hora en que no moleste a los vecinos, o limpiar la suciedad que otros generan fuera. Este c¨®digo est¨¢ a disposici¨®n de los locales que no pertenecen a la asociaci¨®n. Seg¨²n comentan varios de sus integrantes, al principio (lleva en vigor dos a?os y medio) no tuvo una acogida muy significativa. ¡°Pero ahora se est¨¢n apuntando porque el Ayuntamiento les est¨¢ achuchando¡±, afirma uno. ¡°Entre todos podemos contribuir a mejorar la convivencia. No puede ser tan dif¨ªcil¡±, concluye.
Hasta el ayudante del p¨¢rroco de la vecina iglesia de San Andr¨¦s coincide en que algo hay que hacer: ¡°Los domingos se juntan ah¨ª fuera los j¨®venes y se escucha todo durante la misa porque la parroquia no est¨¢ insonorizada¡±.
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