Saludos al m¨®dulo tres
En el ¡®caso G¨¹rtel¡¯ y ¡®B¨¢rcenas¡¯ se desestima tomar declaraci¨®n al PP
Tengo la impresi¨®n de vivir en un plat¨® gigantesco. En el backstageunos guionistas locos dibujan en sus pizarras un entramado cada vez m¨¢s intrincado de personajes, entradas y salidas, tramas y desenlaces.
Durante la crisis norteamericana de los a?os 30 el refugio de los pobres era el cine. Por unos centavos se obten¨ªa un pasaporte de salida de la triste realidad. Las plumas y los decorados les hac¨ªan olvidar su miserable situaci¨®n y las historias de amor les confirmaban que los pobres eran buenos y que el amor salvar¨ªa sus vidas.
Ahora ni falta que nos hace ir al cine. Nos sirven directamente el espect¨¢culo a domicilio, sin IVA cultural ni nada. Y nuestras vidas se pueblan de nombres que hasta ayer no conoc¨ªamos, de pase¨ªllos judiciales, de fraudes millonarios, de fugaces entradas a la c¨¢rcel.
La vida real, los personajes sufrientes de la crisis no tienen importancia. Las personas paradas, los que ya no tienen ninguna ayuda social, los expulsados de la ley de dependencia, el caudal de emigraci¨®n soterrado, no son historias que llamen la atenci¨®n de los directores de escena. Las leyes no escritas de la informaci¨®n los condenan: son demasiados rostros, demasiadas historias, demasiado comunes, demasiado vulgares. En suma, lo peor que informativamente se puede ser: multitud.
?Qu¨¦ es el sufrimiento de un parado frente al martirio con el que la Casa Real vive el caso N¨®os? ?Qu¨¦ dependiente tiene la prestancia de una tonadillera, un miembro de la Casa Real, un pol¨ªtico de alto rango o un empresario defraudador? No hay color. Por eso, aunque la verdad hist¨®rica se trastoque, el espect¨¢culo contin¨²a y el p¨²blico bufa con la aparici¨®n de cada nuevo personaje, de cada nueva imputaci¨®n o sentencia.
Las resoluciones, sentencias y actuaciones judiciales van marcando hitos en este espect¨¢culo. Su falta de uniformidad las hace tremendamente entretenidas. El empresario ¡°modelo¡±, Amancio Ortega ha sido condenado a pagar 33 millones a Hacienda pero los jueces aprecian que no ha habido ¡°fraude, ocultamiento o simulaci¨®n¡± solo, imagino, capacidad de ahorro fiscal. En otros casos es el propio juez el que resulta expedientado, como Elpidio Jos¨¦ Silva por ¡°absoluta y falta manifiesta de motivaci¨®n¡± en las resoluciones judiciales que llevaron fugazmente al banquero Miguel Blesa a la c¨¢rcel. Con este expediente se pone fin a la aventura islandesa de encarcelar a un banquero espa?ol. El primero que pisaba una c¨¢rcel tras la aventura equinoccial de Mario Conde, que hoy nos castiga con su canal Intereconom¨ªa.
En el caso G¨¹rtel y B¨¢rcenas se desestima, hasta el momento, tomar declaraci¨®n a la c¨²pula del Partido Popular para que aclare contratos y sobresueldos. En Andaluc¨ªa, sin embargo, la juez Alaya imputa de una tacada a veinte ex altos cargos, tirando del organigrama de varias consejer¨ªas. Esta variedad de actuaciones da color a nuestra vida medi¨¢tica, a una realidad virtual que intenta explicar en clave personal el origen de una crisis econ¨®mica en vez del fracaso completo de un modelo de desarrollo y de una estructura institucional que le rend¨ªa pleites¨ªa.
Seg¨²n su relato, saldremos de la crisis perdiendo nuestro capital de derechos, atentos a la vuelta de las golondrinas del pasado y con unas cuantas imputaciones que, en su mayor parte, no llegar¨¢n a nada. Al igual que Isabel Pantoja llena hoy las salas mucho m¨¢s que antes de su condena, los viejos poderes esperan una gran cosecha de aplausos cuando el vendaval amaine. A fin de cuentas no se est¨¢n cambiando las leyes ni el modelo econ¨®mico del que surgi¨® esta podredumbre.
Mientras tanto, algunos personajes secundarios nos ofrecen los mejores momentos: dos reclusos de la prisi¨®n de Soto del Real que han compartido el patio con B¨¢rcenas afirman que es ¡°es el puto amo¡±, ¡°tiene ropa, tiene dinero, tiene de todo¡ muy buena gente¡±. Guerrero, por su parte, tampoco olvida a sus compa?eros de prisi¨®n: ¡°Saludos para el m¨®dulo tres. Hay muy buena gente all¨ª¡±. Habilidades sociales carcelarias. Sonrisa del p¨²blico. Se nos pone cara de idiotas.
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