La noche por un sello
Decenas de inmigrantes hacen cola en la ¨²nica comisar¨ªa de Valencia que tramita los NIE
Joana es una chica venezolana de 28 a?os. Viste pantalones ajustados y tac¨®n medio. Est¨¢ en la comisar¨ªa de Patraix, que no se encuentra en este barrio de Valencia sino en el pol¨ªgono de Vara de Quart. Alrededor, naves industriales, oficinas, la Inspecci¨®n T¨¦cnica de Veh¨ªculos, una gasolinera y un descampado. Bajo el techo de uralita del soportal del edificio, decenas de inmigrantes como Joana esperan en los ¨²ltimos meses hasta seis horas solo para iniciar los tr¨¢mites que les permitan obtener el n¨²mero de identidad de extranjeros (NIE).
No tienen otra. En toda la ciudad no hay m¨¢s edificios oficiales donde lo puedan hacer. La ¨²nica v¨¢lvula de escape a estas hordas de asistentes fue el trasvase de los extranjeros comunitarios a una comisar¨ªa en la calle Bail¨¦n, traspasada desde la de Zapadores hace poco m¨¢s de tres a?os. Y las otras tres delegaciones de la provincia ¡ªGandia, Alzira y Sagunto¡ª que dependen de la central, donde m¨¢s acuden seg¨²n Jefatura Superior de Polic¨ªa. En esta, se sigue utilizando el rudimentario sistema de repartir n¨²meros mano a mano.
Nada de cita previa. El ¨²nico horario lo marca un folio insertado en una carpeta de pl¨¢stico donde cada uno va dictando su nombre y calculando cu¨¢ntas personas tiene delante. La inscripci¨®n no se registra con ordenador. Ni siquiera en una tabla de Excell. Es con bol¨ªgrafo y la escribe el primero que llega.
Por eso, la pregunta de los asistentes es: ¡°?Qui¨¦n apunta hoy?¡±. En el caso de esta madrugada el turno es de Omar, un joven de Mauritania que se ha acercado en coche. Lleva desde las cinco y media de la madrugada. Es la primera vez que realiza el tr¨¢mite en esta ciudad. Para reposar, se turna con Joana (la segunda en la cola) y descansa metido en su veh¨ªculo.
Las aglomeraciones se han reducido un poco al descender los extranjeros
¡°Os pod¨¦is ir a tomar un caf¨¦. Hasta las nueve no empezamos¡±, avisa el polic¨ªa encargado de repartir los n¨²meros a 15 minutos de la hora anunciada. Los congregados en la acera miran a su alrededor y permanecen inm¨®viles: no hay sitio ad¨®nde ir. Entre medias, el agente va revisando los documentos. ¡°Yo hago la retaja¡±, explica, ¡°para facilitar la recepci¨®n¡±. El horario es de 9 a 14 horas por la ma?ana y de 17 a 19.45 por la tarde, salvo los viernes. Y se efect¨²an todas las gestiones para la documentaci¨®n de extranjeros.
El primer paso es solicitar la identificaci¨®n. Esto se realiza en una unidad de atenci¨®n del barrio de Orriols y la respuesta puede tardar hasta tres meses. Con este escrito ya se puede ir a elaborar el carn¨¦, imprimiendo la huella dactilar y un sello oficial. Despu¨¦s hay que regresar para recogerlo o modificar datos. Como Diego, un colombiano de 39 a?os que acude por primera vez a la fila paralela de la derecha del edificio, la de los que ya han pasado la primera tarea. Lleva dos horas. Y no sabe cu¨¢nto le queda. Compara esta experiencia con la que ha vivido otras veces en Madrid. All¨ª, en el centro de Aluche, ha soportado horas nocturnas junto a colegas y termos de bebida caliente. ¡°Est¨¢ al lado de la c¨¢rcel, en medio de un solar, ?y hace un fr¨ªo¡!¡±, recuerda mientras se abrocha.
Cada jornada se reparten unos 100 n¨²meros, calculan, dependiendo de la afluencia. La mayor¨ªa de los que esperan lo hace para conseguir su papeleta y volver hasta dos d¨ªas m¨¢s tarde. Esta estrategia ha propiciado un negocio paralelo. Algunos pagan entre 15 y 20 euros por intercambiarse los n¨²meros. Otros, directamente, env¨ªan a alguien contratado. Depende de su disponibilidad. ¡°Ahora no paga nadie", afirma Yola, boliviana de 41 a?os, ¡°porque no hay dinero¡±. Tiene sentido: un 36,5% de los inmigrantes que viven en Espa?a est¨¢ en paro, seg¨²n el informe de enero del Instituto Nacional de Estad¨ªstica (INE). Una cifra que tambi¨¦n repercute en los servicios puestos a su disposici¨®n. En Valencia estaban censados en 2011 un total de 111.415 extranjeros, seg¨²n el padr¨®n del Ayuntamiento. De los cuales, 29.901 son comunitarios.
¡°Esto no es nada¡±, alerta Natalia, una mujer ucraniana que acompa?a a su hijo Stanislaw, de 10 a?os. Ella lleva 11 a?os aqu¨ª. Como el resto, tuvo que acudir una vez al a?o hasta su segundo a?o de residencia. Luego la frecuencia baj¨® hasta los dos y, por fin, hasta los cinco. Por eso ha vivido un largo recorrido burocr¨¢tico.
Ya no hay apenas contratados para coger n¨²mero por la crisis y el paro
Casi todos coinciden. Hace unos meses era mucho peor. Pero no porque el sistema haya cambiado, sino porque el n¨²mero de inmigrantes ha descendido. Seg¨²n los datos del INE, el n¨²mero de habitantes empadronados en la Comunidad Valenciana es de 5.104.365. Esto supone una bajada de 24.901 personas con respecto a 2011, de las que 23.809 son inmigrantes, y la sit¨²a en tercera posici¨®n de p¨¦rdida de residentes extranjeros por detr¨¢s de Madrid y de Catalu?a.
Uno de los que se ha quedado a pesar de la hecatombe financiera y laboral es Sabira. Este paquistan¨ª de 42 a?os sonr¨ªe a pesar de llevar dos horas de pie. Estas aglomeraciones se deben al vencimiento de permiso de residencia de los extranjeros regularizados masivamente en el a?o 2005.
¡°Tienen muchos d¨ªas para venir¡±, relata el polic¨ªa de la entrada. ¡°Suele haber m¨¢s concentraci¨®n cuando ven que se acumulan en Delegaci¨®n de Gobierno y empiezan a mandar los expedientes¡±. En Alicante, este organismo comenz¨® en 2008 a dar citas previas para evitar el colapso de su ¨²nica oficina, la de la calle de Campo de Mirra, y a principios de este a?o demand¨® al Ministerio de Interior m¨¢s ordenadores para agilizar los tr¨¢mites.
Y as¨ª, cuando Omar y Joana ya est¨¢n en el quicio de la puerta y el resto mira el reloj de una manera m¨¢s despreocupada, llegan dos nuevos hu¨¦spedes. Se trata de una pareja china que prefiere no dar su nombre ni responder a los a?os que llevan aqu¨ª. Se colocan los primeros ante la sorpresa del resto. En su tique, efectivamente, la cifra es anterior a los de la fila. Entre la algazara, el agente de pelo cano que controla el tinglado se acerca y, tras un breve examen, zanja la discusi¨®n: "S¨ª, les toca a ellos, que vinieron ayer".
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