Amargo proceso de creaci¨®n
Con una iron¨ªa filosa y un humor, la obra es una pieza de obsesi¨®n y frustraciones que hace de la capacidad de frustraci¨®n un arma art¨ªstica
Intentando mantener la idea del trabajo en proceso, las bailarinas ya est¨¢n en escena cuando el p¨²blico se acomoda en sus butacas. Hablan, interact¨²an con el p¨²blico desenfadadamente y poco a poco entran en situaci¨®n. Para ello se ponen unos camisones neocl¨¢sicos, o que recuerdan al h¨¢bito de Pina Bausch en Cafe M¨¹ller. Vestidas as¨ª, y respaldadas por un madrigal de Monteverdi, la secci¨®n de danza se liga a un espejismo cambiante en las proyecciones; algo que parece un juego y no lo es.
La obra es una pieza de obsesi¨®n y frustraciones y hace precisamente de la capacidad de frustraci¨®n un arma art¨ªstica, un motivo. Con una iron¨ªa filosa y un humor que a veces no cuaja del todo, Meritxell e Inma ofrecen un movimiento que puede ser amplio, elegante a ratos y de pl¨¢stica eficiente. Desde el comienzo, el mal sabor de boca, la acritud est¨¢n servidos, hasta el punto que Patti Smith deviene un pretexto sobre el que se salta ol¨ªmpicamente sin reverencia alguna. Tambi¨¦n se le da un mandoble a la SGAE, a los gestores del entorno de la m¨ªtica artista norteamericana y hasta a ellas mismas: la piedad sobra si la referencia es esa bala perdida de la superviviente cantante. Tampoco falta una discreta loa a las drogas, tomada con sorna.
Para aderezar el fresco, las bailarinas-actrices recurren a una n¨®mina de malditos ilustres de diversas ¨¦pocas, de Rimbaud a Kurt Cobain, y all¨ª cae sobre la escena la cita subliminal de la sobredosis. Patti es m¨¢s una maldici¨®n que un argumento: ser testigo de tanta ca¨ªda incesante tampoco es f¨¢cil de contar. El audiovisual y la implantaci¨®n esc¨¦nica son acertados tanto en lo que decoran como en lo que sugieren, con un refinado y po¨¦tico recurso casi siempre a trav¨¦s del blanco y negro, que es lo que pega.
Barber¨¢ y Garc¨ªa no conocen el desaliento, no se rinden ante la estupidez burocr¨¢tica de unos agentes o el desprecio ol¨ªmpico de que son objeto en sus gestiones por acercarse a la Smith. Quiz¨¢s la realidad se ha impuesto mejorando un original que se qued¨® en el camino; las circunstancias dise?an finalmente el proceso y la presentaci¨®n tal como llega al espectador, con esa intenci¨®n de no terminado, de algo que se seguir¨¢ descomponiendo como las mismas canciones. Ya no persiguen a Patti Smith sino a ellas mismas, a la recurrencia de una identidad en el viaje est¨¦tico. A la pieza, hacia el final, tras los soberbios solos medulares, le sobran palabras y unos diez minutos de metraje.
VAMOS A HACERTE BAILAR: PERSIGUIENDO A PATTI SMITH. Coreograf¨ªa y baile: Meritxell Barber¨¢ e Inma Garc¨ªa. M¨²sica: Patti Smith, Caldo y Monteverdi; audiovisual: Joseph F. Sanmart¨ªn, Juan M. Ponce y otros. FRINGE 13. Matadero. Hasta el 12 de julio.
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