La paradoja del trabajo
No sabemos si aumentar¨¢n los ¨ªndices de ocupaci¨®n, pero lo seguro es que ya no volveremos a un mercado laboral estable
Abundan las declaraciones de pol¨ªticos que aseguran haber visto el final del t¨²nel. A esa corriente optimista se han incorporado algunos dirigentes financieros que prometen resultados positivos (?para ellos o para todos?) a final de a?o. La promesa es que, si hay crecimiento, bajar¨¢ el paro. La paradoja estriba en que no est¨¢ escrito en parte alguna que la econom¨ªa crezca y que ello implique autom¨¢ticamente un aumento de los puestos de trabajo. La ¨²ltima cumbre europea insiste en que aumentar¨¢n las ayudas para tratar de reducir el paro (sobre todo el juvenil), pero que ello ir¨¢ en conjunci¨®n con la profundizaci¨®n en la reforma del mercado de trabajo. En otras palabras, no sabemos si aumentar¨¢n los ¨ªndices de ocupaci¨®n, pero lo seguro es que ya no volveremos a un mercado laboral estable. Si hay trabajo, ser¨¢ temporal, discontinuo y precario.
El pasado jueves, el instituto de evaluaci¨®n de pol¨ªticas p¨²blicas Ivalua (ivalua.cat), organiz¨® unas jornadas sobre los ni-ni. Es decir, los j¨®venes que entre 16 y 24 a?os ni trabajan, ni estudian. Un tema que, como es sabido, preocupa en toda Europa, pero que en Espa?a y Catalu?a tiene tintes de extrema gravedad. Estamos hablando de una categor¨ªa estad¨ªstica, y no de un colectivo homog¨¦neo. Es importante esta salvedad, ya que f¨¢cilmente podemos caer en el riesgo de la estigmatizaci¨®n, hablando, como hacen algunos, de manera general de falta de cultura del esfuerzo, de pasividad o de escapismo de "los j¨®venes". El valor del seminario de Ivalua fue contribuir con evidencias y an¨¢lisis de rendimiento a la posible mejora de las pol¨ªticas p¨²blicas encaminadas a paliar la situaci¨®n. Junto al an¨¢lisis de experiencias internacionales, se presentaron las evaluaciones que Ivalua ha hecho sobre algunos de los programas de la Generalitat. Los resultados confirman muchos aspectos que figuran ya en la literatura internacional. Los j¨®venes que m¨¢s dificultades tienen para insertarse al mercado de trabajo y que m¨¢s pueden cronificarse en el paro, son los de menos estudios y con malas experiencias laborales en sus inicios. Esa es la clave. La conjunci¨®n de dos vulnerabilidades, la educativa (normalmente conectada con el abandono prematuro de los estudios) y la laboral (los que pasan la mayor parte de tiempo sin trabajo alguno). En los an¨¢lisis destaca el hecho que el nivel educativo de los padres predice, en una parte significativa, la situaci¨®n de los hijos. Y es ah¨ª donde vemos que el abandono de la formaci¨®n de adultos en este pa¨ªs pasa factura.
Se necesitan formadores que no caigan en los mismos vicios formales y r¨ªgidos de la ense?anza convencional, de la que esos j¨®venes han huido escaldados
Pero, ?por d¨®nde empezar?. ?Conviene reforzar ante todo el nivel educativo de los j¨®venes o es mejor empezar ofreci¨¦ndoles experiencia laboral? ?O las dos cosas a la vez?. Lo que parece claro es que se necesitan formadores que no caigan en los mismos vicios formales y r¨ªgidos de la ense?anza convencional, de la que esos j¨®venes han huido escaldados. Se necesita motivarlos, mejorando sus capacidades, e implicando siempre que se pueda a familia y entorno. Lo peor es pensar desde lejos los programas, no facilitar una adecuaci¨®n personalizada y un acompa?amiento espec¨ªfico a cada caso. Los ayuntamientos implementan esos programas de la Generalitat, pero tienen que cumplir par¨¢metros r¨ªgidos que dejan muy poco espacio de adaptaci¨®n al entorno. Y, en cambio el control de lo que han hecho es m¨¢s contable y burocr¨¢tico, que de rendimiento real.
La conclusi¨®n es que gastamos mucho dinero en programas poco efectivos. Ahora llegar¨¢ m¨¢s dinero para el tema, pero podemos persistir en los errores. Formamos para trabajos que no tenemos claro que se demanden. Necesitamos prevenir, mejorar contenidos y formatos educativos, implicar a la familia, y, sobre todo, ayudar a la constante adaptabilidad de los programas, a cambio de establecer mecanismos adecuados de rendici¨®n de cuentas. En esto, como en tantas otras cosas, necesitamos menos ideolog¨ªa simplificadora, m¨¢s experiencias innovadoras y m¨¢s evidencias que nos digan no s¨®lo si se han seguido las normas, sino tambi¨¦n si se ha avanzado en los valores que impulsan los programas p¨²blicos. No habr¨¢ m¨¢s trabajo del tipo que conocimos a?os atr¨¢s, pero si no hay m¨¢s capacidad de generar ocupaci¨®n y distribuir la carga laboral disponible, el hipot¨¦tico crecimiento servir¨¢ de poco.
Joan Subirats es catedr¨¢tico de ciencia pol¨ªtica de la UB
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